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366 Historias del fútbol mundial | 4 de febrero

Jesús Gil toma una decisión desastrosa (1991)

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Jesús Gil toma una decisión
desastrosa (1991)

Hacia finales de la primavera de 1991 Jesús Gil compareció en un magacín de tarde de televisión, de Nieves Herrero, ufano, al frente de su equipo Cadete B. «Estos chicos han ganado el  campeonato con 127 goles, y aquí hay uno que ha marcado 44.» Y entresacó del grupo a un chavalín, pequeño y escurrido como una trucha. «¡Dile a Nieves cómo te llamas!» «Raúl  González», contestó el chaval. «Eso es, ¡Raúl González! Acuérdate, Nieves, porque este chico será un fenómeno.» Y lo fue, pero resulta que no lo disfrutó el Atlético, sino el Real Madrid. Y eso que el chaval era rabiosamente atlético y antimadridista desde niño según cuenta en su propia autobiografía. ¿Cómo pudo ser eso?

Pues porque Gil tomó la mala decisión de cerrar casi por completo la cantera, según comunicó este día a sus colaboradores, dentro de la maraña de estudios económicos que hacía para la  reconversión del club en sociedad anónima. La cantera costaba entonces ochenta millones de  pesetas al Atlético. Tenía en funcionamiento ocho equipos, en juveniles, cadetes, infantiles y alevines, con dos por categoría, A y B. Ya en enero había pensado en dar de baja al Juvenil B, cosa que hizo finalmente este día, retirándolo bruscamente del campeonato. La situación en el club era entonces delicada para la gente del fútbol base, con impagos de sueldos a los técnicos y de ayudas a los chicos de fuera de Madrid, a los que se les venían dando 30 000 pesetas al mes para pagar la pensión. Gil decidió tirar por la calle de en medio y dejó la cantera reducida de forma testimonial a dos equipos: un Juvenil y un Cadete, al que llamó Atlético Chopera, porque jugaba en las instalaciones de este nombre que hay en el parque del Retiro. Decenas de niños quedaron libres, sin equipo en el que jugar. Los mejores de ellos fueron captados por el  Madrid. Entre ellos está Raúl, con quince años recién cumplidos, flamante campeón de España de su categoría. (Ganó el título de España en Tenerife, y nada más acabar el partido se fue a la tele, a ver cómo el Atlético le ganaba la final de Copa al Madrid en el Bernabéu, con goles de Futre y Schuster. En su autobiografía lo recuerda como el día más feliz de su infancia.) Tote, que también llegó al Madrid (el de la célebre rabona en Huelva), formó parte igualmente de esa desbandada.

Y Raúl dará quince años de goles y éxitos al Madrid. Fue una pérdida tremenda, que no obstante la casualidad pudo remediar. En el verano de 1994 Raúl se enfadó porque no le pusieron en la final de Copa de juveniles y regresó al Atlético con la idea de fichar. Le ofrecían ficha en el filial para esa temporada, y para la siguiente en el primer equipo. Pero antes de  formalizar el contrato, Valdano, entonces entrenador del Madrid, le convenció para que se quedara y él accedió. Comenzó jugando en Tercera División, pero pronto Valdano empezó a subirle en amistosos y finalmente le hizo debutar, a los tres meses de eso, en Zaragoza (véase el día 29 de octubre). Los años le harían una gloria del Madrid. Cuando el Atlético rehízo su cantera ya era tarde. La «generación Raúl» se había perdido. Pero una nueva figura confirmó la conveniencia de tener equipos inferiores: el Niño Torres. Incorporado al primer equipo con diecisiete años, contribuyó al ascenso, jugó en el eje del ataque seis temporadas, mantuvo viva la llama del club (todos los niños que en los años del Madrid galáctico se han hecho del Atlético lo han escogido como su ídolo y llevan su camiseta) y cuando se fue dejó en caja 36 millones de euros, con lo que quedó pagada la cantera para varias decenas de años. Eso confirma que de todas las decisiones catastróficas de Gil, la de cerrar la cantera fue la peor de todas.