El Villarreal ya está en cuartos con Asenjo en plena forma

Suele pasar que lo que uno imagina mientras descansa en la cama luego jamás sucede. Prueben. Ya sea entre la emoción de los sueños o en la angustia de las pesadillas. Anticipar es normalmente una pérdida de tiempo. El Villarreal se acostó el miércoles concienciado de que, tras el 2-0 de la ida, en Leverkusen iba a tener que sobrevivir a un verdadero ciclón. Y pese a que éste nunca apareció y el vendaval acabó siendo él, le costó mucho variar sus planes iniciales y comportarse como suele hasta el final. Vivió remangado y se olvidó del balón. Se abrigó en defensa con orden, regaló la posesión a su rival (72% en el primer tiempo) y no acertó a dar tres toques seguidos para salir a la contra con eficacia. Pero esa confusión no le quita méritos ni grandeza. A pesar de todo, sonrió, que es lo que importa, y ya está entre los mejores. Lo que es él. Sobre todo porque su defensa es puro hormigón.

El Bayer mandó por necesidad, pero demostró que le falta talento en medio campo y más pólvora que la que aporta Chicharito. El nervio de Wendell, el talento de Brandt y Çalhanoglu y paren de contar. El Villarreal, cómodo atrás quemando los minutos, pocas veces se vio agobiado. Y así, sin sufrimientos aunque raramente obsesionado con mostrar las pinturas de guerra, alcanzó el objetivo con justicia. Como premio a la puntería de la ida y como reconocimiento a la concentración y a la obediencia de la vuelta. Marcelino puede estar orgulloso.

Asenjo fue el hombre del partido. Fue el único jugador del Villarreal que imaginó por la noche un encuentro agradable en el que estrenarse esta temporada y disfrutar, y cumplió todos sus deseos. La experiencia es un grado. Pese a estar fuera de los terrenos de juego durante 322 días, el guardameta volvió al tajo con la misma personalidad y agilidad de siempre. Cuatro acciones comprometidas, cuatro aciertos. En la primera mitad sólo Çalhanoglu le complicó la vida, pero sacó una mano prodigiosa. En esos minutos el Villarreal no hizo más que repeler centros y perder el balón en medio campo. La única vez que trenzó con sentido, Soldado dejó sólo a Denis ante Leno. Un control defectuoso, inusual en la perla, impidió que matara la eliminatoria.

El Bayer se fue al descanso frustrado por no encontrar espacios. Siempre corrió más por compromiso que por creer. Las aficiones nunca dejan de exigir. Aun así, el Bayer sólo volvió a inquietar en el 54’ con un gran cabezazo de Papadopoulos (con falta previa) al que Asenjo y el palo le negaron el gol. Mientras, el Villarreal se defendió convencido de que cuando el cansancio y los espacios aparecieran, el duelo se decantaría a su favor. Y así fue. Bakambu (66’), Soldado (72’), Trigueros (92', sin portero) y Adrián (94') pudieron marcar y golear con las habituales salidas del Villarreal a la contra. Tal fue el miedo que infundió el Villarreal al galope que el Bayer quedó definitivamente rendido. Y el BayArena, mudo. Seguro que no es lo que habrían soñado.