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REAL MADRID

Cassano: "Zidane es 'chapeau' y será un entrenador top"

“Llegué al Madrid pesando 93 kilos y mi peso ideal era 83. Fui un tonto por portarme como me porté. No pensé que estaba en el equipo más grande”. Es Cassano en estado puro.

Cassano: "Zidane es 'chapeau' y será un entrenador top"

—¿Vuelve a ser feliz en la Sampdoria?

—En mi corazón hay tres equipos. El primero es la Sampdoria, luego el Inter, porque soy aficionado desde pequeñito, y el Parma, más aún después de la situación que atravesó. Del resto ya me olvidé (risas). ¡En el Madrid jugué sólo tres o cuatro veces! (Risas). Fue por culpa mía, claro, y porque estaban los mejores del mundo y de la historia: Ronaldo, Zidane, Raúl…

—¿Cómo se enteró de que el Madrid le quería fichar?

—La Roma de Spalletti me tenía apartado... Me llamó Bronzetti y me dijo: ‘Antonio, ¿quieres ir al equipo más grande de la historia?’. Yo dije: ‘¿Cuál es el equipo más grande de la historia?’. Él contestó: ‘El Real’. Y me quejé: ‘Ernesto, vete a tomar por el c…’. Vino a mi casa y me pasó al teléfono a Florentino...

—¿Y?

—No podía decirle que no al Madrid. Mucha gente pagaría dinero por jugar ahí. ¡Era el Madrid de los Galácticos! Zidane, Figo, Raúl, Beckham, Guti, Roberto Carlos, Casillas…

—¿Por qué no triunfó?

—En el campo era Robinho o yo. Empecé bien, marcando, pero cuando vas al Madrid puedes hacer dos cosas: estar con la familia, centrado, o ir a hacer el tonto.

—¿Y qué hizo usted?

—Hice la segunda cosa, el tonto, pero me lo pasé perfecto.

—¿Le da pena haber dejado pasar esa oportunidad?

—Sí. Es normal. No pensé que estaba en el equipo más grande de la historia. Sólo un tonto puede tener el comportamiento que yo tuve en el Madrid.

—¿Con quién se entendía mejor en el campo?

—Se lo digo siempre a mis compañeros. Yo he jugado con dos de los cinco mejores de la historia: Zizou y Ronie, El Fenómeno. Pero yo pienso que si hubiera tenido la cabeza y la profesionalidad en el tope, Guti podía haber sido de los mejores de la historia.

—Mucha gente dice eso.

—Guti tenía una calidad fantástica. ¡Fantástica! Era de otro mundo. Podía jugar de mediocentro, de enganche, de mediapunta, por las bandas…

—¿Le fallaba la cabeza?

—¡Era una buena persona! Todo el mundo habla bien de él, pero un día se entrenaba bien, otro no, otro día se marchaba y nadie sabía qué hacía...

—¡Como usted!

—Sí, yo peor, yo era un desastre. Por lo menos él jugó 15 años en el Madrid...

—¿Y Zidane?

—Chapeau, como jugador, como persona… ¡Cómo se entrenaba! No hablaba nunca, pero mire, en un año y medio habló tres veces y todo el mundo le escuchó sin decir ni una sola palabra.

—No solía hablar…

—Se entrenaba a tope, a tope. Siempre. Y siempre buscaba que el equipo entrenara a tope. Él y Raúl, dos líderes, pero diferentes. Uno hablaba como capitán, y el otro, Zizou, hablaba cuando tenía que hablar y todo el mundo le escuchaba.

—¿Le irá bien como técnico?

—Yo pienso que va a ser un entrenador top. Si Zizou dice una cosa los jugadores tienen que escucharlo. Pocos tienen la personalidad y la confianza que tiene él. Ha hecho historia. Todos tendrán que escucharlo. Cristiano el primero. ¿Quién le va a llevar la contraria?

—¿En su Madrid ligaba más Beckham o usted?

—¡Yo! David era perfecto, pero también era una buena persona (risas). El tonto era yo, él tenía mujer. El cien por cien de las chicas querían conocerle a él, pero no era posible porque estaba casado y ya tenía un hijo. Yo tenía novia cuando llegué al Madrid, sí, pero después de un mes…

—Comida, sexo y fútbol. ¿Hay algo más en la vida?

—¡Perfecto! Es la cosa mejor. Hasta el 2 de febrero de 2008, ¡eh! Después conocí a mi actual mujer. Pero hasta 2008, sí.

—¿Ha sido adicto al sexo?

—Sí… Sí. Cuando uno tiene 20 años y le gustan las chicas tiene una fuerza que puede hacerlo cada día. Y tenía la oportunidad. ¡Era Cassano, el futbolista del Madrid! Si hubiera trabajado en cualquier otra cosa no me hubiera mirado ninguna… ¡Ni mi madre! (risas). Yo soy bueno, pero no guapo.

