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GRANADA

Los Cármenes, lleno de dudas

Un punto conseguido de los doce disputados en casa y la pérdida de identidad provocaron los pitos de protesta por parte de la afición.

Granada
Piti, durante el último partido en Los Cármenes.
Pepe Villoslada

Los Cármenes hace tiempo que no es un estadio talismán para el Granada. Más bien al revés. En lo que llevamos de temporada, el equipo rojiblanco ha perdido tres de sus cuatro partidos, Ha encajado 10 goles y solo ha marcado dos. Un punto de 12 posibles. Unas penosas cifras que no hacen sino corroborar los sinsabores de la pasada campaña liguera donde, de manera mayoritaria, este estadio era un paraíso para los rivales. El Granada solo fue capaz de ganar cuatro partidos (Deportivo, Málaga, Córdoba y Elche), empatar nueve y perder seis. 21 puntos de 57 posibles acumulados ante su paciente afición, que ya está cansada de que se repita la historia.

De hecho, tal y como era de esperar, la parroquia rojiblanca mostró su contrariedad durante el encuentro ante el Deportivo. El murmullo de desaprobación fue una constante durante toda la tarde y se pudieron escuchar pitos de protesta durante algunas fases del encuentro, especialmente tras el gol visitante y cuando el árbitro señaló el descanso. En realidad, más allá del resultado, que también fue lamentado en voz alta, el público silbó por el espectáculo que vio, un equipo con un estilo alejado de las señas de identidad que han mantenido erguida la idea de Sandoval.

Hasta ahora, los aficionados se han contentado con la propuesta que había defendido el Granada, del todo ofensiva al menos en su concepción, y con algunos buenos ratos de juego como la segunda parte ante el Eibar, la primera frente al Villarreal, la primera en Getafe y las salidas a Valencia y el Santiago Bernabéu. Aún sin resultados, esas intenciones habían sido suficientes para mantener la ilusión y mitigar el escozor de los resultados. Pero ante el Deportivo, seguramente muy presionado y mutilado en su confianza, el Granada se mostró incapaz de llevar el peso ni de crecer a partir de la posesión, y hasta pareció conservador en su alineación, temeroso de otro mal resultado. Lo peor es que se alejó de la idea inicial, perdió la identidad y trasladó las dudas a la grada.