OBJETIVO INDISCRETO
Jorge Jesús contra Lopetegui, todo un combate muy desigual
Ambos técnicos se enfrentaron el domingo tras un disputado Benfica-Oporto. El entrenador de los lisboetas se había burlado antes de su colega: “Lottopegui”.
Podría pasar por un beso o por un intento; hay amantes que lo arriesgan todo en cada envite, incluida la fractura nasal. No es el caso. Quienes se aproximan no lo hacen para culminar su amor, sino sus diferencias, su oposición deportiva y visceral. Por fortuna no llegaron a las manos. Ni a los labios.
Sucedió el domingo en Lisboa. El Oporto visitaba al Benfica con tres puntos de desventaja, a cinco partidos para el final del campeonato. El partido ardía. A la rivalidad histórica se sumaba el enfrentamiento personal entre los técnicos: Lopetegui y Jorge Jesús (no confundir con Carlos Jesús, viajero intergaláctico procedente de Raticulín).
Desde hace meses, el entrenador del Oporto lamenta el trato de favor que recibe el Benfica por parte de los árbitros: 13 expulsiones a jugadores rivales. Jorge Jesús se burla de las quejas y confunde voluntariamente el nombre de su adversario: “Lottopegui”. Así llaman al español quienes critican lo imprevisible de sus alineaciones.
En semejante paisaje se disputó el Clásico portugués, dominado por el Oporto y en los últimos minutos a merced del Benfica. Al final, empate sin goles. O lo que es lo mismo: tres cuartos de título para las águilas lisboetas.
Fue a la conclusión del partido cuando Lopetegui se aproximó a su colega. Cuentan que le dijo que no volviera a cambiar su nombre, añadan el aderezo que deseen e incluyan la amenaza que prefieran: pescozón, sopapina o inmersión en el Tajo. No importa. Fue un mal ejemplo para los niños y un sofocón para los agentes del orden.
Dicho esto, Jorge Jesús, de 60 años, debería copiar mil veces la palabra “Lopetegui” en la pizarra de su memoria. Su rival no sólo es más joven (48). También es hijo de José Antonio Lopetegui, afamado levantador de piedras que rechazó la carrera de boxeador que heredó su paisano Urtain.
No descarten, pues, una paz repentina y duradera. No se sorprendan si Jorge Jesús culmina el próximo enfrentamiento en beso o en intento.