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Massimo Busacca

“Es clave para poder ser un buen árbitro haber jugado al fútbol”

Es el jefe de los árbitros FIFA. El suizo repasa sus orígenes, habla con mucha pedagogía del arbitraje, comenta el uso de las nuevas tecnologías y lanza un mensaje a las mafias.

“Es clave para poder ser un buen árbitro haber jugado al fútbol”

—¿Cómo empezó usted en el arbitraje?

—Por casualidad. No me inicié por consejo de mi padre o por influencia de mi hermano ni por copiar a los amigos, no. Me gustaba el fútbol y eso para un árbitro es clave. Si no te gusta, no lo comprendes o no lo jugaste, luego todo es muy complicado. Para ser un gran colegiado debes entender siempre lo que haces. Ese punto es clave. Un buen árbitro debe haber jugado al fútbol, aunque no fuese a un gran nivel.

—¿Por qué?

—Es la mejor manera de comprender qué es lo que está pasando en cada momento en un partido. Un colegiado no sólo debe aplicar reglas, debe ser un buen psicólogo. Piense que los jugadores tienen mucha adrenalina y las pulsaciones las tienen altísimas. Por eso es vital que el árbitro lo entienda, aunque eso sí, no debe aceptarlo todo por parte de los futbolistas. Existe el fair play y eso es innegociable. Hay un lado en el que la compresión del juego es clave. Siempre me gustó comunicarme con los jugadores.

—¿Y a qué edad debe comenzar?

—Eso depende. Lo que sí le puedo decir es que hay árbitros que generan modelos que luego son copiados por los jóvenes, aunque hay veces que empiezan muy jóvenes, con 14 o 15 años.

—¿Y eso es bueno?

—No lo creo. No debe ser bueno que un niño deje a los 14 años la práctica del fútbol para pensar solo en el arbitraje.

—¿Por qué?

—Llegará un momento en que les faltará experiencia y la comprensión y lectura del juego es muy importante. En cambio, si lo combinan, es perfecto.

—¿Usted, en casa, ve fútbol o mira películas?

—¿Lo duda? Mire, esta es una cosa que siempre digo: un árbitro debe comer fútbol a todas horas. Los jugadores lo hacen. Y si nosotros queremos estar a su nivel, debemos estar pendientes de los partidos. Es verdad que para ellos es su profesión, pero si un colegiado quiere llegar a un alto nivel, durante la semana, lo más posible es que en el desayuno, en el almuerzo, en la merienda y en la cena deba fijarse qué pasa en los partidos y aprovechar el trabajo del resto de colegas de profesión.

—¿Qué se puede aprender?

—Se debe ver y analizar por qué se corre de esa manera o se posiciona de otra forma, por ejemplo. Se debe ver cómo se puede mejorar todo.

—¿Su ideal sería el de profesionalizar el arbitraje?

—Sin duda, aunque tampoco sin ahogarse, ¿eh? Los futbolistas no están doce horas ejercitándose o viendo partidos. No.

—Bueno, cada vez hay más equipos de elite que hacen que sus jugadores estén cuanto más tiempo juntos, mejor.

—Mi concepto es lo que hacemos en los torneos importantes. Todos los árbitros están juntos.

—¿Y qué hacen?

—Convivencia, lo que les conduce al diálogo directo. En el desayuno o en los entrenamientos colectivos charlamos. Luego se discuten situaciones en las jornadas que organizamos y también hacemos trabajo de campo.

—¿Y durante el año?

—Es complicado tener al grupo junto siempre. Sería muy importante que cada dos semanas máximo pudiesen reunirse para hablar de todo. Lo que vale no es firmar un papel y decir que eres profesional, no; lo que se debe hacer es trabajar de manera adecuada.

—Pero eso puede costar mucho dinero, ¿no?

—Piense que hay equipos que invierten mucho y que apenas ganan nada. La cuestión es sacar rendimiento al trabajo, no al dinero, que es lo que te lleva a conseguir ser un árbitro de calidad. ¿Los árbitros tienen preparadores físicos o técnicos? Todo esto es importante para prepararte. Lo que no puedes pedir es el máximo si el colegiado no ha recibido nada en los aspectos clave.

—Estar muy metido en el día a día debe facilitar las cosas.

—¡Claro! Le pondré un ejemplo inventado. Un árbitro español que trabaja de lo que sea de lunes a viernes y el domingo tiene un partido crucial en la Liga. Lo ideal sería que amaneciese el día previo al choque con la cabeza despejada, con la sensación de haber disfrutado de la familia y feliz. Pero en caso contrario, ¿qué? Si no está descansado no puede preparar bien el partido. Eso es importante. Si uno llega estresado de toda la semana, aparece en su casa a las 15:00, a las 18:00 coge un avión o un coche y al día siguiente arbitra, no se le puede exigir el máximo y aparecerán errores.

