GRUPO B | BASILEA 0 - REAL MADRID 1
Cristiano y Madrid, pareja récord
El portugués volvió a marcar y alcanzó los 71 goles de Raúl en Champions. Ancelotti igualó la marca de Muñoz y Mourinho, con quince partidos consecutivos ganados. El Madrid se aseguró pasar a octavos como primero.
No todos los días se puede hablar en verso. En ocasiones, sólo es posible manifestarse con monosílabos. Eso hizo el Madrid en Basilea. Apretado por el rival y cargado con el peso de una racha histórica, se limitó a decir “gol”, una única vez. Fue bastante y hasta diría que fue muchísimo: primero de grupo, récord igualado y viento en popa. Marcó Cristiano, por cierto, para hacer compañía a Raúl, para preguntarle por dónde escapó Messi.
Si la victoria fue el primer éxito, la siguiente conquista fue sobrevivir. En los últimos minutos, el partido, competido al principio, se llenó de energía negativa, de patadas de las que duelen, de un extraño descontrol que culminó con varios espontáneos sobre el campo; unos corrían como liebres y otros rodaban la escena. Hasta Suiza tiene agujeros, no sólo en el Gruyère.
Desde el principio hubo cierto frenesí. Los suizos entraron feroces al campo y el Madrid salió del trance sin arañazos. No era sencillo. El Basilea es un equipo muy a tener en cuenta cuando juega en su campo: la pasada temporada goleó al Valencia (3-0) y en la presente Champions ha vencido a Liverpool y Ludogorets sin recibir un solo gol. En Europa, de los últimos ocho encuentros, ha ganado siete y ha caído sólo en uno. No hay casualidades con tanto apoyo estadístico.
El primer objetivo del equipo de Ancelotti fue torear a un rival energético y disciplinado, con 43 años de motivación, el tiempo que hacía que el Madrid no visitaba al Basilea. Insisto en el mérito. Hay lámparas que hay que frotar durante un buen rato antes de que salga el genio. El tiempo, además, suele correr en favor del más fuerte; el talento también termina por inclinar las balanzas. La combinación de ambos factores resulta infalible.
La novedad (estamos mal acostumbrados) es que hubo que esperar 35 minutos. Las primeras contras del Madrid habían sido dignas del Grand National, carreras plagadas de obstáculos. En cuanto se despejó la pradera llegó el gol. Benzema fue el accionista mayoritario de la jugada. El francés penetró por la izquierda con un regate espléndido, en el que fingió parar y escapó al sprint; después, le cedió los honores a Cristiano, 71 goles en Champions, los mismos que Raúl y tres menos que Messi.
El gol cambió poco el panorama. Ni se abrió el Basilea, ni el Madrid se puso a dar palmas. Al contrario, persistió la siderurgia. Añadan a esta pesadez general que Coentrao y Sergio Ramos tenían la noche radioactiva y alternaban aciertos con estrépitos de diversa índole.
Tal vez tenía que ser así. Igualar un récord de 15 triunfos seguidos no podía ser fácil. Y menos aún, un registro con tanta simbología: desde ayer, la hazaña deja de tener nombre propio (tres son multitud) y pasa a pertenecer a los jugadores. Ni Muñoz, ni Mou; ni siquiera Ancelotti. Lo consiguió el Madrid de Cristiano y compañía.
El Basilea disfrutó de buenas ocasiones para empatar, pero tiró poco entre palos. No está claro si le faltó puntería o le sobraron las plegarias de Keylor. El costarricense se ganó el notable con una estirada prodigiosa después de verse superado (casi) por el camerunés Breel-Donald Embolo (17 años), el mejor de los locales. El chico tiene tanto talento que será capaz hasta de sobreponerse a su apellido.
El larguero impidió el gol de Bale y Safari (“viaje”, en suajili) evitó el segundo tanto de Cristiano; tampoco hay que ser ambicioso. Lo importante ya estaba conseguido: el Madrid sigue sin perder, incluso cuando habla en prosa, hasta cuando apenas habla.