366 HISTORIAS DEL FÚTBOL MUNDIAL | 22 DE MAYO
Zamora, encarcelado por los dos bandos de la Guerra Civil (1940)
Cuando comenzó la Guerra Civil, Zamora estaba en Madrid. Acababa de ganar la Copa de España, 2-1 del Madrid sobre el Barça en Valencia, con su última gran parada, a tiro de Escolà, en los trances finales del partido. Tenía fama de señorito de derechas, así que por precaución se escondió en casa de unos amigos. Pero un día los milicianos registraron esa casa y se lo llevaron. Pasó bastantes semanas en la Cárcel Modelo, más bien porque a los encargados les gustaba hablar con él. Le citaban tantas veces para salir, que prisioneros que salían libres contaban que le habían fusilado, pues muchas veces cuando se llamaba a alguien era para eso. El propio Queipo de Llano llegó a decirlo en algunas de sus célebres alocuciones en radio desde Sevilla. Hubo cierta campaña internacional para que le liberaran, y finalmente así fue. Durante un tiempo estuvo en la Embajada Argentina, y finalmente fue evacuado, vía Valencia, en el Tucumán hasta Marsella. Allí se quedó un tiempo, jugó algunos partidos con Samitier en el Niza y finalmente regresó a España, a la «zona nacional», por San Sebastián. Allí fue contratado por Manuel Fernández Cuesta para escribir en el naciente semanario Marca artículos deportivos, que firmaba como «Amoraz», su apellido descompuesto al revés.
Finalizada la guerra regresó a Madrid, donde encontró su casa saqueada. Había perdido todos sus recuerdos. El Aviación le contrató como entrenador, y como tal fue entrenador de la fusión del Aviación con el Atlético de Madrid y ganó el primer título de liga de la posguerra, así que ante él se presentaba una nueva y feliz vida, aún en el fútbol, aunque ya no pudiera ponerse bajo los palos. Lógico, puesto que estaba llegando a los cuarenta.
Pero de golpe se ve sorprendido por una nueva detención, esta vez por los nacionales, y procesado por faltar a la Ley de Responsabilidades Políticas de 6 de febrero de 1939. La acusación se basaba en que Zamora estaba incurso en el artículo 4, apartado n, de dicha ley: «Haber salido de la zona roja después del Movimiento y permanecido en el Extranjero más de dos meses, retrasando indebidamente su entrada en el territorio nacional, salvo que concurriese alguna de las causas de justificación expresadas en el apartado anterior». Zamora había estado más de dos meses fuera, no había cumplido con lo que se entendía como obligación de presentarse a la «zona nacional» en cuanto fuera posible. Para complicar más las cosas, el Diario de Burgos reproduce una entrevista publicada en plena guerra en Euskadi Rojo, real, inventada o exagerada, titulada «Zamora es rojo». En ella, el portero dice que él es una figura del pueblo, que siempre vivió por y para el pueblo, habla de que le trataron bien en la cárcel y viene a deslizar que quizá le internaron más para protegerle que para perjudicarle. En el clima fanático de los primeros meses de la posguerra cualquier cosa era posible, y Zamora se vio en la cárcel de Porlier, recordando cómo cuatro años antes, en la Modelo, los milicianos se hacían fotos con él y le llamaban cada poco para presumir de que le tenían ahí, o para presentárselo al amigo de la prima del vecino de un cuñado.
La prensa informa discretamente de que Zamora deja el cargo de entrenador del Atlético, que pasa a ocupar Lafuente. Saldrá de la cárcel a los tres días, pero la broma le costó seis meses de suspensión. No volvió a hacerse cargo del equipo hasta el 4 de diciembre. Así trataron los dos bandos enfrentados en la guerra a la máxima gloria nacional del momento.