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PREMIER | QUIQUE SÁNCHEZ FLORES

“El fútbol inglés es una manifestación cultural”

Apetece hablar y sobre todo escuchar a Quique Sánchez Flores, tan buen técnico como comunicador. Acaba de emprender su reto en la Premier con el recién ascendido Watford.

Londres
Quique Sánchez Flores.
Quique Sánchez Flores.A. Gabilondo
AStv

¿Qué tal la experiencia en la Premier con el Watford?

—Muy enriquecedora. Vine con la sensación de que era una de las mejores ligas del mundo y se ha confirmado. Me gusta su organización, me gusta el respeto, me gusta el nivel de participación que tienes en los proyectos... Es ilusionante.

—¿Su carrera necesitaba encontrar estos estímulos?

—Entendía que después de tres años alejado de la élite por decisión personal, si volvía tenía que ser a una liga importante. De ahí mi primer paso en España el año pasado y ahora este en la liga inglesa.

—Suena bien el proyecto del Watford, con el respaldo de la familia Pozzo por detrás.

—Es bonito, sí. Hubo un momento en mi carrera en el que pensé que nunca más dirigiría a un club humilde y con capacidad de crecimiento. Creí que me quedaría en esa zona que conforman Benfica, Valencia o Atlético. Pero este tipo de regresos te ordenan mucho y te dan un respiro.

—¿El Watford es el Getafe de Inglaterra, salvando las distancias?

—Es el Getafe de hace 12 años. Es la ilusión, la idea de crecer, de establecerse en un campeonato. Tiene más de 100 años de historia pero sólo ha pasado siete en primera división. Desde hace tres años se emprendió un nuevo proyecto. Por lo tanto acabamos de llegar, pero queremos hacer algo importante.

—¿Es verdad que llamó a Mourinho para decidirse?

—Hablé con él, sí. Pero no antes de venir al Watford, sino hace ya más tiempo. Dentro de nuestra conversación estaba la Premier y él me habló de ella como el lugar ideal para el entrenador. Creo que así es.

—Tiene jugadores de 22 nacionalidades distintas. ¿Cómo se comunica con todos?

—Eso es lo más difícil, manejar tantas nacionalidades distintas. Es un reto saber aunar inquietudes y desafíos culturales tan distintos. Provienen de sitios completamente diferentes, de Ecuador a Suiza, de Escocia a Brasil, y no tienen nada que ver. Había que aunarlos, pero de alguna manera los jugadores han facilitado mucho que yo pudiera hacerlo.

—Su capitán, Deeney, estuvo diez meses en la cárcel. ¿Algo así sólo pasa en Inglaterra?

—Eso es experiencia, al final. Deeney encarna perfectamente la filosofía del Watford. La gente le adora porque manifiesta su espíritu. Es un tipo que no tiene malos días en cuanto a actitud. Siempre está disponible e infunde respeto a los rivales. Ese es nuestro valor.

—El concepto de entrenador en Inglaterra es distinto a España. El técnico además es mánager. ¿Cómo lleva eso?

—Me encanta porque te hacen partícipe de las cosas. El entrenador es quien dirige la orquesta y es fundamental que sepa qué tipo de músico quiere. Dónde debe situar al trompeta y dónde al batería. Eso es fundamental y aquí podemos realizarlo. Hacemos unas listas de jugadores en diferentes puestos con la misma cualidad. Luego el club es el encargado de decidir entre ellos cuál es la elección uno o la cinco. Pero el que viene siempre está dentro de lo que necesitamos.

—¿Por eso decidió incorporar a su equipo a Jurado, por ejemplo, al que conocía bien?

—Claro, él forma parte del sello que tenemos. Partíamos de un equipo organizado pero no nos queríamos quedar sólo en eso. Tener únicamente organización en un equipo es casi cuestión del pasado. Hoy en día el fútbol exige más. La gente va al estadio y quiere ver que su equipo está tácticamente trabajado, pero además quiere que le ofrezca fútbol. Divertirse. En esa mezcla creo que está la clave.

—Debe ser un honor estar en el mismo saco que Klopp, Mourinho o Pellegrini...

—Me he enfrentado a todos en diferentes equipos y mi relación con ellos es buena. Yo les tengo un gran respeto y notó que ellos a mí también. Creo que la Premier tiene mucha suerte de tener entrenadores que están metiendo conceptos que mejoran la liga.

—El fútbol inglés es particular. ¿Cuánto de particular?

—Es un juego de mucho más contacto, bastante más rápido, casi sin parones, y eso exige control de las transiciones. Ya lo pensaba desde fuera y ahora desde dentro, aún más. Los partidos están abiertos siempre, aunque tengas sensación de control. Por eso puede pasar cualquier cosa. Nosotros lo que tratamos es no meternos en esas situaciones, porque la naturaleza del fútbol inglés lleva al descontrol.

—El ambiente también es único.

—La cultura del juego manda. Sucede para todo. Hablar con los medios supone ‘me vas a oír y te voy a oír’. Los entrenadores somos de explicar anécdotas y aprender unos de otros. La gente, por su parte, va al campo a disfrutar. No va con disposición de drama o tensión. El fútbol aquí es una manifestación cultural, por encima de un deporte.

