“El innegociable para mí es Di Stéfano y luego, Raúl”
Fue presidente de 2006 a 2009. Su afición le viene de familia, y recuerda la primera vez que vio al conjunto de los Di Stéfano, Puskas y Gento...
—¿Le ha costado trabajo elegir el once?
—Hombre, es que se pueden hacer ocho o diez equipos. Acabas dejando fuera a mucha gente importante y tienes que elegir. Ha habido tantísimos grandes futbolistas desde 1956…
—¿Entonces?
—En el once que le doy me falta Salgado y Figo… Y otros muchos como Juanito, Santillana, Puskas… O Ronaldo ‘el gordito’, claro, que es historia viva del Real Madrid…
—¿Cuál sería su entrenador?
—Vicente del Bosque, por supuesto. Ha sido el mejor entrenador en la historia del club. Por títulos quizá, pero sobre todo por su manera de manejarse en el club y en el vestuario. Me parece que representa todo lo que son los valores que el Madrid ha querido difundir por el mundo. Tiene mucho señorío, sabiduría para manejar las situaciones difíciles.
—Usted ha intervenido en la creación de ese once ideal…
—Lo dirá por Cristiano. Es mi aportación, aunque también he dicho siempre que el que ficha es el club. Yo aproveché la oportunidad. Me pareció que estando Messi en el Barcelona, la opción de Cristiano era la siguiente. Fueron dos años de mucho negociar, de tira y afloja, de problemas con Ferguson… Pero ahí están los números de Cristiano, que siempre quiso venir.
—¿Quién es innegociable en su once ideal?
—¡Di Stéfano! Es la leyenda del club. Llegó y terminó con una sequía de 17 años sin ganar nada. Cambió todo, el club pasó a ser importante con él. Cambió la historia y se inició el idilio con la Copa de Europa.
—¿Y Raúl?
—Sería el siguiente. Ha demostrado, además, mucho señorío con lo mal que el club se portó en su salida. Un agravio para él con respecto a otros jugadores, sin duda. En eso el Schalke nos dio una lección. Raúl también es leyenda, por su fútbol y su actitud. Ha tirado mucho del carro… Dentro del campo fue un genio y fuera, también.
—¿Usted cuándo empezó a ver al Madrid?
—Mi primer recuerdo es en Palencia, donde nací y estudié. Yo tenía la costumbre, de pequeñito, de mandar cartas a los clubes para que me mandaran fotos de los jugadores firmadas. El Madrid me mandó una grande, en blanco y negro, con varios de ellos… La tuve colgada muchos años en mi cuarto.
—¿Cuál fue el primer partido que vio?
—Pues fue en Santander, donde veraneábamos. El Racing inauguraba la tribuna cubierta del antiguo campo del Sardinero. Ganó 0-2 el Madrid con dos goles de Puskas. Y mi primer partido en Madrid fue ante Osasuna. Creo que marcó otra vez Puskas y también Di Stéfano, pero no recuerdo el resultado. Fui con mi padre, a la tribuna que está en el lateral de la Castellana…
—¿Idealizó a aquellos jugadores tan míticos?
—Y tanto. Y mire que era difícil seguir el fútbol si no ibas al campo. En Palencia los periódicos llegaban al día siguiente. Recuerdo la desazón de cuando no se ganaba la Liga, porque sabía que no jugarían la Copa de Europa. Por eso yo me río cuando dicen que las primeras Copas de Europa fueron más fáciles. ¡Hombre! ¡Fue una proeza absoluta!
—¿Fue Pirri después su jugador emblema? Está en su once...
—Él y Zoco representaron en una época el coraje, la garra, la lucha… Encarnaban lo que significaba el Madrid… Pero con mucha calidad, claro.
—¿Quién representa en el Madrid actual la lucha y la calidad?
—¡Ramos! Yo le llamaba siempre Tarzán y le hacía gracia. Le veía con ese espíritu que es imposible de destruir, de quien sale a dejarse la piel.
—¿En cuántas finales de Copa de Europa ha estado?
—En París en el 81 y en las tres siguientes ganadas… Desgraciadamente no he podido ir a las últimas dos porque nunca me dieron entradas. Llamó mi secretaria y yo mismo, y lo único que me dijeron es que no me había tocado en el sorteo…
—Será para la Duodécima...
—Y que sea el año que viene, en Cardiff.