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LA REVANCHA DE LA FINAL DEL 74

Schwarzenbeck: “Reina no lo hubiese parado ni con guantes”

Un tiro de Schwarzenbeck al que no llegó Reina dejó al Atlético sin la Copa de Europa de 1974. “Entonces ya era un hueso muy duro, como también lo es el equipo de ahora”.

Schwarzenbeck.
Schwarzenbeck.

—Al Bayern le tocará medirse con el Atlético. ¿Qué se le pasa ahora por la cabeza?

—¿Qué se me habrá pasado por la cabeza? Pues aquella final de 1974. Bueno, perdón, las dos finales.

—¿Cómo lo recuerda?

—Lo recordaré toda mi vida, es imposible de olvidar. Fue la situación más importante de mi carrera futbolística.

—Fue la primera Copa de Europa para el Bayern.

—Pero es más un recuerdo personal. Yo era defensa, no marcaba demasiados goles. Y jamás me hubiera imaginado marcar un gol tan importante.

—No fue uno de los partidos más fáciles para el Bayern.

—El Atlético entonces ya era un hueso muy duro. Y los españoles, al igual que hoy, ya eran grandes futbolistas en esa época. Recuerdo la primera final como un partido durísimo, la segunda ya menos porque les comimos la moral con mi gol. Estaban tan cerca de la gloria. Pero en el primer partido no nos encontrábamos cómodos. Y justo en la prórroga nos marcan el 1-0.

—Luis fue el autor. En el minuto 114.

—Recuerdo que nuestro entrenador nos dijo que no quedaba nada, dos o tres minutos como mucho. Nos metimos con todo el equipo, excepto el portero Maier, en el campo del Atlético. Les encerramos y de repente: saque de banda. El balón le llega a Beckenbauer y el Kaiser, con tanta gente por medio, no encontró otra vía de escape que dármela a mí. Se me pasó por la cabeza chutar y chuté.

—El gol que condicionó dos historias: la del Bayern y la del Atlético.

—Con el paso de los días uno se iba dando cuenta de lo que había logrado, de la importancia del gol. Fue un sentimiento muy intenso, pura felicidad. Muy difícil de explicar.

—Se llegó a decir que el árbitro del encuentro ya tenía el silbato en la boca.

—Prácticamente, si. Fue marcar el tanto y pitar el final. Creo que todo sucedió de la manera perfecta. La idea, el disparo, el final del encuentro, fue espectacular. No hay que añadirle nada más.

—¿Sabe que es el culpable de la maldición del Atlético?

—(Risas) Es lo que tienen las finales. Si marcas un gol, queda para la historia. Lo recordará todo el mundo. Y al perdedor también se le recuerda, en este caso en el Atlético.

—Se dice que Reina ya se había quitado los guantes para posar para los fotógrafos...

—En ese momento uno no se da cuenta de nada. Sólo éramos el balón y yo. Además también estaba un poco alejado del marco, 30 metros por lo menos. Tras el encuentro sí que me enteré de la historia, pero me daba igual. Además no creo que lo hubiera parado ni con los guantes puestos, iba muy bien colocado.

—¿Y qué le dice la gente cuando va de vacaciones a España?

—Cuando hay partidos de Champions la gente sí que se acuerda y me pregunta por aquella noche. Los jóvenes porque se enteraron de sus padres o abuelos, los mayores porque lo presenciaron. Este gol quedará para siempre.