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Almería | Alfonso García

“Con 13 años llevaba las cuentas a las empresas de mi padre”

A los 12 años empezó a trabajar y a los 13 dejó los estudios porque “había que echar una mano”. A los 16 ya tenía los poderes generales de sus padres. Hoy engrandece al Almería.

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“Con 13 años llevaba las cuentas a las empresas de mi padre”

—En primera lugar le transmitimos nuestro sentimiento por el fallecimiento de su querida madre.

—Muchas gracias. Ha sido un golpe muy duro, pero la vida es así. Tanto a mi madre como a mi padre les tengo que estar eternamente agradecido por todo lo que han hecho.

—De su apasionante biografía nos quedamos con un detalle. Alfonso García es un hombre hecho a sí mismo.

—¡No había otro remedio! Todo lo que he conseguido ha sido ganado a pulso. Desde pequeñito ya me puse a trabajar. Ayudaba a mi padre en sus trabajos de transportes de mármoles. Tenía 12 años. Después compramos un camioncillo por 150.000 pesetas y nos dedicábamos a transportar tomates, desde Aguilas hasta Albacete, Murcia… ¡No parábamos de viajar! A los 13 años dejé los estudios porque había que ponerse a tope con el trabajo y había que sacar adelante el negocio familiar. Había mucho que hacer. Transporte, venta ambulante, mercados…

—Y usted se manejaba como pez en el agua. ¿Cómo era posible que con tan corta edad pudiera desempeñar trabajos de gente mucho más mayor?

—¡Qué remedio! Había que sacar adelante el negocio y gracias a Dios prosperamos. Supongo que hoy en día no cuadra mucho, por las circunstancias de la vida que un niño de 13 años trabaje en un camión en la compra, transporte y venta del tomate. Íbamos a Valencia, Sevilla, Granada, Madrid…

—¿Eso hacia usted con sólo 13 años?

—¡De todo! Además llevaba las cuentas. los números del negocio. Había que estar al día y mi padre tenía plena confianza en mí. Con 16 años mi padre y mi madre me dieron todos sus poderes generales para poder disponer. ¡Llevo 45 años trabajando sin parar!

—¿Tiene más hermanos?

—Dos hermanas más. Yo soy el mayor.

—¿Y cómo le vino su afición por el fútbol? ¿Cómo fue su primer impulso para dedicarse tan de lleno a un mundo como el del balón redondo que es tan especial?

—Porque mi padre era el presidente del Águilas, un equipo murciano, el de mi pueblo. Yo le ayudaba en todo. Le llevaba las cuentas, supervisaba los fichajes. Trabajar en los mercados en la compra y venta de tomates me enseñó el arte de negociar y de no regalar nada también en el mundo del fútbol.

—Buena mili para dar el salto al Almería…

—Aquello surgió un poco por casualidad. La Unión Deportiva Almería estaba afrontando una ampliación de capital y el asunto nos interesó. Una de nuestras empresas está radicada en Cuevas de Almanzora y en un principio la idea era sólo entrar en el accionariado. El máximo accionista era Guillermo Blanes y el presidente, Manolo García (que ahora continúa como vicepresidente). Pero finalmente llegamos a un acuerdo y adquirimos el 95% de las acciones. El equipo estaba en Segunda y el entrenador era Juan Casuco.

—Juan Casuco había sido cesado por su padre como entrenador del Águilas y su primera decisión fue prescindir de él en el Almería. ¿Casualidad?

—Circunstancias del fútbol. Pensábamos que el equipo necesitaba un revulsivo. ¿Sabe? Nuestro proyecto era que el equipo ascendiera cuanto antes a Primera…

—Y contrataron a Luis Ángel Duque, cuyas ruedas de prensa eran un espectáculo. Hablaba ‘demasiado claro’ pero el equipo no funcionaba.

—Sí. Soltaba demasiados exabruptos (una vez amenazó en una rueda de prensa con pegarse un tiro en sus partes nobles...). Se le fueron un poco los papeles y le tuvimos que destituir. Teníamos prisa por levantar aquello. El fútbol en Almería había pasado por demasiadas vicisitudes y dos de sus equipos representativos, la Agrupación Deportiva Almería y el Polideportivo Almería habían desaparecido. Necesitábamos motivar y enganchar a nuestra afición y aunque fuéramos un equipo pequeño teníamos que ser un equipo creíble. Y no es fácil fidelizar a una afición.

—Y ficharon a Unai Emery…

—¡Un entrenador impresionante! Era jugador del Lorca y se hizo cargo del equipo nada más colgar las botas en mitad de temporada cuando el equipo no andaba bien. No sólo le salvó del descenso sino que encima le subió a Segunda y casi le pone en Primera. Su equipo jugaba de maravilla y por eso le fichamos.

—Sus comienzos no fueron buenos y la gente se puso hasta nerviosa.

