366 HISTORIAS DEL FÚTBOL MUNDIAL | 29 DE JULIO
El Madrid gana la 'Pequeña Copa del Mundo' contra Di Stéfano (1952)
En 1952 el Madrid celebró sus bodas de oro, para cuya celebración organizó entonces, entre muchas otras cosas, un triangular en el que participaron el Norrköping, campeón sueco, y el Millonarios de Bogotá, el «Ballet Azul», del que se hablaba maravillas. Su ataque estaba dirigido por un rubio de pelo rizado llamado Alfredo Di Stéfano, que llamó la atención del público por su excelente calidad y porque estaba por todas partes. «¿Quién es ese nueve?», preguntaba todo el mundo. Más adelante lo disfrutarían. Millonarios ganó el torneo y Bernabéu y Alfonso Senior, presidente del equipo colombiano, se hicieron muy amigos.
El Madrid fue invitado en verano a jugar dos amistosos con el Millonarios, en Bogotá, que enlazó en una gira por América en el curso de la cual también jugaría en Caracas, en un torneo llamado oficialmente Serie Mundial de Caracas y coloquialmente «Pequeña Copa del Mundo». Los dos amistosos en Bogotá los perdió el Madrid por la mínima y salió en ellos muy dolido por el desempeño del árbitro, un austriaco llamado Grill. En el segundo partido hubo sus más y sus menos, y acabó con expulsiones de Oliva y Zuloaga.
En la Pequeña Copa del Mundo se iban a ver otra vez, porque en ella participaban ellos dos más el Botafogo de Zizinho (una celebridad mundial entonces) y del extremo Paraguaio, y el La Salle, campeón local, que entrenaba Ricardo Zamora. El torneo, que se jugaba por sistema de liguilla a dos vueltas, todos contra todos, atraía máxima atención allí, hasta el punto de que el saque de honor del primer partido lo hizo el presidente del Gobierno, Suárez Flamerich. El Madrid ganó con solvencia los dos partidos al La Salle y empató los de la primera vuelta con el Botafogo y el Millonarios.
El partido contra este fue tremendo, pero peor aún fue el de la segunda vuelta, en el que los dos equipos ya se tenían ganas. Era el quinto enfrentamiento en cinco meses, el cuarto en pocas semanas, y abundaban los piques por fricciones en los anteriores, tan recientes y aún sin olvidar. Los dos equipos se sacudieron y hubo un encontronazo entre Pahíño y Di Stéfano de resultas del cual el árbitro les expulsó a los dos. Pero no se quisieron ir («Si no se va ese no me voy yo tampoco») y al cuarto de hora el árbitro desistió y siguieron jugando. Empataron de nuevo. Para el último partido, con el cómputo de los resultados, al Madrid le bastaba empatar para salir campeón, con lo que Ipiña dispuso una táctica muy defensiva, a fin de ponerse a salvo del gran ataque del Botafogo, retrasando a Zárraga como cuarto defensa. En la práctica jugó un 4-3-3, inusual en la época. El Madrid salió ese día con Juanito Alonso; Gabriel Alonso, Oliva, Navarro; Muñoz, Zárraga; Olmedo, Olsen, Pahíño, Molowny y Cabrera. En la segunda mitad entraron Joseíto y Montalvo, relevando a los extremos. La idea poco heroica de Ipiña funcionó y el Madrid empató a cero, con lo que se hizo con el campeonato, que en España tuvo gran repercusión.
La gira incluyó otros partidos en Cuba y dio un saldo completo de cuatro victorias, cuatro empates y dos derrotas, con lo que el Madrid podía sentirse satisfecho. Su regreso a Barajas fue triunfal, acogido por miles de hinchas, por el eco que tuvo aquel título. De hecho, cuando años después algunos de los protagonistas de aquel viaje escuchaban que el gran Madrid empezó con Di Stéfano solían contestar, medio en broma medio en serio: «¡Eh, que nosotros ya ganamos la Pequeña Copa del Mundo precisamente contra Di Stéfano! ».