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UN ESPAÑOL QUE TRIUNFÓ EN SUECIA

Antonio Durán: el español que le dio al Malmoe cuatro Ligas

Fue un histórico centrocampista del Atlético que ganó las Ligas de 1950 y 1951 y que emigró a Suecia por amor. Allí ganó cuatro Ligas con el Malmoe como entrenador.

Entrenador del Malmoe. Antonio Durán da instrucciones a sus jugadores. Fue el técnico del Malmoe en los 60 y 70 y ganó cuatro Ligas.
Entrenador del Malmoe. Antonio Durán da instrucciones a sus jugadores. Fue el técnico del Malmoe en los 60 y 70 y ganó cuatro Ligas.
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De Oviedo a Suecia por amor para terminar convertido en una de las figuras más respetadas y queridas de la historia del Malmoe. Es el trayecto vital, emocional y futbolístico de Antonio Durán (Arbúcies, Gerona, 19-8-1924-Akersberga, 11-1-2009). Un histórico centrocampista del Atlético que ganó las Ligas de 1950 y 1951 y en el que actuaba un sueco, Carlsson, cuya niñera Ulla, también sueca, acabaría siendo la esposa de Durán. Ya retirado, en Malmoe, se reinventó como el entrenador más prestigioso de Suecia: cogió al equipo en depresión por no ganar la liga sueca en una década y lo guió hacia cuatro entorchados en siete años, de 1964 a 1971 (64-65, 66-67, 69-70 y 70-71).

AS contactó con su hijo Miguel, que vive en Akersberga. En esa localidad, a 540 kilómetros de Malmoe, está enterrado su padre, que falleció en 2009. “Antonio Durán sigue siendo una leyenda allí”, empieza Miguel. “Mi madre fue lo que le trajo a Suecia. Ella aún habla español tras vivir con él varios años en Oviedo. Decidieron emigrar en aquellos tiempos difíciles y se fueron al norte del país, donde sufrían temperaturas de veinticinco grados bajo cero y tenía que limpiar el hielo del campo de juego con una pala...”. Aún así, Antonio no se olvidaba del calor español. “Íbamos al menos una vez al año a La Laguna, donde está la familia de mi padre. Yo sigo yendo, tenemos dos casas en Tenerife y alguna vez acudo al Heliodoro”.

Métodos. La sala de prensa del Malmoe cuenta con varias imágenes de Durán. Era duro, pero calaba entre sus pupilos. “Sus métodos dejaron huella”, comenta Miguel. “Adquirió fama por ser un técnico muy exigente en lo físico y siempre intentando innovar con la táctica”. Lo había aprendido de Helenio Herrera en el Atlético en el que maravillaba Ben Barek y lo pulió dirigiendo en Suecia a clubes modestos. Con el Wifstra/Ostrand (1955), el Sandvikens (1955-57) y el Atvidaberg (1960-63). El resto, es historia del Malmoe. Cuatro Ligas, que pudieron ser cinco. En su primer año perdió el título por diferencia de goles merced a un polémico penalti a favor del Djurdgardens que aún hoy sigue estando a debate.

Ahora, seis años después de perder a su padre, Miguel y Antonio siguen unidos en lo futbolístico por una pasión común, el Barça. “Soy culé porque así lo fue él”, explica, antes de apuntillar con una carcajada: “¡Más motivos todavía para ir con el Malmoe!”. En la batalla interna entre tener fe o ser realista, deja una puerta abierta. “A priori no tienen nada que hacer, el Madrid es muy superior, pero quién sabe...”.