Las rotaciones masivas se le vuelven diabólicas a Luis Enrique
Como en Anoeta los dos últimos años, la rotación masiva se volvió en contra del técnico, que además admitió una preparación deficiente. No trabajó la defensa de cinco del Alavés.
El Barça más tristón y desnaturalizado de los últimos tiempos se pegó el primer trompazo de la temporada contra el Alavés. Un desastre del que seguramente Luis Enrique no fuera el principal culpable pero al tratarse de una alineación de autor, todos los focos se dirigieron a él. Después de un once ortodoxo en San Mamés (Ter Stegen; Sergi Roberto, Piqué, Umtiti, Alba; Busquets, Rakitic, Denis; Arda, Messi y Suárez), el asturiano pensó que para ganar al Alavés sería suficiente con un once en el que entraron Cillessen, Mascherano, Aleix, Mathieu, Digne y Alcácer. Pero el Barça fue una caricatura de equipo, apenas tiró a portería, careció de agresividad, jugó sin pasión ni ideas y ni la entrada del tridente le reactivó. Una actuación pésima castigada con la derrota. Y otra vez, las rotaciones en el foco.
Es fácil recordar las dos rotaciones más discutidas de Luis Enrique. Las dos, en Anoeta. La primera, en el primer partido de enero de 2015, estuvo a punto de costarle el cargo. Neymar, Dani Alves y Messi habían llegado con el tiempo justo para hacer un par de entrenamientos después de Navidad y al asturiano, después de que el Madrid hubiese perdido en Valencia, no se le ocurrió otra cosa que dejar a los tres en el banquillo. El resultado fue nefasto. El Barça, con Munir, Pedro o Montoya entre sus titulares para sustituir a las tres estrellas, perdió 1-0. En Can Barça se desató una tormenta que acabó con Zubizarreta fuera del club (pocos días después Puyol) y con una guerra abierta entre Messi y Luis Enrique en el que sólo la mediación de Xavi (otras fuentes apuntan también a Mascherano como personaje clave) evitó males mayores.
Luis Enrique se olvidó de las rotaciones masivas aquella temporada y el Barça ganó el Triplete. Pareció que no repetiría pero el año pasado, con el equipo titubeante y en el bajón de la temporada después de perder el Clásico, lo volvió a repetir en Anoeta. Sergi Roberto jugó de lateral izquierdo en lugar de Jordi Alba, Arda entró por Rakitic, Rafinha por Iniesta y Munir por Luis Suárez. El Barça volvió a perder y, durante el avión de vuelta, varias vacas sagradas se quejaron sotto voce de la alineación del asturiano, que también salió vivo de la crisis y conquistó el doblete.
Animado por la buena prensa de los fichajes del verano y los 122 millones de inversión, Luis Enrique recuperó las rotaciones masivas ante el Alavés. Seguramente debería haber sido suficiente para ganar a los de Pellegrino, pero el caso es que el Barça perdió y al técnico se le escapó además una confesión que tenía mucho de autocrítica: confesó que no se había planteado que el Alavés pudiese jugar con defensa de cinco… La pizarra de Pellegrino y el resultado le dejó en evidencia.