SEVILLA
La inevitable 'soledad' de Konoplyanka en el Sevilla
El ucraniano, valiente y mordaz sobre el campo, sigue teniendo en su falta de comunicación su mayor enemigo en su adaptación.
Pasaron seis meses desde su llegada y no encontró aún su protagonismo. Konoplyanka camina hacia el avión que lo lleva a Noruega con la mirada cabizbaja y posando con algún aficionado valiente que lo invita a una fotografía en la que no se escucha ninguna palabra.
A unos metros, sin parecer su escudero inseparable, está Dimitri Cheryshev: "Sigue adaptándose, poco a poco se siente mejor". Pero no sólo sus contados minutos invitan a la paciencia: el ucraniano lucha contra una soledad casi inevitable. Sus compañeros, concentrados en grupos generalmente marcados por el idioma, ríen, bromean y hablan de las duras temperaturas noruegas.
Él convierte el silencio en su única baza ante miradas y palabras aún incomprensibles. Hoy, en Noruega, espera hablar sobre el césped. Quiere un sitio protagonista que aún no encontró y lo pide con cierta impaciencia por marcar diferencias. Ahí la adaptación exige menos cautela. Ahí no hay idiomas que limiten su obligación.