366 Historias del fútbol mundial | 27 de febrero
Florentino deja repentinamente el Real Madrid (2006)
Florentino Pérez llegó a la presidencia del Madrid en el verano de 2000 y revolucionó el club. Compró los mejores jugadores del momento, consiguió la recalificación de la vieja Ciudad Deportiva, con lo que obtuvo fondos para esos fichajes y para saldar la deuda, emprendió la construcción de otra, mucho más amplia y mejor, y recuperó un discurso de valores y de seriedad que le dieron al club un nuevo respeto. Sus primeros años fueron la perfección, con títulos importantes y un aire ejemplar en todo lo que hacía el Madrid, convertido en el referente mundial.
Pero a partir de la cuarta temporada todo empezó a torcerse. Para algunos fue por el fichaje de Beckham, que habría venido más por conveniencias comerciales que futbolísticas; para otros, por la salida del club de Del Bosque, entrenador las tres primeras temporadas de Florentino, que había sabido, con su estilo cachazudo, manejar los caprichos de las vedettes; para otros, por la salida de Valdano, un año más tarde, si bien esta se produjo después del extraño y espectacular derrumbre sobrevenido tras la final de Copa de ese año; y dentro del club hubo (y sigue habiendo) hasta quien relacionó la caída del Madrid con el terrible atentado en los cuatro trenes de cercanías el 11-M, que coincide cronológicamente con el final de aquella euforia. El caso es que desde que empezó la quinta temporada el Madrid ya no era el mismo. No había ganado nada en la anterior, había perdido cinco partidos de liga consecutivos y parecía estar desorientado. Llegó Camacho como entrenador, pero dimitió pronto; le sucedió García Remón, despedido en Navidad para dejar paso a Luxemburgo. Al mismo tiempo entró Sacchi como secretario deportivo. Los fichajes empezaron a ser de menor tono. Pasó otro año en blanco. Luxemburgo empezó la sexta temporada pero pronto cayó y le sucedió López Caro, del Castilla, un hombre de perfil bajo. Se fue Sacchi y le sucedió Benito Floro. Todo era desconcertante cuando el Madrid viajó a Mallorca para disputar un partido de liga del que volvió derrotado. Y Sergio Ramos se quejó de que cuando había marcado su gol nadie había acudido a felicitarle.
El Madrid estaba tercero en la tabla. En la Champions había perdido el partido de ida ante el Arsenal en el Bernabéu, en octavos. Tenía pendiente el de vuelta. Repentinamente, al regreso de Mallorca, Florentino dimitió: «He maleducado a los jugadores», fue la esencia de su discurso de despedida. El Madrid «galáctico» había caído en pecados de fatuidad y molicie, sus jugadores se creían tan grandes que ningún entrenador conseguía imponer unas pautas de trabajo, y el vedettismo hacía además que algunos se miraran mal entre ellos. Florentino entiende que su salida puede servir de revulsivo, que llevará a la reflexión a esos jugadores, y se va. Fija como sucesor a Fernando Martín, uno de sus vicepresidentes, pero este, tras unas semanas en las que da un aire algo precipitado, es obligado a dimitir por su propia junta, que coloca como presidente provisional al más veterano de ellos, Gómez-Montejano, para que convoque elecciones. Las ganará Ramón Calderón, uno de los directivos de Florentino, pero por corto margen. Su mandato será polémico, pese a las dos ligas ganadas y a que el equipo recupera una ética del esfuerzo perdida. En enero de 2009 dimite, una vez constatado que se colaron en la asamblea personas que no eran socios para votar a su favor. Tras un interregno pacífico de uno de sus vicepresidentes, Vicente Boluda, vuelve Florentino, sin opositor en las elecciones. Ya no están sus «galácticos». Ficha a otros nuevos (Cristiano, Kaká y Benzema) y reemprende las cosas donde las dejó.