366 HISTORIAS DEL FÚTBOL MUNDIAL | 24 DE MARZO
Villar le pega una bofetada a Cruyff (1974)
Ángel María Villar Llona es conocido como presidente de la Federación casi vitalicio, pues alcanzó el cargo hace más de veinte años. Pero antes de eso fue jugador, estimable jugador. Figuró muchas temporadas en el Athletic como titular en el medio campo, donde se distinguía por su trabajo, su inteligencia táctica y buen toque. Frecuentó la selección en sus mejores años. Era jugador de brega, pero limpio, poco dado a incorrecciones. Pero aquel día perdió los nervios.
Visitaba San Mamés el Barça. Era el Barça del primer año de Cruyff, el Barça del 0-5 en el Bernabéu, el Barça que ganaría su primera liga en catorce años, los que hacía de la salida de Helenio Herrera. Esa temporada se había autorizado de nuevo la importación de extranjeros y el Barça incorporó a Cruyff y Sotil. La apertura de las fronteras había sido muy criticada en Bilbao, por razones obvias, así que el partido se disputó entre alguna tensión. Cruyff, por otra parte, era un jugador genial pero de aire arrogante, tenido un poco por provocador. En parte porque lo era, en parte también porque la excelencia de su juego hacía en ocasiones sentirse en ridículo a sus marcadores. Además Cruyff era, a los ojos de San Mamés, el mayor símbolo de lo que no querían: el jugador venido de fuera, por mucho dinero, competencia desleal a juicio de un club que tiene como ley de bronce trabajar solo con gente de la tierra. Villar, que jugaba en el medio campo junto a Zabalza y Uriarte, tenía la misión de marcar a Cruyff cuando este retrocediera para arrancar la jugada desde atrás. Así lo hizo, y tuvieron algún roce, particularmente en una acción dura de Cruyff contra él cerca del banquillo del Barça. El caso es que en el minuto 36, cuando llegaban al borde del área del Athletic para esperar el saque de un córner, Villar le soltó una tremenda bofetada a Cruyff, que previamente le había provocado de palabra. Al instante comprendió que había obrado mal y se dirigió al vestuario sin llegar ni siquiera a ver cómo el árbitro, Soto Montesinos, le enseñaba la tarjeta roja. Buena parte de San Mamés aplaudió a Villar. El partido, que finalizó sin goles, era televisado en directo, lo que dio más dimensión todavía al asunto.
El miércoles se conocieron las sanciones y la de Villar fue dura: cuatro partidos de suspensión. El jugador se escondió de la prensa los días siguientes, rehuyendo hacer declaraciones. Incluso en lugar de dormir en su casa, muy próxima a San Mamés, prefirió recluirse en Lezama, a fin de estar más apartado. Su hermano sí habló por él en la prensa: «Cruyff le estuvo insultando todo el tiempo, buscando su respuesta». También trascendió a la prensa que los restantes jugadores del Athletic se hacían solidarios con Villar en el pago de la correspondiente multa. Por su parte, Villar solo rompió su silencio unos días después: «Quiero olvidarlo todo y pronto. No quiero que se desorbiten las cosas y por eso no voy a hacer declaraciones». Sobre la sanción se limitó a decir. «Me parece excesiva, pero como deportista la acepto. Ya tengo bastante problema con haber agredido al famoso Cruyff. Lo peor es que para quienes no me conozcan tal como soy, dentro y fuera del terreno de juego, voy a quedar señalado para siempre por esta jugada.»
La verdad es que el lance despertó más bien un movimiento de simpatía hacia Villar en toda España, salvo, lógicamente, entre los barcelonistas. Tanto por la irritación que producían algunas de las actitudes de Cruyff como por la reacción espontánea del vasco, al «expulsarse» a sí mismo sin esperar ni siquiera a que el árbitro le enseñara la tarjeta roja.