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SEVILLA 3 - FIORENTINA 0

El Sevilla vuela hacia Varsovia

Un despliegue impresionante de Aielx, dos goles, y la magia de Gameiro, que marcó nada más salir, dejan a los de Emery con pie y medio en la final.

Aleix Vidal celebra el 2-0.
Aleix Vidal celebra el 2-0.TONI RODRIGUEZDIARIO AS
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Explorando los límites de su historia, y atravesándolos, el Sevilla de Emery está a otra vez a medio metro de la gloria, la final de Varsovia, cuarta de su historia. Impulsado por un correcaminos colosal, Aleix, que entra en el imaginario de héroes europeos, y por la magia de Gameiro, jugador tocado por los dioses que volvió a hacer un gol casi definitivo en el primer balón que tocó, dejó a la Fiorentina en la lona con un 3-0 demoledor. La ley del campeón. Así son las reglas del Sevilla, absolutamente identificado con una competición que le ha puesto en el mapa. El "joven gigante", le llamaban estos días desde Italia. La cuarta UEFA, que le convertiría en el rey absoluto del torneo (Liverpool, Inter y Juventus tienen tres entorchados), ya está a dos pasos. El físico, la fe, y otra pincelada de la pizarra inagotable de Emery, que sorprendió con Aleix en el interior para sufrir con Joaquín pero atacarle por la espalda, liquidaron a un rival de buen pie pero físico limitado, que tuvo su momento en la primera parte pero que luego se desfondó y acabó roto. Lloran los viola.

El Sevilla salió a tumba abierta, probablemente porque no entienda otra manera de andar por estas citas si no es con corazón. Así, encontró un gol ideal al cuarto de hora, con un remate envenenado y teledirigido de Aleix Vidal, jugador de moda y sorprendente lateral. En batalla de estrategas, Emery sorprendió a Montella con la posición del futbolista de Valls, que acompañó una maniobra fantástica de Bacca. El 1-0 precedió a diez minutos arrolladores del Sevilla que, sin embargo, sufrió ante la Fiorentina…, y ante Joaquín, insultantemente joven a sus casi 34 años. Acostado en la banda izquierda, firmó una jugada de distinción. Selló a Aleix Vidal y le regaló el gol a Matías, que mandó la oportunidad del 1-1 al limbo. Al Sevilla también le ayudó Sergio Rico, gigante en dos duelos con Salah, un futbolista con veneno. Pero tal vez el Sevilla regalase espacios, balón y, especialmente, el mando. Anduvo el partido loco, con Borja Valero con más criterio que Mbia y Krychowiak. Vitolo, en cambio, sí fue una amenaza para el rival. Sus asociaciones con Reyes, que dio algún síntoma de fatiga pronto, fueron lo mejor ofensivamente del Sevilla (junto a las subidas de Tremoulinas) en la primera parte. Por tener, también hubo equilibrio de protestas. La Fiore reclamó un penalti de Tremoulinas a Salah y el Sevilla uno a Krychowiak al filo del descanso. Brych pitó, pero no la pena máxima sino el descanso con todo en el aire.

El pulso de la segunda parte se libró definitivamente por la banda que se peleaban Joaquín y Aleix. El de El Puerto atacó y sacó una falta y una amarilla de Carriço, pero quien tenía el puñal era el catalán, que aprovechó una pérdida de Badelj y un carril que era una autopista para firmar el 2-0 en medio de la emoción general. Nervión se sintió, de nuevo, en las nubes. Y por ahí, en el armario, apareció Gameiro para rematar el partido como en San Petersburgo y, tal vez, la semifinal. Al Sevilla todavía le queda el recuerdo de la angustia de Valencia, donde el año pasado fue con un 2-0 y se salvó con el milagro de Mbia. Esta vez todo debería ser más fácil y Varsovia todavía está a 90 minutos, pero ya se escucha la música...