—Los tres primeros partidos los perdimos y la afición se impacientó. Pero empezamos a ganar y ascendimos con holgura.

—Resulta curioso que el primer presidente que ascendió a la Agrupación Deportiva Almería en 1979 se llamaba Alfonso García y usted, que lleva dos ascensos, también se llama Alfonso García. ¿Nombre talismán?

—¡Jajaja! Son circunstancias de la vida. Casualidades. Yo me siento orgulloso de haber conseguido subir dos veces al Almería y espero que ésta sea la última. Señal de que nos quedamos mucho tiempo.

—Pero volvamos a Emery. El equipo asciende a Primera y se mantiene cuatro temporadas seguidas.

—Hicimos una gran temporada. No nos podemos quejar. Desde que soy presidente vamos por la sexta temporada en Primera y alcanzamos unas semifinales de Copa. Si no nos llega a tocar el gran Barcelona de Messi hubiéramos sido finalistas. ¡Seguro! Es cierto que desde que salió Emery nos faltó continuidad en el banquillo. Ni Arconada, ni Lillo, ni Hugo Sánchez ni Oltra. No tuvieron fortuna y el equipo descendió a Segunda. Pero volvimos a ascender a Primera con Javi Gracia, que ahora está en el Málaga. Un gran entrenador.

—Siempre ha dicho que su equipo es descubridor de futbolistas.

—Y de entrenadores. Hemos tenido a Crusat, a Felipe Melo, que vino defenestrado del Racing y lo traspasamos por 12 millones a la Fiorentina, Diego Alves, Piatti, Chico, que ahora está en el Swansea, Aleix Vidal, que se ha marchado al Sevilla…

—Y Álvaro Negredo…

—Un futbolista impresionante que nos dio mucho. Vino al Almería siendo un desconocido y ahora es campeón de Liga con el Manchester City.

—Pero con los entrenadores ha tenido de todo.

—Ya le decía que Arconada, Lillo o Hugo Sánchez no tuvieron fortuna. Y ahora estamos encantados con Francisco, el entrenador más joven de Primera. Alberto Benito, nuestro director deportivo y descubridor de grandes talentos, será ahora asesor del club desde Inglaterra. Somos un club modesto y nuestro presupuesto no supera los 23 millones de euros, pero no tenemos más remedio que seguir trabajando. Estamos apostando por la cantera y tenemos al filial en Segunda B. Muchos de sus jugadores ya han jugado en el primer equipo. Zongo, Azeez...

—Sus arengas son famosas. Suele bajar al vestuario cuando los resultados no son buenos para motivar a su tropa. Hay una especialmente recordada más o menos coincidiendo con un momento en que la prensa daba por hecho el despido de Francisco.

—El equipo estaba mal. Les dije: “No estamos muertos y lo vamos a demostrar. Estar en Primera no tiene que ser un castigo; son muchos, muchísimos los clubes que quieren estar en la Liga BBVA y nosotros somos unos privilegiados. El entrenador demostró que estaba capacitado. Ahí está el resultado. Seguimos siendo un equipo de Primera.

—¿Y lo de ir a Tailandia?

—Es por la LFP que quieren difundir su marca por el mundo. Al Málaga le ha tocado ir a Australia y a nosotros a Tailandia. Hemos traído un jugador de allí, que es Tearasil Dangda. Les va a encantar…

—Son muchos años siendo presidente del Almería. ¿Ha llegado algna vez a pensar en dejarlo?

—Siempre hay momentos en los que te dan ganas de marcharte. Desde que estoy aquí hemos hecho una inversión muy importante encaminada a tener fútbol de Primera. No es fácil. El fútbol no se escapa a la crisis y ahora no tenemos más remedio que equilibrar gastos e ingresos. O eso, o muchos clubes desaparecerán.

—¿Recuerda cuando estuvo a punto de fichar a Monchi como director deportivo?

—De hecho suscribimos un compromiso. Estaba todo acordado. Pero finalmente no dio el paso y acordamos no hacer el fichaje. Desde entonces han quedado unas relaciones muy buenas con el Sevilla con quien hemos hecho varias operaciones.

—Se me viene a la memoria la cesión de Cobeño.

—Son las cosas que tiene el fútbol. El Sevilla nos cedió a Cobeño que empezó jugando, y de maravilla. Habíamos fichado a Diego Alves que comenzó como suplente. Pero cuando nos tocó jugar contra el Sevilla, una cláusula de la cesión impedía que jugase Cobeño. Salió Alves e hizo un partido formidable. Desde entonces no se movió de la titularidad. Son las cosas del fútbol. Las carreras de uno y otro portero transcurrieron por caminos diferentes.

—¿Y su Almería hasta donde puede y debe llegar?

—Yo deseo que siga en Primera y que la afición llene el Estadio Mediterráneo.