VILLARREAL 1- SEVILLA 3
Un campeón con altura
El Sevilla mata al Villarreal en El Madrigal con su poderío aéreo. Vitolo marcó a los 13 segundos y Mbia puso el 0-2 en fuera de juego. Vietto recortó pero Gameiro sentenció.
El Sevilla tiene la eliminatoria en el bolsillo. Porque sin hacerle falta jugar mejor que el Villarreal, hoy por hoy es más equipo. Mientras él puede desplegarse de distintas formas y con diversos objetivos, su rival sólo brilla con un estilo y persiguiendo al galope una sola meta. La contraria. Mientras él reina por los aires, a su adversario le cuesta dominar a ras de césped. Mientras él disfruta con el tempo y la emoción de las eliminatorias, su oponente las sufre y airea sus temores. Y mientras él mata sin avisar (hasta tres veces), el Submarino sólo moja después de mucha insistencia (un acierto de ocho ocasiones claras).
Si la experiencia es un grado, la inteligencia es un don. El Barça se lo recordó al Villarreal en la Copa con un gol mil veces repetido en el 3’ que desmontó las ilusiones de El Madrigal. Y esta vez el Sevilla se lo grabó a fuego a los 13 segundos con su poderío en la estrategia. Algo que sabía de sobra Marcelino y que no pudo contrarrestar. Desde la primera jugada quedó claro. Saque de centro, cesión atrás, pelotazo de Pareja para que peine Iborra, control de Gameiro y pase a la espalda de Bailly para que Vitolo defina con maestría. Trece segundos en total que condicionaron los cinco mil cuatrocientos siguientes. Así arrancó la eliminatoria española en Europa. Sin defraudar. Con un récord de precocidad en la Europa League que supera el logrado por Ismael Blanco (AEK) ante el BATE en 2009.
Y no fue el único lamento para el Submarino. Hubo varios más. Demasiados. Algunos hasta injustos. El primero tras pestañear al ver el 0-1. Vietto estrelló un balón en el larguero. Como si se le hubiera olvidado definir, el argentino tuvo luego varias ocasiones más. Muy claras. Pero falló lo que no suele. No supo condenar el exceso de precauciones al inicio del Sevillla. Y hubo más. Tras una primera media hora de mando, el Villarreal comenzó a flaquear por la falta de desborde en banda, por la ausencia de centímetros por arriba y por la ausencia de una escoba en medio campo que contrarrestase la salida del rival. El Sevilla comenzó a amenazar entonces con las contras, hasta que encontró un gol en fuera de juego. Centro de Tremoulinas y remate de cabeza de Mbia. Omnipresente en defensa, decisivo en ataque.
El Sevilla pudo sentenciar al instante a un rival moribundo, que en esos momentos quizás pensaba que los galones que le faltaban para igualar las fuerzas estaban en la grada (Bruno, Víctor Ruiz y Gio), en la capital (Cani) o en la Premier (Gabriel). Gameiro condujo otra contra de libro que Aleix Vidal estrelló en la cruceta. La eliminatoria, por eso de la emoción, lo agradeció. Y el Villarreal lo aprovechó. Nada más regresar del descanso, Vietto metió la puntera tras una melé y devolvió a su equipo a la pelea. Pero una vez más, el Villarreal recordó pronto su inmadurez. En la jugada siguiente Pareja sacó una falta, Iborra cabeceó al corazón del área y Gameiro machacó sin contemplaciones. Nunca un plan más sencillo dio tantos frutos.
El Villarreal intentó durante los 40 minutos siguientes llegar con vida a Sevilla. Con cambios, fe e insistencia. Hizo méritos y, sin embargo, no halló enfrente más que un entramado defensivo rocoso y perfectamente trabajado, además de delanteros sin puntería. La ocasión de Gerard en el 90’ fue el resumen del encuentro. El Sánchez Pizjuán dirá si el Sevilla mantiene estos aires de campeón o si el Villarreal obra un milagro. Hay talento suficiente para presumir de lo uno como para no olvidar en nuestras vidas lo otro.