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Copa África

Milam Ntang, de central a vicepresidente de Guinea

El vicepresidente de Guinea Ecuatorial arrancó su andadura deportiva jugando en el Escolar, el segundo equipo de la Escuela Superior Santo Tomás de Aquino.

Malabo
Milam Ntang.

Su excelencia Ignacio Milam Ntang arrancó su andadura deportiva jugando en el Escolar, el segundo equipo (el primero se llamaba Cultural) de la Escuela Superior Santo Tomás de Aquino, el centro que durante la época de la colonización española se encargaba de formar maestros de enseñanza y funcionarios para la entonces denominada Guinea Española.

Al lado del exembajador de Guinea Ecuatorial en España y ahora vicepresidente del Gobierno, jugaban también Vicente Engonga, padre del jugador internacional español, y el progenitor de la gran cantante Concha Buika, el poeta fallecido en el exilio, Juan Balboa, que ejercía de medio creador del equipo.

La Escuela Superior Santo Tomás de Aquino concentraba a la futura élite del país, lo mejor de lo mejor de Rio Muni, Fernando Poo, Corisco y Annobón. En régimen de internado, los alumnos recibían una cultura general equivalente al bachillerato elemental de entonces para finalizar con otra, profesional, enfocada hacia el funcionariado o el magisterio.

Como complemento, los alumnos de la ESP recibían clases de música y entrenaban al fútbol en el patio interior del internado. Otra de las particularidades del centro era acudir a misa los domingos desfilando, bajo el duro sol tropical, al son del “Montañas Nevadas” (luego “Selvas Tropicales”, por razones obvias) o cualquiera de los himnos franquistas de aquella época, por ejemplo aquel que decía “En pie camaradas siempre adelante, cantemos el himno de la juventud, el himno que canta la España gigante”.

No se puede concebir la historia del fútbol guinoecuatoriano de aquella época sin el Cultural y el Escolar, equipos perfectamente entrenados y que se alzaron con el título liguero en varias ocasiones. Sobre todo destacaba su excelente preparación física, aunque luego se descubrió que recurrían a la Centramina, una poderosa anfetamina que ingerían en los descansos de los encuentros. ¡Hasta en eso se había adelantado a su tiempo!