VALENCIA / OPINION
Llamando a Singapur
Si no fuera porque la situación del Valencia no está para chistes, pensaría que Gary Neville estaba sobre el césped tras el partido llamando por teléfono a lo Gila. Quizás habló con el enemigo para decirle que cómo se le ocurre a Rubén Castro hacerle un gol a los suyos a la hora del té. O quizás estuviera hablando con alguien del Espanyol para preguntarle por cómo jugarán el sábado en Mestalla y así al menos aspirar a empatar tácticamente a algún rival. O tal vez contactó con Hogdson para contarle la de cosas que está aprendiendo en su máster por Mestalla. O simplemente con un colega para explicarle que tras 143 millones invertidos en (¿planificar?) el equipo, le toca alinear a dos cedidos recién llegados y a un canterano en el centro del campo.
Pero no. El Valencia no está para chistes, aunque su entrenador demuestre su humor inglés riéndose en la sala de prensa como lo hizo ayer. Del ‘next question’ del Camp Nou al ‘contesto lo que me da la gana’ del Benito Villamarín. Desconozco si al otro lado del teléfono, en la llamada que hizo/recibió Neville y que cazó el fotógrafo Toni Rodríguez, estaba Peter Lim. Lo que es una evidencia es que el Valencia necesita que alguien llame al 112 o a este paso habrá que buscar por la F de funeraria.
Mestalla, hora de animar. Me importa ya poco qué pasará con Neville. Sea esta semana o en junio, que le vaya bonito en el Salford o donde recale después de Mestalla. Al Valencia le quedan por delante 15 finales en Liga y eso es lo único que cuenta a estas alturas. Quizás sean demasiadas jornadas como para dárselas a Voro y entiendo que alguno quiera creer que queda tiempo para salvarse con Neville sin necesidad de hipotecar el futuro con otro entrenador. Ocho de esas finales son en Mestalla. Es su afición la única que sí o sí va a estar allí el año que viene.