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Orgullo charrúa rojiblanco

“¿El fútbol de Godín? Así es como vive un uruguayo la vida”

Uno de los cimientos de este Atlético de Madrid es el gen uruguayo. Hoy un grupo de charrúas explica a AS de dónde viene, en un viaje a Uruguay sin moverse de Madrid.

Rojiblancos de Peñarol. Este grupo de 20 uruguayos le ha explicado a AS en qué consiste su gen. Y presumen de país, de Godín, de Giménez y del Cebolla Rodríguez.
Rojiblancos de Peñarol. Este grupo de 20 uruguayos le ha explicado a AS en qué consiste su gen. Y presumen de país, de Godín, de Giménez y del Cebolla Rodríguez. Jesús Rubio y Chema Díaz
AStv

El gen uruguayo es el despeje de Giménez ante el Getafe, desde el suelo. O el gol de Godín ante el Barça de la última Liga. Una mezcla de sacrificio y épica que caracteriza a este Atleti y que Carlos Buzón, Leo Pérez y Adrián Carreño identifican bien. También lo llevan dentro. “Godín y Giménez son nuestros mejores embajadores. ¿Ves su carácter en el campo? Así vive un charrúa la vida”, revelan. Y proponen un viaje al corazón de su gen sin moverse de Madrid para demostrarlo.

Carlos, Leo y Adrián le abren a AS la puerta de un local en Moratalaz donde 20 uruguayos (de los 40.000 que hay en Madrid) se reúnen cada semana para hablar del Atleti y de la vida, para ver a Peñarol y comer empanadas de queso y carne, o lengua a la vinagreta, o milanesas, mientras escuchan cumbia y se sienten como en casa a 9.940 kilómetros de ella. Muchos juegan en un equipo de Tercera Regional, el Atlético Artilleros. Y su escudo saluda ya en la puerta con los colores del Atleti. En las paredes hay camisetas de Godín y del Cebolla. Y banderas. Y bufandas.

Todo comenzó hace 15 años, con la llegada de Adrián a Madrid. Había jugado en el juvenil de Peñarol, en Inglaterra y Grecia. Venía a España para empezar una nueva aventura, la de la inmobiliaria Red Piso. Un día fue al Calderón... Y se hizo del Atleti: “Por la hinchada. Es pasional. Contagia”. Después, en 2001, cuando el club fichó al charrúa Diego Alonso trabaron rápido amistad. Adrián se hizo socio. Y también todos los uruguayos que después fueron viniendo a trabajar en su inmobiliaria. “Ahora somos 300 y un 80% es del Atleti”, presume. “Es equipo para un charrúa”, dice. Porque un uruguayo ya nace con la pelota cosida al pie y vive el fútbol como lo siente un rojiblanco. Porque en este país de tres millones de habitantes todos lo juegan.

Asados con Godín. “Hasta mi mamá sabe de fútbol”, confiesa Adrián. Y de Godín, por supuesto. “Es el mejor central del mundo. Nuestro caudillo. Nadie como él nos representa”. Y saben de qué hablan. Le conocen. Comparten gen. Y momentos. “Yo jugué en el equipo en el que él empezó, el Cerro, y aunque soy mayor, la primera vez que nos vimos nos abrazamos”, dice Leo, y adereza la historia con anécdotas de asados con los uruguayos del Atleti. “A Godín le encanta la entraña. Cuando comemos con ellos ponemos mucha. También pollo. Carne en tiras, no. Por la grasa. Que luego El Profe les regaña...”. Hay un detalle que, dicen, resume cómo es Godín. Lo cuenta Carlos: “Fuimos a su hotel en Lisboa, antes de la final, y Cebolla y Giménez bajaron a vernos. Él no. No quería distraerse con nada”.

Leo le corta. Quiere relatar cómo en las calles de Uruguay se ven cada vez más rojiblancas (“por Forlán y por Godín”) y de dónde viene la casta aguerrida que les caracteriza: “Es genética. Nosotros descendemos de los charrúas, los únicos indígenas que no se dejaron colonizar. Nos tuvieron que matar para quedarse con nuestra tierra. A todos. Descendemos de españoles e italianos que crecieron ahí. De ahí la garra charrúa. Si es necesario morimos, pero doblegarnos, jamás”. Y, en efecto, la definición de la razón de su gen encaja perfecta con el fútbol de Godín, de Giménez, con el del Atleti del Cholo. Como en un puzzle.