Koke pone segundo al Atlético
Un gol del canterano tras disparo de Fernando Torres le valió al Atlético para ganar al Betis y rebasar al Madrid. Griezmann malgastó varias ocasiones.
Primer minuto y el Atlético ya era otro. Saltó en el Villamarín con un 4-3-3 y este es un vestido que le pega mucho más a su talento, con Koke en el centro, por delante de Gabi y Tiago. Primer minuto y jugada larga, con triangulaciones a los pies de Adán. Minuto 5, y Bruno se deshace como puede de Torres en la frontal. Minuto 7, y Carrasco le roba el balón a Xavi Torres, dispara Torres, rechaza Adán y la pelota regresa a Koke. Gol. Ni que decir tiene que se venía venir.
Se intuía, por mucho cemento que Mel pusiera en su centro del campo. Y es que en realidad su trivote fue sólo N’Diaye: Digard ni la olía y a Xavi Torres cada vez que tocaba el balón la grada le pitaba. No daba una, el pobre. El Atlético, mientras, iba a lo suyo. Con las líneas juntas, las ideas claras y presionando muy bien. Las sombras de los últimos partidos (léase Depor, Astana y Sporting) habían desaparecido. Un detalle: marcó Koke y el equipo no reculó. Fue a por el segundo. Y jugando, además, muy bien a fútbol. Y mucha culpa la tuvo Carrasco, fuerte en la izquierda con Filipe y con Koke cerca. Todo el juego del Atlético iba por ahí. Los tres combinaban, triangulaban y se multiplicaban. Las ocasiones rojiblancas se sucedían. Perdonó Griezmann el segundo tras una buena pared con Torres en el 23’ y perdonó Carrasco al filo del descanso, al lanzar el balón al lateral de la red. Oblak, mientras, podía haber estado tomando un café perfectamente. En la primera parte sólo tuvo que parar un chut de Cejudo que le fue manso a las manos y mirar hacia arriba para ver como se iba a la grada otro de N’Diaye.
En la segunda parte, Mel se dejó en la caseta a Xavi Torres y salió con Ceballos. Aunque eso no fue lo que cambió el guión. Lo hizo una jugada, en el 54’: Godín saltó en el área para rematar y Adán, que llegaba tarde, chocó frente con frente con él. Los dos cayeron al suelo fulminados. Uno (Godín) con sangre sobre la ceja y el otro (Adán) comprobando si tenía todos los dientes en su sitio y un esguince en el tobillo derecho que se hizo al caer. El partido se detuvo unos minutos y ahí se le descosió al Atlético su estupendo traje. Regresó al 4-4-2 y el Betis tuvo su primera ocasión de verdad cinco minutos después, con un disparo de Cejudo desde la frontal que se iba a la escuadra. Pero Oblak no estaba tomando café. Estaba. Y tuvo la suya de cada partido.
Los minutos que sucedieron sirvieron para ver que Godín es de titanio porque al choque con Adán, sumó un cabezazo de N’Diaye que a otro lo envía directo al hospital. A él no. Él tres minutos después remataba de cabeza un saque de falta de Koke. Impresionante. Justo después Simeone quitaba a Torres, que estaba siendo de lo mejor sobre el césped y aquí un apunte: para juzgarle como futbolista y no como ídolo debe darle más confianza. No ha jugado un partido completo y así es difícil marcar el cien o marcar, a secas. Y renovar, aún más complicado.
Vietto salió en su lugar, pero no le mejoró. El Betis buscaba una contra y el Atlético se perdía en lo de siempre, porque da igual que juegue al 4-3-3, al 4-4-2 o al corre, corre que te pillo, que no remata los partidos y acaba siempre sufriendo. Ayudó el árbitro, que no pitó un posible penalti de Westermann a un Griezmann toda la noche cabizbajo. Y la madera, adonde se fue un disparo cruzado del francés en el 88’. Como fuera, el Atleti terminó pidiendo la hora ante un Betis con 10 desde el 81’ (Digard se lesionó cuando Mel ya había hecho todos los cambios) y volcado hacia Oblak. Un sufrimiento extraño después de sus brillantes primeros 60 minutos. Pero así es el Atleti, que todo le gusta más cuando cuesta. Y hoy el café de la mañana le sabrá estupendo cuando mire la tabla y se vea segundo, sobre el Madrid. Y con ese bonito vestido que lució en el Villamarín 60’, además, colgando en su armario. Listo para el siguiente