Sampaoli: “Veo más partidos, pero menos fútbol que nunca”
Jorge Sampaoli se curtió en Perú y Ecuador hasta que triunfó en Chile, primero en la U y luego en la selección. Un técnico metódico con una idea de fútbol que ha hecho triunfarChina - Gales: China Cup 2018
—Viene de unos días en Barcelona, luce chaqueta informal oscura sobre unos vaqueros y botines grises, no rehuye el cuerpo a cuerpo y habla de fútbol con naturalidad. Le gusta. ¿Qué opina de los dos partidos que vio en el Camp Nou, el Barça-Madrid y el Barça-Atlético?
—Pues que el Barcelona está en un momento bajo. Es un equipo demasiado expuesto a los contragolpes y le hacen goles con facilidad. Sin la expulsión de Torres creo que el Atlético hubiera acabado ganando. Es impresionante lo difícil de marcar que fue Torres para el Barça. Su ausencia se notó.
—¿Le pareció justa la segunda amarilla a Torres?
—Hubo jugadas más claras de expulsión, la verdad. El árbitro estaba ahí para manejar los nervios y en esa acción concreta no lo hizo del todo.
—Lo que está claro es que su decisión marcó el partido, pues desde entonces se vio otro Atlético de Madrid.
—Sí, a partir de ahí el Atlético vivió el 75% del tiempo dentro de su área. Fue una invitación suya al Barcelona más que al revés. Sobre todo tras el cambio de Carrasco. Entonces se quedó sin salida, sin nadie que le diera metros por delante.
—¿Le gusta Simeone?
—Yo no siento el fútbol igual que él y creo que tenemos maneras distintas de ver este deporte. Dicho lo cual, es innegable todo lo que está haciendo en el Atlético. Nadie puede discutirle. El nivel de compromiso de sus jugadores hacia él es encomiable. Sólo así consigue ser una máquina que anímicamente siempre está bien.
—¿Y al Barça qué le pasa?
—Últimamente se ha convertido en un equipo de excesivas individualidades. También puede ser que a Messi y Neymar les estén afectando todos los problemas extradeportivos de los que se habla. Pero lo más grave es que en defensa sufre mucho. En casi todos los partidos que juega encaja goles.
—Pero tiene a Messi.
—Claro. Imagínese si hicieron ese homenaje a Cruyff, lo que hará el Barça cuando se vaya él. Y luego está Neymar. Vamos a ver si consigue mantener a ambos en los próximos años porque llegarán ofertas seguro y no será fácil retenerlos.
—El Madrid consiguió ganar en Barcelona con diez.
—Sí. Pero tampoco fue bueno su primer tiempo allí, pese a acabar ganando luego. Salir tan contemplativo y a expensas del rival fue un mensaje que un club con la historia del Madrid no debería dar.
—Sin embargo, Zidane salió reforzado por su planteamiento de repliegue rápido.
—Yo pensaba que Zidane tenía otra cultura de fútbol y otra forma de sentirlo. Me ha sorprendido. Pienso que ahora mismo el Madrid está ante su momento. Si construye un proyecto que por presupuesto e historia está capacitado para hacer, puede acabar con la hegemonía del Barcelona.
—¿Qué le falta?
—Ambición y el mismo compromiso de sus jugadores que en el Camp Nou. La realidad es que hoy en día el portero es su mejor futbolista. Está a un nivel impresionante Keylor. También creo que los extremos, Cristiano y Bale, deberían jugar más para Benzema. Si lo hicieran, metería 25 goles más.
—¿Qué equipo se pone ahora mismo como modelo?
—Veo al Bayern de Guardiola y noto su sello. Como pasa con los equipos de Bielsa. Eso me parece importante y no se percibe en todos los técnicos. No sé si ganará la Champions, eso lo decidirán los detalles. Lo que sí veo es más partidos que nunca y sin embargo menos fútbol que nunca.
—¿Se considera un impulsor de la escuela de Bielsa?
—Al principio me gustaba mucho Bielsa. Yo trabajaba en un banco y siempre que podía veía los entrenamientos y partidos de Marcelo. Hablo del primer Marcelo, cuando dirigía en tercera y cuarta división argentinas. Luego he cogido cosas de Guardiola. Me gusta mezclar cosas de ambos, no ser tan dogmático. Cuando hay diez religiones y uno sólo ve una, está perdiéndose otras nueve. Entendí que a la verticalidad había que añadirle posesión.
