366 Historias del fútbol mundial | 26 de enero
El propio Manchester suspende a Cantona (1995)
Éric Cantona, Éric el Rojo, Loco Cantona, Rey Éric… Estos eran los apodos con que los hinchas del Manchester United conocían a su genial delantero francés, un tipo grandón y fuerte, casi con físico de jugador de rugby, pero al tiempo de una calidad exquisita, que no cabía asociar con su físico. Un grande del fútbol. Pero era también jugador de conductas explosivas que procuraban buen material a la prensa amarilla. Llegó al Manchester procedente del Leeds tras haber dejado en Francia una larga estela de expulsiones, desafíos al seleccionador o a los árbitros y peleas en el campo. En el Auxerre se había liado a puñetazos con un compañero de equipo, Martini. En el Olympique de Marsella había sido sancionado un mes por tirar la camiseta al suelo y el balón al público, y todo porque el entrenador le sustituyó en un partido amistoso. Al seleccionador, Henri Míchel, le insultó en televisión. Pero ninguna de sus fechorías anteriores alcanzó el eco de la de aquel día en Selhurst Park, el campo del Crystal Palace.
Tras sufrir varias entradas bruscas, Cantona se revuelve y agrede a Richard Shaw. El árbitro, con justicia, le expulsa. Cantona comprende que no hay nada que hacer y se marcha, abucheado por el público. Cuando recorre la banda camino de la salida de los vestuarios, un espectador de la fila diez de la tribuna, llamado Matthew Simon, baja hasta la valla que separa al público del campo y le increpa. La reacción de Cantona es tremenda: pega un salto acrobático y le descarga una patada de kung-fu en el rostro. Los policías le detienen y se lo llevan, mientras los servicios de asistencia atienden al espectador imprudente y lenguaraz. Ante la prensa, Cantona se limita a decir crípticamente que «cuando las gaviotas persiguen al barco pesquero es porque saben que de este van a caer sardinas», y se marcha. Se interpreta tal declaración como que siempre se ve rodeado de periodistas porque siempre provoca noticias. Al día siguiente la prensa inglesa no tiene desperdicio: «Un genio con mentalidad de hombre de las cavernas», «Cantona Brutus Bastardum», «Cuidado, perro peligroso», «¡Que le descalifiquen a perpetuidad!», «Debe ser declarado fuera de la ley para siempre», «Que lo metan en un avión y lo devuelvan a Francia», «Cantona, la vergüenza. ¿Es el fin del jugador loco?».
El Manchester United da ejemplo. Contra la práctica común de defender al jugador propio contra toda razón, le suspende hasta nueva orden, dando un ejemplo universal, antes incluso de que se reúna el comité de castigos de la Football Association. Cantona no volverá a jugar hasta octubre. El Manchester United fichó a Andy Cole para cubrir su puesto, que en la última jornada del campeonato falló dos goles claros ante el West Ham. Eso permitiría que el título fuera para el Blackburn, con un solo punto de ventaja sobre el Manchester.
La mala cabeza le creó bastantes problemas a Cantona, y es lo que explica que solo haya jugado con su selección una gran fase final, que fue la de Suecia. Pero contribuyó a darle una popularidad que, una vez abandonado el fútbol, le ha permitido hacerse una carrera en el cine, frecuentemente en papeles de duro o de malo.