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Brasil - Colombia

Dunga recomienza la búsqueda de su redención en Brasil

El seleccionador brasileño vuelve contra Colombia. Su misión: reconstruir un equipo destrozado. Fue machacado por la prensa tras el fracaso de Brasil en 1990.

SEGUNDA ETAPA. Dunga vuelve a ser el seleccionador de Brasil.
AFP

Dunga asumió la selección brasileña con un rechazo de casi dos tercios de la población del país. Nada nuevo para un personaje que aprendió a vivir bajo críticas feroces durante prácticamente toda su carrera como futbolista y ahora entrenador. Dunga conoció la sensación de ir y volver del cielo al infierno como nadie en la historia del fútbol brasileño y su carrera parece ser de una búsqueda constante de la redención.

Todo comenzó en el Mundial de Italia, 1990. Tras las decepciones del jogo bonito de Zico, Sócrates y compañía en los Mundiales de 1982 y 1986, la apuesta por un cambio de sistema y actitud trajo al entrenador Sebastião Lazaroni. Su apuesta era llevar a la selección brasileña un fútbol más aguerrido y vigoroso, con mayor solidez defensiva y aplicación táctica. Él quería un equipo que tuviera el cuerpo y alma de su capitán, Dunga.

Nacido en la pequeña Ijuí, en el sur del país y a unas dos horas de la frontera con Argentina, la marca del entonces pivote de la Fiorentina era la virilidad y la casta. Un verdadero perro de presa, representante legítimo del fútbol gaucho y la esencia de lo que Lazzaroni buscaba para “cambiar” la canarinha. Ilusionado con la fuerza y carácter del volante, el entrenador decretó, públicamente, el comienzo de “una nueva era” en la selección brasileña: comenzaba allí la “Era Dunga”, que semanas después terminaría como un rotundo fracaso. Brasil caería en octavos, el peor resultado del país en un Mundial. Y gracias a las palabras del entrenador, el centrocampista, símbolo de aquél equipo, sería crucificado y estigmatizado como el mayor emblema del fútbol pragmático en Brasil. Machacado por la prensa y la hinchada, su historia con la camiseta verde e amarela parecía que había terminado ahí mismo.

“Dunga siempre fue un luchador y nunca fue reconocido como buen jugador”, explica Mário Marra, comentarista de la Radio CBN brasileña. “Por eso, cuando la selección jugó mal, las críticas pesaron más sobre él que sobre ningún otro. Acabó transformándose, injustamente, en sinónimo de fracaso, de derrota.”

Pero cuatro años después, Carlos Alberto Parreira le convocó para formar el doble pivote de Brasil al lado de Mauro Silva en el Mundial de 1994. Dunga recibió de vuelta el brazalete y lideró la conquista del cuatro título de Brasil, acabando con una sequilla de 24 años.

Dunga y Mauro Silva, en el Mundial de 1994.
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Dunga y Mauro Silva, en el Mundial de 1994.

“Él fue víctima de una gran injusticia con aquella historia de era Dunga, fue un gran futbolista y dejó su marca por todos los equipos donde actuó”, explica Juca Kfouri, veterano periodista de la Folha de São Paulo. Como capitán del Tetra brasileño, Dunga dejaría de ser sinónimo de fracaso y él seguiría capitán cuatro años más, en el equipo subcampeón de 1998.

“El tiempo es la mejor medicina y si yo me apegase al pasado, preocupado con las críticas, a lo mejor habría parado de jugar”, afirmó Dunga, en la ocasión. “Tenía que hablar en campo, demostrar que los críticos estaban equivocados y no hay escenario mejor para hacerlo que en un Mundial”, dijo.

Cuando asumió el mando de la selección brasileña por primera vez, tras el Mundial de 2006, Dunga agradaba por su perfil único en la historia de Brasil. Futbolista exitoso y un líder con mano de hierro, nunca un excapitán campeón del mundo había entrenado la Seleção. El título de 1994 y el papel fundamental de liderazgo que ejerció durante casi una década como un verdadero comandante del equipo brasileño fueron básicamente los únicos atributos que le llevaron al banquillo, ya que jamás había trabajado como técnico.

En cuatro años de trabajo, formó un equipo que era su imagen y semejanza para el Mundial de 2010, que guerreaba pero nunca llegó a encantar. Cayó en cuartos ante Holanda y nuevamente en desgracia.

“A Dunga se le fue la mano en Sudáfrica, no funcionó el espíritu beligerante y místico que impuso”, cuenta Juca Kfouri, que define la vuelta del entrenador a la selección como “una absoluta falta de planificación de la federación”.

Ahora, con el peso de la eliminación de 2010 y tras el fiasco histórico del 7-1 de Scolari ante Alemania, Dunga vuelve a selección brasileña sin temer la misión de reconstruir un equipo destrozado moral y emocionalmente. Sin credenciales como entrenador y con críticas tan severas como las de entonces, el gaucho sigue su historia de superación y perseverancia, como si el sentido de su vida fuera una eterna búsqueda de la redención.

James examina al nuevo Brasil

Brasil inicia esta madrugada la era Dunga en Miami ante una Colombia liderada por James y en la que vuelve a la delantera Falcao. El partido, además, tendrá el morbo del reencuentro entre Zúñiga y Neymar, después de que el primero lesionara al azulgrana en el partido de cuartos del Mundial.