—¿Su carrera ha tardado en relanzarse porque no fue futbolista profesional?
—Bueno, yo me lesioné cuando era joven y tuve que dejarlo. En Rosario, a 600 kilómetros de Buenos Aires y sin haber sido jugador, no tenía oportunidad de hacer carrera. Tuve que salir a Perú, Ecuador y Chile y me fue bastante bien.
—En Chile llegó su apogeo, cuando el pasado verano ganó la primera Copa América de la historia de dicho país.
—Fue muy meritorio porque jugábamos ante equipos de élite sin ser nosotros un equipo élite. Fue duro ganar la final a Argentina, mi país. Planteamos una final sin pisar las áreas, en las que ellos eran claramente mejores. Argentina tiene la mejor selección del mundo y además a Messi. Nuestra estructura de partido fue una cuando la cogía él y otra cuando no.
—Usted es rosarino. ¿Sabía de Messi cuando era niño?
—Claro, todos allí le conocíamos. Tenía 8 y 9 años y le hacían jugar contra los de 14 y 15. Era un espectáculo. Le ponían cada diez minutos para que los rivales no sufrieran.
—¿Qué opina del debate argentino Messi-Maradona?
—Me cuesta comparar jugadores de distintas épocas. Para mí la diferencia es que Maradona jugando era puro amateurismo, lo vivía todo con pasión. Messi es más profesional. Y luego está cómo han calado entre la gente. El de Messi es un cariño más forzado comparado con el de Maradona.
—¿Y el de Di Stéfano?
—Es alguien muy respetado en Argentina. Piense que si llegaba algo de Europa en su época a nuestro país era del Real Madrid y de sus gestas.
—Volvamos al título con Chile. Hubo un momento clave, cuando Vidal es detenido por conducir ebrio y usted decide mantenerlo pese a la enorme presión social contra él.
—Se equivocó, pero yo le dije que confiaba en él porque había arriesgado su rodilla en el Mundial por jugar con Chile. Me llamó hasta la presidenta Bachelet para preguntarme sobre la postura que iba a tomar. Era decisión mía y opté por mantenerlo junto a nosotros.
—¿Cómo se hace para gestionar semejantes problemas y egos en un vestuario?
—Contra los egos no se puede luchar. Es decir, si tienes a Messi debes conseguir que Messi te quiera. Necesitas ganarte el cariño. Por lo general, si tú estás mucho tiempo transmitiendo un mensaje al final acaba cansando. Hay que saber cambiar de relato. Los entrenadores somos como los abogados que dicen lo que el jurado quiere escuchar.
—Ser un buen motivador, vaya. Usted sin duda que lo es.
—Lo intento. Antes de un partido importante en vez de charla les puse una película a los jugadores. Me gusta mucho el cine y así los distraje.
—¿Por qué, siendo campeón, salió de Chile? ¿Qué ocurrió?
—Pues que los dirigentes que llegaron a la federación tras la salida de Jadue hicieron público mi contrato y el de los míos. Se rompió la cláusula de confidencialidad. Así que lo arreglamos con ellos y decidimos marcharnos.
—¿Y cómo ve el futuro de Chile ya sin usted?
—Lo que más guardo de mi paso por Chile es el cariño de la gente y el respeto que me hicieron llegar. Espero que tenga suerte y pueda clasificarse para el Mundial. No lo va a tener fácil. La eliminatoria es muy difícil y jugar fuera de casa es extremadamente duro.
—Le tengo que preguntar también por la Selección española. ¿Podrá ganar la Euro?
—España está bien, pero quizá necesita un recambio. La vi contra Italia y no me gustó demasiado. Lo difícil de una selección es que hay que hacerla funcionar como un equipo. No es fácil, pero cuando se consigue los jugadores se involucran mucho con su seleccionador.
—Del Bosque siempre ha hablado maravillas de usted...
—Recuerdo que tras un partido amistoso me dijo que jugábamos de manera kamikaze. Me pareció un halago y me dio una idea. Juguémosle a los grandes yendo a por ellos.
—¿Y ahora, Jorge?
—Bueno, estoy teniendo reuniones para ver si acepto propuestas que me han hecho. Espero que alguna salga adelante.