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REAL MADRID | TRAYECTORIA DE BENÍTEZ (III)

Benítez en Valencia: dos Ligas, una UEFA y una lámpara...

Ganó la Liga. Y mostró su personalidad. Cuando García Pitarch le fichó a Cannobio, dejó una frase para el recuerdo: “Pedí un sofá y me trajeron una lámpara...”.

Benítez, con una de las Ligas ganadas y la Copa de la UEFA.

El salto a la élite mundial para Rafa Benítez se produjo cuando emparejó su destino con el del Valencia tras ascender al Tenerife a Primera. Una oportunidad que alzó no pocas voces suspicaces en la directiva che (se le consideraba poco experimentado) y que le sobrevino tras no cuajar las primeros candidatos: Luis Aragonés, Irureta y Mané. Subirats, secretario técnico, se la jugó por él y tuvo que firmar un papel en el que se responsabilizaba de su contratación. Le gustó su perfil similar al de los anteriores inquilinos del banquillo valencianista: Ranieri y Cúper.

Pero Benítez no empezó bien a orillas del Turia. Sufrió un amago de motín del plantel por la Crisis del Helado (lo prohibió al igual que la tradicional paella de los sábados) y cerró 2001 con un Valencia octavo y Aimar fuera del once. Incluso, salvó un matchball en Montjuic el 15 de diciembre. Caía al descanso 2-0 y estaba virtualmente en la calle. Contra las cuerdas, pasó a jugar con tres delanteros (Mista, Salva e Ilie) y el Valencia ganó por 2-3. Fue un punto de inflexión.

Poco a poco se hizo con la plantilla aplicando su filosofía. “¿Látigo? Soy más de convencer con la razón y el conocimiento”, dijo en El Gráfico en 2012. En sus tres años estructuró un equipo con Baraja como motor, Albelda de líder y una defensa de marines: Carboni (36 años), Pellegrino (30), Ayala (28) y Djukic (35). Por delante exprimió el talento del Kily González y de una realidad, Vicente, a la vez que pudo arreglar el sudoku de alinear al anárquico Aimar. Incluso explotó Mista, pichichi en la 2003-04 con 19 dianas.

De fondo, la rotaciones. Su credo. “No son un capricho, son una necesidad”, se hartó de repetir. Para lograr esa dosificación se apoyó junto a Paco Aiestarán en Amico, un programa informático que sólo usaba el Manchester United. Ocho cámaras ofrecían datos que iban a su portátil. “Si no corres, te pillan”, decía Juan Sánchez.

Así cayeron dos Ligas. La primera, la 2001-02, con siete puntos sobre el SuperDepor, nueve sobre el Madrid y 11 más que el Barça. La última, la del año 2003-04, aventajó en cinco puntos a los culés, en seis a los blanquiazules y en siete a los madridistas. Con el Madrid, por cierto, coleccionó polémicas arbitrales. “En el Bernabéu hay que hacer el doble para conseguir la mitad”, se lamentó en 2003 y al año siguiente rajó tras el ushiro-nage de Marchena a Raúl. “En cien partidos nadie pita ese penalti...”.

Líos aparte, esas dos Ligas suponen un tercio de las que tiene el Valencia en su historia. Ningún técnico había cantado el alirón allí desde Di Stéfano en 1971... En Europa, la corona al doblete 2003-04 fue la Copa de la UEFA, donde derrotaron por 2-0 al Olympique de Marsella de Drogba y Barthez.

Los éxitos no redujeron las discrepancias con el club. Se las tuvo tiesas con el siguiente director deportivo, García Pitarch, en 2003. “Pedí un sillón y me han traído una lámpara...”, se quejó cuando le ficharon a Cannobio en lugar de un nueve. A cambio, le reprocharon el fiasco de dos recomendaciones suyas, Salva y De los Santos. Tampoco gustó que Florentino le tantease un par de veces. Al final Benítez se cansó de ser cuestionado, se tomó mal la primera oferta de renovación de Manuel Llorente (sólo un año) y decidió irse pese a tener una temporada más de contrato. Se despidió en Paterna el 2 de junio de 2004 entre lágrimas: “Es la decisión más difícil de mi carrera...”. El mejor resumen de aquellos años lo haría Ranieri, su sucesor: “Benítez hizo milagros”. Ahora iba a obrar otro más en el Liverpool, ganar la Copa de Europa...