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GRUPO E | RAPID VIENA 2 - VILLARREAL 1

El Rapid remonta y avisa a un Villarreal sin fe ni colmillo

Baptistao adelantó al Submarino en el 45', pero el Rapid se impuso a balón parado: dio la vuelta al 0-1 tras una falta y un penalti forzados por Bonera.

El Rapid remonta y avisa a un Villarreal sin fe ni colmillo
HEINZ-PETER BADERREUTERS
BEIN SPORTS

Fue inesperado por el nivel y el estado de ambos equipos e inesperado por cómo pintaba el partido al descanso. El Villarreal se dejó los tres puntos en su estreno en Viena cuando tenía el triunfo encarrilado. Sin necesidad de su mejor fútbol y con una rotación masiva se puso por delante con un gol de Baptistao en el 45’, pero vio cómo en tres minutos (del 50’ al 53’) el Rapid castigó su relajación con dos pescozones a balón parado. Sólo es el inicio, pero ya sabe que en Europa, una siesta se paga.

Bonera no guardará un gran recuerdo de su debut de amarillo. Primero hizo una falta innecesaria en banda que Hofmann botó para que Schwab rematara. Lo hizo en mitad de un gran barullo y tras mil errores defensivos. Después, el central italiano derribó a su marca dentro del área (pudo ver la segunda amarilla), así que Hofmann batió a Barbosa desde el punto de penalti. Podría decirse que Bonera no fue el peor del partido, pero sí el más decisivo.

Tampoco fue el día de Baptistao. Tan voluntarioso como fallón. Pero éste al menos sumó con un buen gol. Antes y después de mojar desperdició buenas ocasiones. Sobre todo un mano a mano clarísimo en el 19’ tras un taconazo soberbio de Adrián. Parecía reñido con el balón. Sólo le salva su acción en el último minuto de la primera mitad, aunque ahora ya sabemos que no sirvió de nada. La jugada confirmó la teoría de que con Bruno mejora el juego interior. El Villarreal entretuvo el balón entre líneas para abrir a banda por sorpresa. Por allí apareció Rukavina, sobresaliente todo el partido, para poner una rosca al segundo palo que encontró la cabeza de Leo y un agujero en la portería. El Rapid no tuvo tiempo ni para responder al mazazo. Nada más sacar llegó el descanso. Ahí fue donde preparó la revolución.

Hasta ese momento, el Villarreal mandaba a ratos y sólo sufrió un sobresalto. Tras la reanudación apareció demasiado relajado. El Rapid impuso su mayor intensidad y fue entonces cuando dio la vuelta al partido en un abrir y cerrar de ojos. Con el 2-1 el Villarreal se vio superado, con mil achaques y estresado por las urgencias de empezar fracasando. Bandas y delanteros tienen tanto o más talento que el curso pasado. Sólo hace falta ver recibir a Denis o arrancar a Castillejo, pero aportan mucho menos trabajo. Digamos que Samuel, el primer sustituido, es el más equilibrado. Ahí supo ver el Rapid la única vía para equilibrar las fuerzas. Corrió, metió más nervio y pasó pocos apuros intimidando. Sólo Bakambu, en la última jugada, pudo empatar. Hubiera sido lo más justo, pero el fútbol pasa de esas cosas. El Rapid celebró la victoria con una alegría contenida. Normal. Hace 47 años, ante el Madrid, fue la última vez que tumbó a un español.