REAL SOCIEDAD 2 - VILLARREAL 2
Gerard y Gio sellan los cuartos pese al oportunismo de Vela
Sus goles dieron el pase a un Villarreal que sufrió con diez. La Real empató dos veces con un remate y un pase del mexicano, pero le faltó fútbol para obrar la remontada.
Otra vez Gerard Moreno. El niño (22) que no siempre es titular y la promesa que nunca falla. El delantero volvió al once como suele hacer sólo entre semana y marcó un gol y dio otra asistencia que pone al Villarreal en cuartos frente a un rival (Getafe) al que respeta pero no teme. Diez goles y cuatro asistencias en poco más de 1.200 minutos nombran al canterano como la gran revelación de la temporada junto a Vietto y como un seguro de vida que ha dado la razón a Marcelino. El técnico apostó por él en verano (“vendan a Perbet”). Y el delantero, agradecido y puntual, no le ha fallado.
Su tanto, decisivo, fue una obra de arte. Por el momento, por la dificultad y por el acabado. Giovani condujo una contra fabulosa aprovechando que ya está fino. Abrió el balón hacia la derecha, desde donde partía Gerard. Y pese a estar tapado por dos defensas, fue acomodándose el balón hacia su guante izquierdo para soltar una rosca hacia el palo derecho de Rulli. Un dardo que entró como un misil. El tanto hacía justicia. La Real, pese a jugar con titulares, no había acumulado méritos ni llegadas mientras el Villarreal, repleto de suplentes, había dado serios avisos (Trigueros y luego Moi), se movía como pez en el agua en medio campo y mandaba siempre con la amenaza en el bolsillo.
La Real sólo podía equilibrar las fuerzas a balón parado. Tiene buenos lanzadores y cuenta con la cabeza prodigiosa de Agirretxe. Su juego colectivo no daba para más. Y así, en un regalo del Villarreal en forma de córner, igualó en el último esfuerzo de la primera mitad. Centró Pardo, remató Agirretxe, paró Asenjo con unos reflejos sublimes y machacó Vela en el rechace. En Anoeta aún había esperanza. Bastante más que sensaciones positivas.
Hasta que el balón comenzó de nuevo a rodar y el Villarreal demostró por qué encadena ya 14 partidos invicto. Sobre todo por su contra y su endiablada velocidad. Tras un reinicio equilibrado en el que Musacchio pudo sentenciar y Xabi Prieto igualar el resultado, el Villarreal dio otro mazazo. La sentencia se originó en un saque de banda por la derecha. La puso en juego Mario, peinó Gerard con intención e inteligencia y peleó Giovani hasta desnudar a Íñigo Martínez y batir por bajo a Rulli. Su gol no era uno cualquiera. Era la confirmación de que el mexicano ha vuelto con más fuerzas que nunca.
El Villarreal se vio ganador entonces y no podía estar más equivocado. La Real no está bien pero nunca pierde el amor propio. Al instante Granero empató de volea tras una pared de libro de Vela, Musacchio dejó poco después a su equipo con diez en el 81’ y el sufrimiento de apoderó de un equipo que hasta entonces sólo mandaba. El Villarreal se rehizo bajo el paraguas de los más expertos y ya espera al Getafe. La Real se desesperó por caer y, sobre todo, por no encontrar la solución en Moyes, cercano en las ruedas de prensa y en la grada (lo expulsaron y hasta cenó con la afición), pero ineficaz por ahora en el banquillo.