REFLEXIONES DEL ABUELO DE LA LIGA
Valerón: “Se hace extraño jugar la Liga sin Iker Casillas ni Xavi”
Es uno de los jugadores de mejor pie que ha dado el fútbol español en los últimos tiempos. A sus 40 años vuelve a Primera y es el abuelo de la Liga. Promete dar guerra...
—¿Dónde empezó a jugar al fútbol?
—Como todos los niños, en la cancha del barrio donde vivía en Arguineguín.
—¿De qué barrio es?
—Del Poblado CESAR. Son las iniciales de Cementos Especiales S.A. Eran unas viviendas que hizo la cementera en la que trabajaba casi todo el mundo en la zona. A mi padre le tocó una. Yo jugaba en una cancha chiquita que se hizo para los chavales.
—¿Quién fue a buscarle para el fútbol profesional?
—Nadie, los amigos me insistieron para jugar en el Arguineguín, que en aquellos tiempos tenía fama en la zona. Llegó a estar en Tercera.
—No es extraño, entonces, que Silva sea de allí.
—Claro, hay tradición. Se juega al fútbol en la playa, en el cole, en cualquier sitio.
—¿Quién empezó a llamarle El Flaco?
—¡Ya en el colegio! Era delgadísimo. Y muy bajito incluso con 16 años. Pegué el estirón muy tarde. Eso me trajo muchos problemas. La gente se quejaba desde la grada (risas). Solían decirle al entrenador: “¡Dónde va usted poniendo a ese chico a jugar!”.
—¿Tuvo algún ídolo local en la infancia?
—No había tantos medios como ahora. Vivíamos en nuestro mundo. La aspiración era el Arguineguín. Y el sumum, la Unión Deportiva Las Palmas. Me acuerdo que cuando mi padre me llevaba al estadio de chiquitín, junto a mi hermano, veía a Coque Contreras, que era el que lanzaba las faltas. Luego, para los que somos de allí, gente como el maestro Germán, Guedes, Tonono o Molowny forman parte de nuestras raíces.
—Hay quien dice que el tiqui-taca nació en su tierra...
—Ha estado siempre donde los buenos futbolistas.
—¿Encuentra una explicación a que salgan tantos jugones del fútbol canario?
—Es una cuestión del sur. Cuanto mejor clima hay, más gente juega en la calle. En las Islas somos muy latinos. Han llegado muchos jugadores sudamericanos y aquí se sienten muy cómodos porque tenemos un carácter y una cultura parecidos. Y nosotros hemos mamado esa raíz del fútbol sudamericano, pausado, de toque...
—¿Se palpa en el ambiente?
—Es el modelo que se sigue en las escuelas de fútbol, en los colegios. Todo el mundo busca ese perfil de jugador que trate bien el balón, que tenga la pelota, que se asocie.
—¿Se sintió usted encorsetado en el fútbol que le tocó vivir cuando despuntó?
—Cuando llegué al Atlético estaba Sacchi... (risas).
—¿Cómo sobrevivía?
—En esa época el fútbol que estaba de moda era muy físico y táctico. Yo siempre he tenido clara mi identidad, pero todos los entrenadores querían cambiar mi forma de jugar. Me decían la típica frase: “¡Hay que tener más mala leche!”. Me pedían carácter, más carácter.
—¿Y?
—Y al final piensas que quieres demostrar que jugando a tu manera, si eres efectivo, sales adelante.
—¿En el fútbol debe primar el orden o la calidad?
—Se necesita todo. Se necesita defender y atacar bien. Luego está a lo que cada uno le dé prioridad, porque no se puede tener todo: si defiendes bien tienes carencias ofensivas y al contrario. Siempre es así. Mi experiencia me dice que todo es válido si llegan los resultados.
—¿Ha llegado a sentir envidia de no poder jugar con la Selección del tiqui-taca?
—No soy así... Viví otro fútbol, sin más, y he disfrutado de mi época. He estado en grandes equipos. Estuve en el Atlético, lo del Depor fue impresionante, ahora he vuelto a estar a gusto en mi casa. Me quedo con eso.
