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366 HISTORIAS DEL FÚTBOL MUNDIAL | 4 DE JUNIO

La final de Copa más madridista (1980)

La final de Copa más madridista (1980)

El Castilla, creado el 21 de julio de 1972, era heredero directo del  Plus Ultra, clásico equipo de la Segunda o Tercera División, que había sido frecuentemente utilizado por el Madrid como filial para completar la formación de sus juveniles. La Federación prohibió por entonces los nombres comerciales y el Madrid creó el Castilla como una especie de segunda marca del club, y pasó a jugar sus partidos en la Ciudad Deportiva. (Plus Ultra era una empresa de seguros, por eso no se podía seguir con ese nombre.) El Castilla comenzó en Tercera División, pero para 1978 ya había ascendido a Segunda. Eran años en los que la cantera del Madrid producía con regularidad grandes jugadores para el club, en parte porque se trabajaba muy bien (Molowny era el secreto), en parte porque no se había dado aún la «sentencia Bosman», y eso producía más oportunidades para todos.

De aquel Castilla habían salido ya Camacho, San José, Rincón, Magdaleno, García Cortés, Sabido, Isidro, Vitoria, García Hernández… Núcleo de lo que se llamaría generación de «los Garcías», el equipo que llegaría a jugar la final de la Copa de Europa de 1981. Pero se estaba  gestando otro grupo estupendo, un equipo de jugadores altos, rápidos, inteligentes, buenos chutadores de lejos, y que alcanzaron un nivel de compenetración magnífico. La Copa de aquella temporada les permitió lucir en todo su esplendor. Empezaron eliminando al Extremadura (1-4 fuera y 6-1 en casa), luego al Alcorcón (1-0 en casa y 1-4 fuera) y al Racing de Santander (3-0 en casa y 0-0 fuera). Entonces llegaron las corridas duras. El Athletic de Bilbao fue el rival en octavos, y todo el mundo pensó que ahí acabaría la aventura. Era un Athletic con Dani, Argote, Goikoetxea, Villar… Fue 0-0 en el Bernabéu y, ¡campanada!, 1-2 en San Mamés. Aquello se acogió como algo extraordinario y dio paso a un choque de cuartos contra la Real Sociedad, que entonces disputaba las ligas con el Madrid. Era líder invicto, tras 27 jornadas disputadas. Otra bomba: derrota del Castilla por 2-1 en Atocha y sensacional victoria por 2-0 en el Bernabéu. (La Real perderá el domingo siguiente su único partido de esa liga, en Sevilla, lo que le costará el campeonato.) Eso ya es tremendo. Y en semifinales, con el sorteo condicionado porque se entendía que no podía cruzarse con el Madrid, que también iba pasando eleminatorias, le toca con el Sporting, el otro gran equipo canterista de España, otro rival duro del Madrid en esos tiempos pues atravesaba los mejores años de su historia. En la ida pierde el Castilla 2-0. No habrá nada que hacer esta vez, piensan muchos. Pero la vuelta es un tremendo 4-0. ¡A la final! Mientras, el Madrid «mayor» gana a su vez en la semifinal al Atlético. Final, pues, Madrid contra Madrid, Madrid grande contra Madrid chico.

La final fue jugada con enorme nervio por el Madrid grande, muchos de cuyos jugadores estaban picados con «los mocosos», que tantos elogios habían recibido. Estos, a su vez, se arrugaron y perdieron la final por 6-1. Los mayores celebraban los goles como si el rival fuera el Barcelona o el Atlético, hartos de comparaciones que les han desagradado. Los «peques» ni se atreven a meter el pie.

Pero la gesta tuvo premio. Quedó en el recuerdo y permitió al Castilla jugar la Recopa el año siguiente, pues el Madrid ganó también la liga. Curiosamente, de aquel equipo solo Gallego llegaría a asentarse como titular duradero en el Madrid durante varias temporadas. Agustín y Pineda pasaron por el primer equipo, pero no triunfaron, aunque sí fueron jugadores de éxito en Primera, como la mayoría de sus compañeros. Pero el Madrid se les cerró a casi todos.