—¿El hecho de que haya mucho dinero invita a fichajes y equipos descompensados?

—En comparación con España e Italia sí existe una importante diferencia entre lo que hay de mediocentro para adelante y de mediocentro para atrás. Los equipos tienen claro que arriba deben tener tres o cuatro tipos que marquen diferencias. Es ahí donde realmente gastan y son muy exigentes a la hora de dejarse quitar jugadores, lo que a la postre acaba encareciéndolo todo.

—¿A qué se debe el fracaso inglés en Europa?

—A que en Europa no todo es el físico. En el fútbol el físico importa, pero no lo es todo. Hay que saber jugar bien la pelota, tener una buena disposición táctica, dominar el tempo del partido... Los equipos ingleses entre ellos van a ese fútbol directo que no para y cuando van a ese otro en el que sí hay condicionantes diferentes, se ven fuera de su esquema. Además, en Inglaterra hay un gasto energético muy importante en cada partido. Si el Madrid en España va ganando 3-0 al descanso es capaz de levantar el pie del acelerador; en Inglaterra no.

—¿Podrá seguir el Watford en mitad de la tabla como hasta ahora?

—El objetivo es mantenernos. No buscamos más ni somos pretenciosos. Cada vez que veo prensa alrededor de Watford no me gusta. Eso tiende a levantarnos los pies del suelo y a perder la perspectiva. Lo estamos haciendo bien, somos un equipo atractivo y en todos los partidos hemos sido competitivos. Pero prefiero pensar que vendrán partidos más difíciles.

—¿Imaginó alguna vez que un día le llamaría Elton John, leyenda de la música pero también del Watford?

—Justo él no, porque le admiro tanto que me parecía imposible que yo pudiera entrenar en el club que él presidió en los 80 y del que es una pieza fundamental en su historia. Flipé en colores. Es mi artista favorito y que un tipo así te diga que admira mi trabajo y que todos en el club le hablan bien de mí, me llena de satisfacción.

—El exfutbolista y analista Ian Wright ya le ha comparado con Mourinho; jugadores suyos, con Ferguson...

—Prefiero que hablen bien que mal, pero el halago debilita individual y colectivamente. Sí me alegro de que valoren las cosas que siempre he defendido como entrenador, no de ahora sino desde hace 12 años. Yo no he cambiado y si cambio es hacia la experiencia, no hacia el látigo. Me gusta que eso se valore.

—¿Es posible un periplo largo en Inglaterra, después de tantos vaivenes hasta ahora?

—Puede ser. Me he movido mucho porque pensaba que no debía estar en los sitios más de un año o dos. Ahora siento que estoy en el lugar cierto. Inglaterra, como genérico, es el lugar cierto, la liga que me infunde un mayor respeto. Ya sólo quiero entrenar donde sienta que voy a ser feliz. No me llaman las alharacas de los grandes nombres ni los privilegios ni la admiración... Eso ya no me mueve. A mí me mueve el corazón y voy a entrenar donde me lleve el corazón.

Watford: el club de 134 años que hizo grande Elton John

Watford se encuentra al norte de Londres, a una hora del centro en coche, allí donde se llega sólo si es porque se va. En esta población tranquila de 90.301 habitantes surgió en 1881 el equipo que hoy es orgullo de todos sus vecinos. El Conde de Essex permitió que los jóvenes que se reunían para jugar en el parque de Cassiobury lo hicieran como equipo federado. Desde sólo cinco años después, en 1886, ha jugado todas las ediciones de la FA Cup, la competición más antigua del mundo. De hecho, con 134 años de vida, es uno de los clubes con más antigüedad que jamás ha ganado un título. La mejor época del club se produjo en los 80 y tuvo un inesperado protagonista como imagen para la historia. El cantante Elton John, aficionado del club desde niño, logró hacerse con la presidencia cuando se encontraba en el cuarto escalón del fútbol inglés. Lo que parecía al principio un capricho terminó por convertirse en un cuento de hadas que ya está en los anales de la historia del fútbol inglés. El Watford fue ascendiendo categorías hasta llegar a la máxima por primera vez en 1982. El milagro del club de Sir Elton John le había permitido pasar en sólo siete años de la cuarta división a pelear por el título de mejor equipo de Inglaterra. De hecho fue segundo por detrás del Liverpool el año de su estreno en la élite. En el corto tiempo que duró su coqueteo entre los grandes también jugó competiciones europeas y llegó a disputar una final de la FA Cup, la que perdió en 1984 ante el Everton. El club cambió de manos y fue sumiéndose en problemas económicos que le llevaron de nuevo a categorías más bajas. Tuvo un par de esporádicos pasos por la Premier, pero siempre sin continuidad. Así, en 2013 llegó la oportunidad para que la familia Pozzo entrara como inversora e iniciase un proyecto que desde este curso camina por la Premier. Un equipo con jet privado a su disposición en el aeropuerto de Lutton y una nueva ciudad deportiva en el horizonte. Así es el Watford del siglo XXI.