—¿Y el tiqui-taca de España?
—¡Al final me tocó disfrutarlo desde el sillón! (risas). Y mira que lo he disfrutado...
—Usted llegó a la selección con Camacho... ¡La Furia!
—Pues mire, desde mi punto de vista fue él quién empezó a utilizar jugadores de buen pie, el que empezó a cambiar la idea de la Selección. En 2000, en la Euro de Bélgica y Holanda, estaban Guardiola, Raúl, Morientes, Luis Enrique, Hierro...
—Y usted mismo.
—Hubo una época para la clasificación del Mundial de Corea y Japón que los mediocentros éramos Guardiola y yo. Eso habla de la idea de Camacho.
—Cierto, pero España era aún más carácter que toque.
—Aunque ahí empezó el giro. Lo que vino luego con Iñaki (Sáez), con Luis o Vicente, viene un poco de ese cambio que va haciendo Camacho y que va apareciendo en el fútbol español con ese nuevo modelo de futbolista por el que se apuesta.
—¿Qué jugador de la Selección le emocionó más?
—Iniesta. Es mi debilidad. Me gusta verle, su forma de estar en el campo, el criterio que tiene con el balón... ¡El arte que tiene! Y eso va unido a su carácter y su personalidad. Por mi forma de ser, me identifico mucho con él. Dentro de este fútbol tan profesionalizado da gusto encontrar a gente que sólo llama la atención jugando. Hay que ser futbolista dentro y fuera del campo.
—¿Esa normalidad es lo más difícil de ver en el campo, como pasa con usted y con Iniesta?
—Al final es como la vida, tienes que tomar decisiones y hacerlo de manera correcta.
—Pensar rápido y luego ejecutar. ¿Tiene usted un don para esto último?
—Eso es parte de la magia del fútbol. Lo que hace que cada domingo los estadios estén llenos. Encontrar gente que, como Iniesta, lo ve y lo ejecuta.
—¿Cómo lleva lo de ser el abuelo de la Liga?
—¡Bien! Lo afronto con normalidad. Para mí esta Liga es la mejor del mundo. Y volverla a jugar me transmite una sensación muy especial. Pensaba que no iba a volver a ocurrir.
—¿Le gusta que le empiecen a aplaudir en todos los estadios?
—Es grato. Bonito. Me emociona. Aunque tenga en cuenta que yo soy una persona a la que le gusta pasar desapercibido.
—¿No le gusta ser un mito en activo, como Pirlo?
—Intento ser normal, algo difícil en esta sociedad tan materialista en la que vivimos. Nadie es más importante que nadie.
—Usted alucina cuando ve a un canterano con un cochazo...
—Lo entiendo, pero si alguno se me acerca, mis consejos van por otro camino.
—¿Hay Valerón para rato?
—Lo hay para esta temporada, al menos.
—Tres operaciones de rodilla, dos roturas de peroné. ¿Cómo lo superó Valerón?
—Hay que darle el enfoque correcto a las situaciones...
—¿Cómo es su relación con Dios?
—Soy una persona de fe. Nunca lo he ocultado. Dios es importante para mí y mi familia, y nos condiciona nuestra forma de ser y de enfocar correctamente las situaciones.
—¿Cuántas horas dedica al día a rezar?
—Es más un estilo de vida, desde que te levantas por la mañana, siempre tienes tus momentos para leer la biblia, orar, hablar con Dios...
—¿Echará en este campeonato de menos a dos clásicos como Xavi y Casillas?
—Se hace un poco extraño jugar la Liga sin ellos, pero hay que pensar que es ley de vida.
—¿Cómo se puede luchar ante Madrid y Barça?
—Ya sabemos todos cómo está montado el fútbol. Y aún así salen equipos como el Atlético, que les ha hecho a los dos girar la cabeza. Para mí, el Sevilla y el Valencia han dado un salto importante.