RICARDO DARÍN
“Soy de Messi y del Barça, pero para la Play me pido el Madrid”
Ricardo Darín reparte buen hacer en Las Estaciones de Juan y dribla con labia cualquier cuestión que se aparte de sus dos pasiones: fútbol y cine. Tiene madera de líder.
—Castigaron a Mascherano por decir “la concha de tu madre”. ¿Merecía la roja?
—No me parece una frase muy feliz, pero dentro de lo que es la dinámica y las pulsaciones de un campo de juego, he escuchado cosas peores. Fuera de contexto puede ser ofensivo, pero debo puntualizar que no dijo “la concha de tu madre” sino “de tu hermana”, que no es lo mismo. En la escala familiar la hermana está por debajo de la madre, pero es que además es una expresión mucho más coloquial. Incluso uno se lo dice a sí mismo. Cuando se hila fino, buscándole el pelo al huevo, se lo van a encontrar.
—¿Y cómo le suena a un argentino que le den la Concha de Plata?
—Me tendría que haber ofendido y sin embargo estoy muy contento y agradecido. De todas formas les diré que me ha llamado mucho la atención que se saltara de esta manera con el asunto Mascherano. Me resulta sospechoso.
—¿Qué le pasa al Barça con sus jugadores y los líos judiciales?
—La pregunta es ¿por qué sale a la luz este asunto del Barça? ¿Es que no hay más futbolistas con ese tipo de problemas? Hay muchas suspicacias. Hay una contienda que puede ser que tenga algo que ver con la cuestión política. No lo sé, pero me hago preguntas.
—¿El Barça juega un papel en el asunto del independentismo?
—Yo no me voy a poner a guitarrear con un tema tan delicado, tan importante y tan pesado como ése. Supongo que los que levantan esa bandera sus motivos tendrán y entiendo perfectamente a los que están en contra porque no sólo levantaría una grieta en el territorio español sino que además despertaría conciencias hasta hoy tranquilizadas. Voy a ser todo lo prudente que indica la situación y me voy a abstener.
—¿Ser amigo de Messi le obliga a ser del Barça?
—No sólo Messi. Es increíble lo que ha hecho el Barça en la última década. Creó un juego tan participativo, tan de conexión y con tanta paciencia que ahora todo el mundo juega así. Pero entonces el Barça se inventó un juego excepcional de medio campo en el que participaban Iniesta, Xavi, Busquets. Aquello generó un nivel de juego muy alto. Si encima le agregamos a un chico con un don futbolístico como Messi, es difícil no enamorarse.
—Dicen que es usted ‘Menottista’. ¿Eso qué significa?
—Apreciar el buen juego. Hubo un momento dado en Argentina que había dos aguas: en una apareció Bilardo, que era la efectividad, el resultado, y por otro había una escuela que privilegiaba no sólo el estilo de juego, cuidar la pelota, intentar jugar bien, sino también al futbolista a quien se le exige tanto en forma tan perversa.
—¿El fútbol en Argentina es distinto?
—El fútbol en Argentina nuclea una cuestión emocional como en pocos lugares del mundo. Allí el fútbol es la rejilla donde se depositan las frustraciones, las ambiciones, los deseos inconclusos, las injusticias. A veces esa carga emocional provoca cosas inadmisibles. Es por eso que es muy raro que yo vuelva a un estadio de fútbol en Argentina.
—Eso también provoca fenómenos como Maradona, casi una religión.
—No, Maradona no es una religión. Tiene la inteligencia superior del lugar que viene: la calle, el potrero, el barrio humilde, la comunidad sumergida, tiene ese repentismo y ha dicho cosas muy buenas, yo diría que históricas, que hablan de la picaresca del fútbol. Como cuando dijo aquello de “la mano de Dios”, por ejemplo, tras marcar a Inglaterra. La verdad es que demostró que tenía una velocidad mental envidiable.
—Tan imprevisible como para meter un gol con la mano y luego uno de los mejores goles de la historia.
—Yo sostengo, aunque él lo niega, que hace el segundo gol sólo porque hizo el primero con la mano. Dudo que hubiese seguido la jugada sin buscar descarga en Valdano, que entraba por el otro lado, si no hubiese tenido esa espina clavada en medio del culo por haber hecho el primer gol con la mano.
—¿Por qué Maradona tiene una dimensión distinta que Messi?
—Por una cuestión de personalidad y temperamento. Diego siempre fue contestatario, polémico, irreverente. Se fue a jugar a uno de los equipos más pobres de Italia como era el Nápoles y le hizo ganar dos scudetti. Los contextos también son importantes.
—Messi necesita del Barcelona, quizá por eso es contestado en la selección Argentina.
—Voy a decir una cosa que seguro me va a traer enemigos: Messi jugó un partido extraordinario en la final del último Mundial. Lo que pasa es que no le salió ninguna. Y como somos resultadistas parece que no hizo nada. Pero les invito a ver una grabación que se llama “Messi versus Germany” con una cámara que sigue al futbolista durante el partido.
—A veces parecía distraído.
