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Cartas desde América

Juanma Lillo ya es admirado

Llegó a Millonarios y se encontró con escépticos. Pero convenció. Cayó en semis ante Junior de Barranquilla, pero eso no ha generado dudas. Seguirá el próximo curso.

Lillo da órdenes desde la banda con Millonarios.

El Atlético Nacional se llevó la liga colombiana, su decimocuarta estrella, la tercera consecutiva. Lo hizo tras derrotar este miércoles a Junior de Barranquilla en la final con una angustiosa tanda de penaltis (4-2) que tuvo como héroe a su cancerbero Armani, que detuvo dos y marcó uno de los lanzamientos Al otro lado, Sebastián Viera, el uruguayo que hace años guardara la portería del Villarreal, realizó paradas prodigiosas durante el tiempo reglamentado, pero quedó como villano en la moneda al aire de los once metros: no detuvo ninguno de los lanzamientos y falló personalmente el suyo. Otra vez Juan Carlos Osorio salió campeón, técnico de moda por el que pelea ahora la Universidad Católica, de Chile, tras quedarse en el último instante sin Berizzo por culpa del Celta. Juanma Lillo tendrá que esperar a otra ocasión para conquistar la Postobón. Si tiene paciencia, claro.

Porque aunque el Millonarios, el equipo que dirige el entrenador español, se animó a asegurar por twitter que la relación seguiría al menos un campeonato más (el 9 de junio arranca la pretemporada), los que conocen al técnico no lo tienen tan claro. Caer en semifinales también a los penaltis ante el Junior no es lo que genera las dudas, por más que supusiera una evidente decepción después de la ilusión desatada. Lillo ha convencido finalmente a un pelotón de escépticos, sobre todo periodistas, que lo miraron con recelo en su arranque al frente del equipo de Bogotá, allá por el mes de diciembre. El preparador no lo ha pasado del todo bien. Las críticas iniciales y sobre todo la mala intención de quien aireó unas cifras exageradas de su salario le dejaron un mal sabor que todavía no se ha ido. Sus jefes le ofrecieron seguridad privada cuando el falso sueldo salió a la luz (“tenga cuidado con los secuestros”, le dijeron), pero el entrenador se negó. Hoy escucha ofertas.

El equipo le ha respondido, eso sí. Y no sólo el delantero Dayro Moreno, máximo goleador del campeonato, sobre el que tanto insiste en los despachos para que sellen su continuidad (sin mucho éxito, por ahora). Los jugadores están con él, escuchan su discurso y lo creen, y además se lo han demostrado. Cuando el reciente fallecimiento de su padre lograron emocionarle con rezos y oraciones antes del entrenamiento. En realidad, el futbolista colombiano es muy religioso y muy rezador. Una particularidad con la que, por más que le sorprenda, Lillo debe aprender a convivir.

El balance de Lillo en su primera aventura colombiana no es malo: 22 partidos, 11 victorias, seis empates y cinco derrotas, 29 goles a favor por 16 en contra. Pero son las sensaciones y el juego del equipo más que los resultados lo que han hecho invertir la acidez inicial de los blogueros. Hoy casi todo son flores y respeto. El preparador les ha conquistado por los ojos y por los oídos. Sus ruedas de prensa generan expectación. Y contagio. Tipos de lo más variado hablan por la calle del juego de posición.