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Javi Guerra: unas fiestas navideñas en el ostracismo
Sólo ha jugado 40’ en el Cardiff y estuvo dos semanas trabajando con el equipo reserva por no aceptar una cesión a otro club.
Hasta ahora se han ignorado las historias de aquellos españoles que emigraron al Reino Unido y que acabaron volviendo a casa. Se catalogan en dos grupos: los que no se adaptaron y los que regresaron para mejorar su carrera. Pero si se mira con lupa lo que les ocurrió a los primeros, encontrarán momentos difíciles, choques culturales insondables y, a menudo, muy poca preparación para vivir en el extranjero o incluso poca predisposición.
Reyes empezó su carrera en el Arsenal de modo espectacular pero, al no entender el idioma o la cultura inglesa, le costó seguir dando lo mejor de sí mismo. Marcelino (Newcastle) sufrió la persecución del técnico que suplió al que le fichó, Ruud Gullit, despedido a los tres meses de llegar. Javi Moreno (Bolton), Granero, Parejo (QPR) y Cala (Cardiff, que jugó solo tres partidos este curso) no contaron con la confianza de los preparadores que no entendieron lo que ofrecían al equipo.
Javi Guerra, también en el Cardiff, es otro caso de jugador incomprendido que escogió su destino con la lógica ambición de aumentar su cuenta bancaria y su currículum, pero que va a pasar unas Navidades complicadas. Tras la llegada del nuevo técnico, Rusell Slade, Guerra, con una ficha alta, es uno de los diez futbolistas puestos a la venta y del que el club quiere desprenderse en enero. Sólo ha jugado 40 minutos en tres partidos de la Championship.
Estuvo dos semanas entrenando con el equipo reserva por no aceptar la cesión ofrecida por el Cardiff y porque Slade entiende que el jugador no muestra interés por cambiar su situación. En realidad, no le gusta su estilo: menos aguerrido que el delantero inglés habitual. No puede ser que se pase de marcar 15 goles en la Liga a ser un jugador que no sirva para el Cardiff en la Championship. Pero Cardiff es una ciudad dura. ¿Cuenta Guerra con el apoyo de los que le trajeron? ¿Le ayuda el club a adaptarse? ¿Le echan una mano los compañeros? ¿Estudió el jugador su nuevo destino? A menudo, la respuesta a todo ello es no. Y como consecuencia las Navidades se hacen más duras.