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ASTANA - ATLÉTICO DE MADRID

Astana recibió al Atlético de Madrid a 11 grados bajo cero

Tras más de siete horas de vuelo el equipo llegó a la capital kazaja a las 02:05 hora local (21:05 en España), con 30 grados menos que con los que abandonó Madrid.

Astana
Griezmann, solicitado para hacerse fotos.
CHEMA DIAZ

Los primeros en bajarse del avión fueron Siqueira y Óliver y, mientras caminaban por el finger, un aire frío se colaba por los resquicios. Bienvenido a Astana, una constelación de neones amarillos, verdes y blancos, edificaciones faraónicas, grúas y calles barridas. Eran las 02:05, noche cerrada en Kazajistán (las 21:02 en España) cuando salieron del aeropuerto y una bofetada de frío les recibió. Cuando la expedición rojiblanca se había subido al avión en Madrid eran las 13:00 y les despidió un otoño de 18º grados. Siete horas y cuarto y 6.000 kilómetros después, en Kazajistán, el termómetro marcaba 29 menos, -11, y una sensación de puro enero, con un frío que calaba el hueso y congelaba los dedos a los dos minutos de pisar la calle.

El más friolero era Tiago, ataviado desde que bajó del avión con un gorro, pero en general todos los rojiblancos fueron valientes, una cazadora y ya, nada de guantes, orejeras o bufandas. El viaje Madrid-Astana fue tranquilo, sin turbulencias, salvo al sobrevolar Toulouse. El Atlético fue en el mejor avión de la flota de Air Europa, un Airbus A330-300, el Francisca Acera, fabricado en Japón, que lleva en la compañía desde el pasado agosto y al que le faltaba entretenimiento en los asientos, la pantalla con películas, juegos y música que tienen la mayoría de vuelos transoceánicos.

Amplio y espacioso, su capacidad era de 388 asientos (verde claro) pero en realidad tenía 271, con butacas mucho más amplias de lo normal. La expedición la formaban 150 personas. Dividido en tres partes, el primer equipo iba delante y todos los jugadores viajaron con medias de compresión negras por la rodilla. El juvenil de la Youth League ocupaba el centro y la Prensa, la parte de atrás. Ni Cerezo ni Gil Marín volaron. Sí lo hizo Caminero y un cónsul kazajo con su familia.

La comida se sirvió a las 14:40 (hora española), mientras el avión sobrevolaba los Alpes. A las 15:31, pasaba sobre Múnich y el estadio del Bayern. La merienda, a las 18:40. El Atlético, que volaba de Oeste a Este, se metió en la noche pasadas las 16:00. En su ruta, a una velocidad de 830 kilómetros, el vuelo salió de España por Barcelona, pasó por Francia, Ginebra, Brno, Polonia, Bielorrusia y Rusia antes de girar hacia Kazajistán, el destino final; un país con un pie en Asia y otro en Europa, donde se hablan kazajo o ruso, los relojes marcan cinco horas más y la moneda es el Tenge (al cambio, un euro son unos 350).

Los rojiblancos se alojarán en el Radisson, un hotel cinco estrellas del centro, pegado al río Ishim que parte la ciudad. Los rojiblancos cenaron nada más llegar al hotel y, cuando todo el mundo estaba en sus habitaciones, comenzó a nevar, copos pequeños que pintaron de blanco toda la calle. El Atlético mañana se entrenarán en el Astana Arena a las 19:00 (14:00 hora española), un modernísimo estadio con césped artificial, y es que uno natural no aguantaría esas bofetadas de aire frío que azotan la capital kazaja siempre que el invierno llega.