Nasri, otro ‘disperso’ que el Sevilla quiere que se redima
Es una apuesta que el Sevilla ha sabido asumir. La última vez, por ejemplo, con Ever Banega que vino del Valencia y triunfó.
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"No soy un policía. Mi relación con los futbolistas se basa en la confianza”, decía Monchi cuando era cuestionado por la dispersa vida personal de Samir Nasri, por el riesgo que suponía fichar (con muchos millones de inversión en su salario) a un jugador que en los últimos tiempos había sobresalido más por alguna andanada fuera del campo que por su (ya probada) magia dentro de él. El director deportivo del Sevilla sabe que traer a un futbolista de ese pelaje es una apuesta que el Sevilla ha sabido asumir y multiplicar otras veces. En el milagro de Monchi entra también la redención.
La última vez, por ejemplo, con Ever Banega, al que en Valencia daban ya por un caso perdido. A pesar de unos titubeantes comienzos, el centrocampista argentino dio dos auténticos años de clínic en Nervión. Fue el cerebro fundamental en estadísticas y ritmo para que el Sevilla lograse la Cuarta y la Quinta Europa Leagues. Lástima para el club blanquirrojo que se fuese al Inter y por poco dinero este verano.
Ever no era el primer caso de jugador con pasado de color negro (o rosa) que arribaba a Nervión para convertirse después en jugador importante o que dejaba réditos. Las mismas dudas surgieron con Stephane Mbia durante sus dos campañas como sevillista, pero el camerunés llegó a convertirse en un ídolo para la afición. En la retina, su gol in extremis al Valencia. Y antes que Mbia, también en el centro del campo, le ocurrió al chileno Gary Medel. Conocido por su carácter revoltoso en los vestuarios y la noche, rindió bien fue vendido mejor: se le sacaron 10 millones de beneficios.
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