—¡Pero chicos qué están diciendo! Messi es un velocista. Es como si le pidieras a Usain Bolt que corriera dos kilómetros. El tipo corre cien metros y por eso gana todo. Messi hace eso. De diez que le tiren va a hacer tres en los que va a batir el récord de velocidad con el balón. Nadie puede correr a esa velocidad durante todo el partido.
—¿Me dice que el único que le entendió fue Guardiola?
—No, le estoy diciendo que el único que le entiende soy yo. Él necesita que le lleguen quince o veinte pelotas por partido, no tres. Messi no se dedica a bajar a recoger balones, eso lo hacen otros.
—¿Usted ha sido ‘Mourinhista’?
—No sé quién es Mourinho. Me resbalan los que creen que son más que los demás, los que se creen el decimoprimer mandamiento. No soy fanático de nada.
—¿A Simeone le ve un fanático de lo suyo?
—No, Simeone es un fenómeno. Algún día, y eso se lo he dicho a él, espero que pueda dirigir la selección Argentina. Va a ser una época gloriosa.
—Para el Atlético ha sido una suerte encontrarle.
—Lo adoran. Es un tipo que dirige igual que como jugaba. Es un apasionado de lo que hace. En algunos momentos parece que se va a meter en el campo a participar del partido. La cultura, el temperamento de un equipo como el Atlético es lo más acertado para él.
—¿Funcionaría Simeone en un equipo como el Chelsea?
—Me cuesta creer que un actor pueda actuar bien en otro idioma, porque lo más importante es el pensamiento. No me lo imagino trasladando lo que él piensa mediante un traductor.
—Sugiere que no puede entrenar a otros equipos.
—Cada uno de nosotros debe tomarse su tiempo para entender cuáles son las líneas y con quién tienes que lidiar en la vida. Simeone está siendo el entrenador de un equipo fabuloso que ha dado muestra de poderse enfrentar a quien sea, pero necesita su tiempo de maduración también como entrenador, necesita probarse. Démosle tiempo, no le apuremos. Podría irse al Chelsea con una oferta económica que le viniera muy bien a él y a su familia, pero también les diré que es un tipo muy equilibrado y muy lógico y va a encontrar la salida más adecuada a la que es su realidad.
—Sabemos de su pasión por Messi, ¿qué le parece Cristiano?
—Es un grandísimo jugador, es una bestia, un animal, tiene pegada y encare y mucha velocidad. Seguramente tiene la desgracia de tener que cohabitar en la misma era con Messi, pero son dos jugadores distintos, no me atrevería a compararles. Son dos fenómenos. Me gusta más el tipo de jugador que es Messi, pero no porque no me guste Cristiano Ronaldo. Es más, le diré que en la Play yo juego con el Real Madrid.
—¡No!
—Sí, se lo juro. He intentado jugar con otros equipos y me ha ido mal. Pero le voy a decir la verdad. Juego con el Real Madrid no por Cristiano, sino por Benzema. El francés en la Play no te falla jamás.
—¿Le parece Cristiano un personaje desmesurado?
—Es extraordinario, un lujo, es un espectáculo. Después, lo que haga fuera del campo a mí no me concierne, no lo conozco y no lo puedo juzgar. Soy del Barcelona pero el Madrid tiene jugadores extraordinarios.
—Dentro del juego de las ambiciones, ¿cómo es que se ha resistido a la llamada de Hollywood?
—No es cierto que me haya resistido. Me he ganado una reputación injusta porque parece que yo fuera antiyanqui o anti- Hollywood. Lo que ha ocurrido es que las dos oportunidades en que me buscaron para acercarme a un proyecto de esas características no fueron lo suficientemente atractivos como para que yo me sintiera parte de la cosa y no hablo en términos económicos. Es solo eso. Lo que no significa que el día de mañana no pueda aparecer.
—En Truman, su última película, se habla de temas como la amistad y la muerte.
—En realidad el tema de la muerte es casi una excusa. Hay un personaje en una situación límite, desde la cual se permite revisar todos los otros aspectos de la vida. Entre ellos el de la amistad o la verdad. Nos han educado para ser correctos, para decir lo que hay que decir aunque se contradiga con lo que pensamos. Por eso hay un aspecto que me gusta de los ancianos y es que dicen todo lo que se les pasa por la cabeza. Son más irreverentes.
—Les imagino a usted y a Javier Cámara improvisando mucho en la película.
—En absoluto. En el cine se trabaja en democracia todos con todos, pero bajo la tiranía del director que manda y decide. Y en este caso hemos tenido la bendición de trabajar con un tipo tan espléndido como Cesc Gay. Ha sido una de mis mejores experiencias cinematográficas.
—¿Se siente más admirado en Argentina o en España?
—Me siento reconocido en muchos lugares, porque el cine viaja lejos. Me gusta el cine que se está haciendo hoy en España y en mi país. Y se lo digo yo que, en realidad, lo que soy es un perfecto espectador. Aquí, además, la gente me ha tomado como parte de la fauna y le aseguro que me siento muy a gusto.