OPORTO 3 - BAYERN 1
Clínic de Óliver: el que mejor pasó y el que más corrió
Fue el futbolista del Oporto con mejor porcentaje de pases (93,1%, 27 de 29). Además, recorrió 10,2 kilómetros, cuando la media del equipo fue 8,8.
Ensimismada con lo que se avecinaba, un duelo de alto voltaje ante el Bayern, Oporto se motivó con una hazaña pasada. Antes del partido era imposible ojear la prensa o sintonizar la televisión portuguesa sin encontrarse con aquel gol de fantasía pura de Madjer en la final de la Copa de Europa de 1987 (2-1 para el Oporto). “En el fútbol todo puede pasar”, había avisado el mítico delantero argelino. Ese triunfo histórico, latente en el bravo ambiente de Do Dragao, fue un estímulo para el conjunto de Lopetegui.
Óliver Torres nació siete años después de aquella gesta, pero en los días previos él también se empapó de los recuerdos, todavía muy vivos y animosos, de los aficionados sobre aquel Oporto que vio explotar a Futre. El internacional Sub-21 español marca ahora el paso de un equipo atrevido y bien perfilado, que crece al abrigo del colectivo y que coloca en el escaparate a sus mejores individualidades.
El caso del Óliver es un ejemplo más. La conversión en Portugal del futbolista cedido por el Atlético de Madrid es total. ‘O Mágico’, como le llaman en algunas radios y televisiones del país vecino, dio un clínic futbolístico ante el Bayern. Practicó un ejercicio perfecto de colocación, esfuerzo y trato de balón, manejando todos los registros del juego. Fue el futbolista del Oporto con mejor porcentaje de pases (93,1%, 27 de 29), orientando el cuero de lado a lado bajo un control del espacio extraordinario. Además, acumuló hasta seis recuperaciones, únicamente superado en su equipo por Brahimi (11). También demostró inteligencia al no cometer ninguna falta (estaba apercibido) sin que sus entradas perdieran nervio.
Óliver fue el paradigma de la victoria sobresaliente del Oporto. El bloque de Lopetegui enfatizó el éxito en el orden, en su sistema de ayudas y en la presión alta para incomodar a Boateng y Dante, abrumados por el nivel de exigencia al que se vieron sometidos. Si un jugador de corte más técnico y poco bregador como parecía ser Óliver hasta su llegada a Do Dragao, era el primero en armar los movimientos de apretura o de repliegue, en función de la fase del juego, el Oporto tenía mucho ganado. Los datos avalaron la respuesta física del español. Recorrió 10,2 kilómetros, cuando la media del equipo se situó en 8,8 (es decir, 1,4 km más)
La afición del Oporto premió su partido superior cuando fue sustituido en el minuto 74 por Neves. Todo el estadio se puso en pie. Aplaudido a rabiar, en Portugal asumen, con resignación, que la próxima temporada volverá a vestir de rojiblanco. Pinto da Costa, presidente del Oporto, intentará apurar las casi nulas opciones de certificar su continuidad una temporada más, pero el Atleti ya tiene decidido su regreso.