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CHELSEA 2 - WEST BROMWICH ALBION 2

El WBA se aprovecha de que el Chelsea sigue en rehabilitación

Diego Costa, desquiciado, no supo sentenciar con el 2-1. Había marcado Azpilicueta. Los goles de Gardner y McClean rescatan un punto para el West Bromwich Albion.

Diego Costa discute con Evans durante el encuentro.
Diego Costa discute con Evans durante el encuentro.Clive Mason

Después de 21 jornadas ya no se puede hablar de mal comienzo. El Chelsea no tuvo argumentos durante 90 minutos para imponerse ante el West Bromwich Albion de Tony Pulis. La visita del equipo de Birmingham no era la de un rival inferior, sino directo, que iniciaba y acaba la jornada con tres puntos más que los blues. Y las plazas europeas se escapan.

Hiddink, uno de esos entrenadores expertos en primeros auxilios, se ve forzado a trabajar en la sala de reanimaciones y ante un público -y un propietario- que exige mejoras que aún no se ven, tampoco de lejos. El Chelsea sufre con el balón y es incapaz de elaborar jugadas de más de tres pases en la zona de tres cuartos. Cesc trabajó con Obi Mikel y fue omnipresente durante 80 minutos, pero por arriba el éxito pasa por las genialidades de Willian. En una de ellas llegó el 1-0, Fábregas le dio metros por el costado derecho y el brasileño centró raso y largo. En el segundo palo esperaba Azpilicueta enmascarado y no falló. Con 70 minutos por delante, parecía el escenario perfecto para desarrollar el juego que se practica en los entrenamientos y coger tablas para noches más serias.

Pero el West Bromwich achuchó gracias a los errores locales. Pedro, titular e hiperactivo, bajó en varias ocasiones para ayudar en la salida de balón. Una de esas veces cedió ante la presión, que no era excesiva, y perdió un balón que acabó en la frontal de su área. Gardner, que entró por lesión de Morrison, remató sin piedad y con efecto para confundir a Courtois. Y el error del tinerfeño tuvo castigo: sustituido tras el descanso.

No hubo reacción en la segunda parte, un Diego Costa desquiciado perdonó demasiado y enfocó sus esfuerzos en la guerrilla que mantuvo con la zaga visitante en general y con el central Olsson en particular. Willian dio esperanzas cuando cualquiera aventuraba el empate a uno: de nuevo recibió un pase de Cesc y de nuevo centró raso. Esta vez no estaba Azpilicueta, sino Kenedy, pero McAuley lo desvió con la rodilla a su propia portería. La victoria, inmerecida, no fue consumada por culpa de una increíble intervención de Myhill ante un disparo de Costa. Y sin sentencia, hubo respuesta. McClean aprovechó una de las pocas aproximaciones serias de los suyos y disparó desde fuera del área ajustado al poste. Buen botín, empate en casa del irreconocible vigente campeón.