HISTORIAS DEL FÚTBOL MUNDIAL... 20 DE MARZO
Un presidente le da un paraguazo a un árbitro (1977)
Jugaba el Barça en El Plantío, campo del Burgos, que por esos tiempos estaba en Primera. Era el Barça de Cruyff, aunque no era el mismo Cruyff de su llegada. Jugaba menos, mandaba más, protestaba más. Se estaba haciendo impopular. El partido se televisaba, por lo cual el presidente del Burgos, José Luis Martínez Laredo, había decidido dar acceso gratis a las mujeres que acompañaran a un socio o a un aficionado con entrada, y también a los niños en las mismas circunstancias, a fin de que en la televisión no aparecieran gradas vacías. Y el partido se jugó con un gran aire de pasión local. Y más a partir de anulársele un gol al Burgos porque el árbitro, el andaluz Fernández Quirós, entendió que había existido falta previa de su autor, Quini. El propio Quini marcó para los locales, al principio del segundo tiempo, el único gol que campeaba en el marcador.
En el minuto 89 hay un barullo en el área local que el árbitro sanciona con penalti a favor del Barça, lo que desata las iras. En el barullo de las protestas, un jugador le da una patada a Fernández Quirós, que expulsa a Palmer. (Luego la televisión aclarará que el agresor ha sido Ruiz Igartua, no Palmer.) En medio de una terrible tensión, Cruyff tira el penalti, que detiene Manzanedo. Muy poco después, Fernández Quirós pita el final del partido y trata de alcanzar el túnel como buenamente puede, pero se monta un revuelo en el que recibe agresiones, algunas de las cuales consigue devolver. (Había sido jugador de waterpolo y presumía de buena forma física.) En el barullo le pega un cate tremendo al utillero del Barça, que en realidad estaba tratando de protegerle. Uno de los agresores que caen sobre el árbitro blande un paraguas, con el que trata de golpearle, y un gorro de lana. En el tumulto pierde el gorro de lana y en la televisión se aprecia con claridad que se trata del propio presidente del Burgos, Martínez Laredo, de calva inconfundible. Al día siguiente el telediario muestra una y otra vez la imagen. Martínez Laredo se hace súbitamente popular.
El comité toma cartas en el asunto. Fernández Quirós justifica su error con Palmer por el tumulto ocurrido, y al verdadero culpable, Ruiz Igartua, le caen dos partidos. Él se excusa: «No le quise agredir, solo puse el pie y él tropezó». También se defiende el presidente, Martínez Laredo, que dice que saltó al campo blandiendo el paraguas para proteger al árbitro, pero las imágenes no amparan esta versión, ni mucho menos. Le suspenden por tres meses, a lo que reacciona declarando que: «Todo lo que ocurre en Alberto Bosch, desde la terraza al sótano, es un cachondeo». (Alberto Bosch era en aquellos años la sede de la Federación.) En vista de eso, se le duplica la suspensión, que pasa de tres a seis meses. Fernández Quirós se quejará más adelante de que una declaración impertinente tuviera a efectos federativos la misma sanción que una agresión a la persona de un árbitro.
Por su parte, Martínez Laredo, que era un significado madridista (ese verano traspasará a su mejor jugador, Juanito, que actuó brillantemente en el partido de autos, al Real Madrid, véase el 1 de noviembre), quedó marcado por aquellos hechos. En más de una ocasión manejó la posibilidad de presentarse a la presidencia del Madrid, pero el recuerdo siempre presente de aquella escena hizo que su entorno le disuadiera de la intención una y otra vez.