—¿Cómo lo hacía usted?

—Reduciendo lo máximo mi jornada laboral. No estuve más del 50 por ciento de las horas en mi trabajo durante muchos años. Mi prioridad fundamental nunca fue mi trabajo y sí el arbitraje. No me podía permitir salir a un campo de juego con problemas laborales en mi cabeza; debía estar concentrado.

—¿Por qué no dejan hablar a los árbitros?

—Bueno, si consultan sí que pueden hacer entrevistas.

—Vale, pero, ¿por qué después de un partido no se puede escuchar su opinión?

—Igual no es el momento para hacerlo. Puede suceder que los árbitros no hayan visto las imágenes polémicas e igual que los jugadores, los también tienen sus pulsaciones altas, no se crea.

—¿Y el día después?

—Ahí no le digo que no sea bueno, aunque no todos los medios son honrados con las transcripciones. Hay que saber sacar conclusiones positivas a los posibles errores. ¿Por qué sólo se destacan los fallos? ¿Por qué nunca se ensalzan los aciertos? Insisto, los árbitros sólo interesan cuando hay errores y cuánto más grandes e importantes, mejor. Es el caso contrario de los futbolistas.

—¿Qué quiere decir?

—¿A usted no le gusta hablar de un jugador cuando hace muy bien las cosas?

—No es que guste más o menos, simplemente es más sencillo puesto que ellos están más dispuestos; cuando no les fue bien, algunos dan la cara, pero otros acaban escondiéndose, eso es cierto.

—Bien, vale, perfecto, entonces eso es lo que tenemos que cambiar. Si cambiamos la cultura del arbitraje y vemos al protagonista como lo que es, como una persona, todo será más sencillo.

—¿Se sienten ayudados por los jugadores y entrenadores?

—Nunca tuve problema con ellos. Si el árbitro acepta el diálogo y los jugadores saben cuándo reclamar, el juez debe comprenderlo todo. Ahora, si no existe comunicación, es cuando nacen los problemas.

—¿Mourinho tuvo problemas con usted y más compañeros suyos?

—No, de esas temas no hablo. Nunca me importaron esas historias. No me gusta personalizar las cosas.

—¿Qué nota le pone al arbitraje?

—Una buena, aunque hay muchas cosas que aprender. No podemos dejar nada al azar. Tenemos que trabajar con todo, incluso con la suerte. Cuanto más nos preparemos, mejor estaremos para dirigir grandes partidos.

—¿Cómo se hace un listado de árbitros para un Mundial?

—Por calidad y por los informes que realizan nuestros agentes.

—¿Cuántos hay?

—Muchos. La decisión la tomamos después de calificar sobre unos baremos. En la FIFA somos como un equipo nacional que debe presentar una escuadra para el Mundial, ni más ni menos. Los que quieren estar en los partidos grandes deberán responder a muchas expectativas.

—¿Para cuándo mujeres árbitros en un Mundial masculino?

—Esa es una buena pregunta de la que no tengo una respuesta. Las que son muy buenas se centran en los campeonatos de mujeres, pero hay féminas que arbitran partidos de hombres y al revés.

—¿Qué le parece la utilización del spray?

—Se respeta mucho la línea que marca el colegiado. Vemos muchos goles de falta y los lanzadores quieren que la barrera se sitúe en el punto. De esta manera reducimos tarjetas amarillas por no respetar la distancia.

—¿Y que piensa de la ayuda tecnológica?

—El Ojo de Halcón será una gran ayuda. No queremos que pasen otra vez situaciones como las que vimos en Sudáfrica, cuando no fue concedido un gol a Lampard contra Alemania. Hubo un error importante del árbitro y no queremos que vuelva a suceder.

—¿Teme a las mafias que se quieren colar a través de las apuestas?

—No me dan miedo. Los árbitros son de lo más correcto que hay en el fútbol. Aún no viven de esta profesión y sólo es un hobby. Los colegiados son los más atacados, pero que nadie olvide que son los más disciplinados. Los partidos se deben ganar de manera limpia y no con amenazas. Hay que defender la ética deportiva.

—¿Reconoció errores?

—Muchos. Es importante hacerlo para que no suceda otra vez. No ha árbitros sin errores, como no hay jugadores que no cometan fallos.

—¿Qué futbolista idolatró?

—No me gusta hablar de nombres. En todos los sitios encontré grandes jugadores, que fueron los que más me divirtieron con sus goles, pases, etc…

—¿Existe el árbitro perfecto?

—Es imposible encontrarlo. Bueno, tampoco existe el futbolista perfecto. El único que no se equivocaría sería un robot.

—¿Qué dice del triple castigo?

—Es una norma que se debe seguir estudiando en el futuro. Hasta entonces, todo seguirá igual. No se puede arreglar todo en una reunión. Poco a poco. Al final sacaremos buenas conclusiones.