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COPA DE AFRICA

Incidentes: el centro de Malabo sufrió la ira de los exaltados

Tras la derrota de Guinea Ecuatorial ante Ghana, Malabo vivió una noche con muchos incidentes. Tiendas forzadas, lunas rotas, coches destrozados y mucho miedo.

La Policía tuvo que cargar contra los aficionados durante y después de la semifinal entre Guinea Ecuatorial y Ghana.
La Policía tuvo que cargar contra los aficionados durante y después de la semifinal entre Guinea Ecuatorial y Ghana. AFP

El paisaje del centro de Malabo, tras el paso de los vándalos que no aceptaron victoria de Ghana por 3-0 sobre la anfitriona Guinea Ecuatorial, es desolador. Cerraduras de tiendas forzadas, lunas rotas, escaparates destrozados y los automóviles de la calle Bonkoro, ante la embajada de Camerún, machacados a ladrillazos.

El balance de los daños físicos a todo aquel sospechoso de ser extranjero, cameruneses, benines, malianos, gaboneses o ghaneses es de al menos 36 personas heridas. Catorce de ellas fueron trasladadas al hospital, mientras que solamente uno de los afectados precisó de una “observación exhaustiva”, según informó la propia CAF.

Tras abandonar el estadio, los exaltados, armados de piedras y palos, se dedicaron a todo tipo de excesos y abusos de manera impune y, cuando llegaba la Policía, las tropelías ya estaban consumadas. Tan alterados estaban los ánimos que incluso los propios guineanos se llegaron a enfrentar entre ellos, culpando los unos a los otros del mal fario. El juju, ese halo brujeril que dicen impide los triunfos del Nzalang cuando juega en Malabo.

En el terreno futbolístico, en conferencia de prensa posterior al partido, Esteban Becker reconoció la superioridad de los Blacks Stars y exculpó la actuación arbitral, al tiempo que pedía perdón y lamentaba los incidentes que protagonizaron los espectadores.

Visiblemente afectado, el capitán del Nzalang, Emilio Nsue, también lamentó el pésimo desenlace de un encuentro cuyos ingredientes (una campaña contra Guinea Ecuatorial por parte de los medios de comunicación de expresión francesa, un incompetente árbitro gabonés y un speaker que cada vez que intentaba calmar al público provocaba el efecto contrario) parecían preparados para sacar de quicio a unos aficionados, ya de por sí con mal perder.