—¿Mejoraba su rendimiento una noche loca de sexo?

—Si hablamos del Madrid, no. No jugaba porque tenía diez kilos de más. Simplemente eso. Tenía la cabeza en otra cosa. Pero en el Roma creo que sí…

—¿Alguna historia que contar?

—Una buenísima. La víspera de un 4-0 ante la Juve. Robé las llaves de Trigoria (la Ciudad Deportiva del Roma) y volví a las seis de la mañana. Fue mi mejor noche en un campo: provoqué un penalti y marqué dos goles.

—¿Y a la comida, es adicto?

—Sí… Todavía ahora. Como dice un amigo, cuando comes cosas buenas, engordas.

—Es un peaje que se paga...

—Cuando como pasta, pan, dulce, jamón… Ahí soy feliz. Es obvio que si comes mucho todos los días eres un tonto. Y yo era un tonto a los 20 años. Ahora no puedo hacerlo…

—¿Con cuántos kilos llegó al Real Madrid?

—¡Con 93!

—¿Pero cuánto mide usted?

—1,75. Mi peso ideal es 83. Para que se haga una idea, esta temporada la empecé en la Sampdoria con 95 kilos...

—¿Cuánto pesa ahora?

—83. Pero no vea cómo me cuesta perder peso. Sin embargo puedo engordar siete u ocho kilos en un mes...

—¿Tiene tendencia?

—Soy muy exagerado. El marzo pasado, después de una semana en la montaña en casa de mi suegro, pasé de 83 a 93 kilos.

—¿Se comió una vaca entera?

—Todo, gorgonzola, polenta...

—En Madrid tenía fama de comer en las concentraciones...

—Tenía un amigo allí en el Mirasierra, y a las diez me pasaba lo que quería de comida a la habitación. Yo le daba 200 o 500 euros. La pena era que no estaba cuando jugábamos fuera (risas).

—¿Rondaban también las mujeres por el hotel?

—Normal. Yo me acuerdo en la gira que hicimos en Estados Unidos, que era la misma cosa. Veían un chandal del Madrid y…

—¿Por qué le apartó Capello de la disciplina del Madrid?

—Todos dicen que fue porque lo imité, pero no era verdad. Me peleé con él en Xerez. Ganamos 3-1 y me dejó calentando 45 minutos. A mí y a Ronaldo. Estaba fuera de mí. Casi llegamos a las manos. Él tenía razón entonces. Todavía ahora la tiene. Capello sacó lo mejor de mí. Una temporada en el Roma con él marqué 23 goles. ¿Por qué? Porque siempre estaba con el martillo, detrás de mí.

—¿Se siente cómodo en el papel de futbolista rebelde?

—Puede ser… Fui un desastre total los primeros 16 años de mi vida. Puede llamarlo ser rebelde, ser un loco. Luego me fue imposible cambiarlo cuando empecé a ser futbolista profesional. Soy feliz así...

—¿Cómo marcó su fútbol el haber nacido en Bari, el sur?

—En el sur de Italia la mayoría somos un poco hijos de p… Quiero decir que somos muy listos. Yo vengo de un sitio en lo que lo único que podías hacer era jugar a la pelota. La gente que me rodeaba no le gustaba trabajar, no le gustaba ir a la escuela… Sólo jugar.

—¿Dónde empezó a jugar?

—En el mercado de mi ciudad. Se cerraba y allí empezábamos, sorteando gente y puestos. Desde las dos a las nueve, las diez o las once. No paraba de jugar.

—Lo pasaban bien.

—Y si tienes suerte, como yo… Debuté ante el Inter y marqué rápido. Y eso me arregló la vida.

—¿Cómo habría terminado de no haber marcado ese gol?

—No se sabe… Mucha de la gente que me rodeaba terminó en la cárcel. Pero...

—¿Pero?

—Pero mi personalidad me ha causado muchos problemas. En Roma, en Madrid…

—¿Le cuesta trabajo asumir la autoridad?

—De joven hacía las cosas sin pensar. Yo vengo de la calle, y tengo una personalidad muy fuerte. Yo pensaba que el fútbol era la calle, y no era así.

—Pero se ha dado cuenta…

—Ahora soy consciente, pero cuando tenía 22 ó 23 años… Imagínese. Luego, cuando empiezas a tener hijos, te cambia la vida…

—Hablando de cambios, ¿cómo le afectó en 2011 ser operado del corazón?

—Antes yo no creía en Dios, ni en él ni en nada. Cuando tuve este problema yo creo que alguien divino me tocó con su mano. Yo antes blasfemaba mucho. Ahora, si otra persona lo hace, me enfado bastante.

