366 HISTORIAS DEL FÚTBOL MUNDIAL | 22 DE JUNIO
El barrilete cósmico y la «mano de Dios» (1986)
Estamos en el Azteca de México, gigantesco coliseo. Abajo se enfrentan dos equipos que hasta hace muy poco han estado en una guerra absurda por las Malvinas, unos islotes del Atlántico Sur que pertenecen al Imperio británico y que la dictadura argentina reivindicó como forma de ganar un movimiento de respaldo en la población. La cosa acabó en derrota humillante para Argentina. Las vísperas están cargadas de morbo, aunque Valdano aclara, juicioso: «En este partido no se juega más que el prestigio futbolístico de los dos países».
Es mediodía, el sol está en lo alto, hace un calor asfixiante. (Se buscaba un horario conveniente para las televisiones europeas.) Argentina tiene al mejor jugador del momento, Maradona, que viene ganando los partidos casi solo, rodeado de un grupo eficaz, bien armonizado por Bilardo. Inglaterra tiene un equipo de entreguerras, sin más estrellas relevantes que el meta Shilton, el goleador Lineker y el extremo Barnes. Pero un equipo eficaz, en todo caso. El partido es peleado y llega al descanso con 0-0. En la segunda llegará lo extraordinario.
Porque en el minuto 51 hay un balón rebotado entre Valdano y Hodge que sale disparado hacia arriba; Shilton sale a por él, a despejarlo con el puño, pero se cuela Maradona y remata por encima de su salida. Tres o cuatro ingleses, entre ellos Shilton, reclaman, pero el público no sabe qué. La acción de Maradona fue tan rápida que en las gradas (yo estuve allí) no se percibió. Naceur, árbitro tunecino, da el gol. Seis minutos después llega otra jugada igual de célebre: Maradona recibe, aún en su propio campo, un pase de Enrique, arranca y va dejando rivales por el callejón del ocho, hasta burlar la salida de Shilton y marcar. Seis ingleses han quedado en el camino. Víctor Hugo Morales, el más célebre relator de fútbol de Argentina (y eso que es uruguayo), lanza su frase más célebre: «¡Barrilete cósmico! ¿De qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés, para que el país sea un puño apretado diciendo Argentina?». (Menotti había llamado a Maradona «barrilete» en unas declaraciones recientes. No por gordura, como se ha tendido a entender en España. En Argentina el barrilete es la cometa, y llamar a alguien barrilete es como llamarle en España «veleta», hacer ver que le lleva el viento, que no tiene criterio).
Inglaterra da un apretón honorable, Lineker descuenta en el 81’ y Argentina termina colgada del larguero, con Olarticoechea sacando con la chepa un balón imposible de Barnes, que entró en el último cuarto de hora y se salió. Pero el partido acabó 2-1. Argentina pasó a las semifinales. En los vestuarios se le preguntó a Maradona: «¿Con qué marcaste el gol, con la mano o con la cabeza?». Y él contestó su frase más célebre: «Con la cabeza de Maradona y la mano de Dios». Robson, seleccionador inglés (luego pasaría por el Barcelona), fue extremadamente deportivo: «Sí, el primer gol no debió valer. Pero el segundo que nos hizo debió valer por dos». Un señor.