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366 HISTORIAS DEL FÚTBOL MUNDIAL | 12 DE SEPTIEMBRE

Mangriñán como símbolo del marcaje (1954)

Mangriñán, marcando de cerca a Di Stéfano en el Bernabéu.
Diario AS

Hacía un año que Di Stéfano había llegado al Madrid (véase el día 23 de septiembre), y su primera temporada fue sensacional. El Madrid ganó la liga, cosa que no hacía desde antes de la guerra, y él fue el máximo goleador, con 27 goles en los 28 partidos que disputó. Para la segunda temporada, el Madrid adquirió a Rial, a petición del propio Di Stéfano, que quería alguien con quien combinar en el medio campo. El campeón inauguraba la liga en el Bernabéu ante un rival de campanillas, el Valencia. Por aquellos años, en la tarde del domingo, se repartía en las cafeterías y a la salida de los cines dos minipublicaciones, en realidad una hoja doblada que se llamaban Gaceta y Goleada con los resultados, impresos a toda prisa. Sorpresa: el Madrid había perdido, 1-2. Con Di Stéfano y Rial. ¿Cómo había sido posible?

Los que vienen del estadio y se van incorporando a las tertulias traen la explicación: «Di Stéfano no ha hecho nada, le ha anulado un tal Mangriñán». Mangriñán, natural de Vall d’Uxó, era un mocetón rubio que había formado parte de un magnífico Mestalla, con Timor, Sócrates, Sendra, Mañó, Fuertes… Ese equipo ganó el ascenso a Primera División, pero tuvo que renunciar a ocupar la plaza porque era filial del Valencia, en el que jugarían luego varios de ellos. El entrenador del Valencia, Carlos Iturraspe, le había encargado que se olvidase de todo y que secase a Di Stéfano, por cualquier parte del campo que se moviese. Mangriñán cumplió y fue su sombra. Iba con él, a metro y medio, y cada vez que iba a recibir el balón se anticipaba. Mangriñán era rápido y lo consiguió. Di Stéfano no jugó prácticamente y, desarmado este, el Madrid no era lo mismo, así que no fue extraño que ganara el Valencia, con goles de Wilkes y Seguí, contra uno de Rial, que al menos debutó con gol. Al día siguiente aparecen varias fotos del marcaje; hay una en la que Di Stéfano ha podido meter el pie y rematar muy forzado, con Mangriñán encima, y el balón va al cuerpo de Quique. Fue su único disparo.

El término «mangriñán» pasó al lenguaje coloquial como sinónimo de compañía asfixiante. Se les decía a los amigos pesados, o se hablaba así en tercera persona de la propia esposa, para justificarse ante los amigotes cuando no se podía ir de juerga: «No me deja Mangriñán». O cuando uno se iba antes que otros a casa se le hacía burla: «A ese no le deja estar más tiempo fuera su mujer, que es una Mangriñán». Di Stéfano eludió en lo sucesivo marcajes así con un método: cuando se le pegaba un jugador, él iba, con su marcador, a colocarse junto a alguno de los defensas del rival, de manera que entretenía a dos, y gritaba a sus compañeros: «No me la echéis, jugáis nueve contra ocho». Siempre le funcionó. Mangriñán jugó también en el Deportivo y el Hércules. Cuando dejó el fútbol puso unos negocios de hostelería y vivió plácidamente hasta los setenta y siete años, requerido con frecuencia a hablar de aquel marcaje. Falleció un 22 de agosto, el día en que el Valencia le ganaba 3-0 al Red Bull Salzburgo. Su fallecimiento ocupó un pequeño recuadro en los periódicos. Él y Di Stéfano siempre hablaron con enorme respeto el uno del otro.