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BARCELONA

El diálogo entre Messi y Luis Enrique consigue resultados

El crack y el técnico pactaron su suplencia en el Vicente Calderón. El jugador argentino saltó al campo a la hora de partido y decidió el encuentro.

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CONSENSUADO. Esta vez, la presencia de Messi en el banquillo no supuso ningún drama.
CONSENSUADO. Esta vez, la presencia de Messi en el banquillo no supuso ningún drama. Chema Díaz
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Hace nueve meses y diez días Messi era suplente en Anoeta y se desataba como consecuencia de la decisión de Luis Enrique y del resultado del partido un terremoto brutal en el Barcelona. El crack argentino expresó su enfado de la peor manera posible (no acudiendo a un entrenamiento a puerta abierta dedicado a los niños en la víspera de Reyes), se despedía a Zubizarreta y se convocaban elecciones. Así de sensible estaba la piel de la entidad.

El sábado en el Vicente Calderón, Messi volvió a ser suplente, pero todo salió a las mil maravillas. El argentino saltó al campo a la hora de partido y decidió el encuentro. Todos contentos. El asturiano gestionó perfectamente a su jugador y La Pulga fue feliz. La diferencia entre lo que pasó hace nueve meses y lo que pasó en el Manzanares se llama diálogo.

Pactado. Luis Enrique llegó al Barcelona con un libro de estilo muy definido que tenía como una de sus reglas básicas el precepto de que en un vestuario nadie es más que el de al lado. El entrenador no es amigo de compadrear con sus jugadores ni de dar explicaciones. No quiere tener favoritos y a diferencia por ejemplo del estilo de Tito Vilanova, que era muy cercano a los jugadores en las sesiones, o de Guardiola, que se los llevaba a comer para hacerles una terapia personalizada, apenas intima con sus subordinados. Ese día de enero en San Sebastián, Messi se encontró la suplencia por sorpresa y no le sentó nada bien. Hasta ese momento, también hay que decirlo, la relación del astro con el técnico era de desconfianza. Ese día explotó la relación y el club vivió una catarsis que se recondujo gracias a la intervención de los más veteranos —Xavi tuvo un papel fundamental— y el paso atrás de Luis Enrique.

El técnico entendió que a Messi —y de propina Neymar y Suárez— no se les puede tratar como al resto de la manada. Eso ha tenido daños colaterales, la marcha de Pedro, por ejemplo, pero ha traído la paz.