366 HISTORIAS DEL FÚTBOL MUNDIAL | 29 DE MAYO
Crimen colectivo en el viejo Heysel (1985)
Heysel era hasta entonces un viejo y querido estadio, emparentado en nuestro recuerdo con la silueta del Atomium, símbolo del progreso. En él se habían jugado varias importantes finales europeas, entre ellas dos ganadas por el Madrid. Pero a partir de este día su nombre iba a ingresar en la historia universal de la infamia, hasta el punto de que cuando se remodeló pasó a llamarse estadio Rey Balduino para borrar su viejo nombre. Y eso que aquel tenía que haber sido un día de fiesta más. Era la final de la trigésima edición de la Copa de Europa, a la que llegaban dos grandes: Liverpool y Juventus. Decenas de miles de aficionados de cada bando se desplazan al partido. Pero los italianos son un público familiar, abuelos, padres, hijos, nietos, abuelas, madres, hijas, nietas… Los del Liverpool son en su mayoría hooligans, bárbaros del norte, bebedores y pendencieros. Una imprevisión coloca a dos grandes masas de seguidores una junto a otra en la curva de uno de los fondos del estadio.
Tres cuartos de hora antes del partido la horda del norte carga contra las familias pacíficas del sur, que tratan de escapar y se estrellan contra la valla que les separa del terreno de juego. Unos policías de mentalidad obtusa les impiden allí la salida, negándose a abrir los escapes. Y cuando reaccionan es tarde. El saldo final es de 39 muertos y 117 heridos, todos ellos del mismo bando. Cuando conectan las televisiones, el gran público asiste horrorizado al espectáculo de la retirada de cuerpos y más cuerpos. A pesar de eso se decide jugar, en previsión de males mayores, según explican luego las autoridades, que no veían conveniente suspender el partido, lo que podría dar lugar a una batalla campal en la calle. Los capitanes salen y leen un comunicado. Ellos saben que ha pasado algo tremendo, aunque hasta el final del partido no conocerán la dimensión de la tragedia.
Y se juega. Y gana la Juve con un penalti que señala el suizo Daina a favor de la Juve, por zancadilla de Gillespie a Boniek fuera del área. Lo transforma Platini y lo celebra con una alegría que resulta siniestra. Aún hoy avergüenza ver esa foto. El partido acaba sin más gol que ese. Entonces se conoce el recuento de fallecidos y estallan en mayor medida el dolor y la vergüenza.
Algo hay que hacer. La UEFA decide expulsar a todos los clubes ingleses de las competiciones europeas durante cinco temporadas. Y se comienza a estudiar la conveniencia de retirar las vallas, concebidas como protección a los protagonistas del juego, pero convertidas ya en varias ocasiones en trampa mortal para los espectadores en casos de avalanchas. Se hará, por fin, en 1989, con ocasión de otra tragedia similar en el estadio Hillsborough, de Sheffield, donde en un desempate de Copa entre el Nottingham y el propio Liverpool otra avalancha ocasionó 96 muertos y 766 heridos (véase el día 15 de abril).