—¿Sí?

—Pienso que alguien me puso una mano en la cabeza y me sostuvo. Lo sentí así.

—¿Algo superior le salvó?

—Para mí, sí.

—¿De qué se acuerda?

—De todo. Cuando terminé el partido contra el Roma estaba mareado volviendo en el avión. Le dije a Thiago Silva que llamara al doctor, que estaba en la parte de adelante. Bajando las escalerillas vino el doctor y le conté.

—¿Y qué pasó?

—Me hizo lo típico de que siguiera el dedo con la vista. Hubiera apostado todo mi dinero a que mis ojos seguían el dedo. Pero el doctor me dijo: “Antonio, vamos al hospital”.

—No seguía el dedo…

—No. Pero yo pensaba que sí… Hicimos todos los controles y me faltaba uno. Todo estaba correcto pero querían hacer una imagen del corazón del otro lado. Y ahí se vio que había una malformación.

—¿Qué pensó?

—Me cagué. Entonces tenía sólo un hijo. Pensé: “Si hay alguien arriba, por favor, que haga que vuelva a ver a mi hijo de cuatro meses otra vez; luego me podré ir…”. Por eso le digo que alguien de arriba me salvo. Eso creo.

—¿Le ha cambiado mucho la vida?

—Primero me la cambiaron los hijos, luego la operación.

—Ahora el Madrid se enfrenta al Roma, su primer gran equipo: ¿Cómo recuerda su paso por la Roma?

—Tengo un buen recuerdo. Cuando era pequeñito siempre quise jugar con Totti.

—¿Cuántos años le sacaba?

—¡Seis! Yo tenía 18 y el 24. Entonces jugaba también Zidane en la Juve...

—¿Quién fue su gran ídolo?

—Maradona, porque jugó en el sur… Pero ahora, para mí, el fútbol es uno solo, el número 10 del Barcelona. Y nada más. Es el primero y luego no hay un segundo. Ya hay que ir al tercero, al cuarto… ¡Y hablo de toda la historia eh!

—¿Messi por encima de Maradona?

—Si por favor, cinco Balones de Oro y 26 o 28 títulos. Ahora el fútbol es más difícil, y sobre todo más físico que en la época de Maradona. Ahora juegan contra Messi y pam, pam, pam… ¡Le pegan! Y no cambia nada para él. Marca cuando quiere.

—¿Y entre Cristiano y Messi?

—Mire, Cristiano es como Nadal, y Messi como Federer. Nadal es un fenómeno, pero cuando el físico le baja no puede ganar todo. Federer tiene 35 y con la calidad que tiene está siempre a tope. Ahora Cristiano está con Messi, pero en dos o tres años bajará. Messi jugará hasta los 35, 36 o 37…

—Totti es un poco como usted, un tío de barrio…

—Sí, hacía muchos sacrificios, una persona fantástica. Me quedé seis meses a vivir en su casa cuando firmé con la Roma. Mi sueño era jugar allí por gente como él. En mi época eran la Roma y la Juve los fuertes y yo en la Juve no me veía.

—¿Por qué?

—Porque yo soy muy latino, y en la Juve parecen soldados. Y yo no puedo. Son profesionales y ganan, la verdad. Pero yo tengo que estar por encima de mi peso, comer lo que quiero, mandar a tomar por c… a alguien…

—O a un entrenador…

—O a muchos entrenadores, a casi todos…

—¿Cuánto tiempo vivió en casa de Totti?

—Seis meses hasta que vinieron mi madre y mi primo a vivir conmigo.

—Usted y Totti se enfadaron mucho, ¿qué pasó?

—Nada, que tenía 19 años y si me decían algo… Le falté el respeto y dejé de hablarle dos años.

—¿Admiró el fútbol de la Selección española?

—Sí… En aquella final de la Eurocopa a España no se le podía ganar. Empezó el partido, perdimos el balón a los 10 segundos y ellos empezaron tun-tun-tun… ¡Dos minutos y medio tocando! Pensé: ‘Estamos muertos’. Cuando juegas con un equipo así te quitas el sombrero y ya está.

—¿Qué jugadores españoles le gustaban más?

—Iniesta y Xavi. Yo siempre digo en casa: “Tuve la suerte de coincidir con Messi, Xavi e Iniesta”. Son tres de los cinco que me gustaron más.

—¿Tiene esperanzas de ir a la Eurocopa?

—Sueño con ello, pero creo que tengo una posibilidad entre un millón. Conte no me ha llamado en dos años. El equipo funciona. Pero este año me he sacrificado todo lo que he podido, vuelvo a estar en mi peso ideal.