REAL MADRID-ATLÉTICO DE MADRID
Lisboa, capital de Madrid
La ciudad portuguesa fue invadida por miles de aficionados de Real Madrid y Atlético de Madrid. El punto de encuentro de las Fan Zones se inició a las 11:00 horas.
Lisboa amaneció hoy siendo la capital de España. Miles de aficionados del Real Madrid tomaron la ciudad portuguesa. Miles de coches por el Puente 25 de abril y el de Vasco de Gama, los dos puntos de acceso a la ciudad por carretera. La plaza de Marqués de Pombal fue tomada por cientos de aficionados del Atlético. Las peñas del club dejaron aparcados los autobuses en el estadio Da Luz y sus aficionados se movieron en transporte público hasta el centro. Las del Madrid, igual. Buen ambiente y hermanamiento entre aficiones, que empezaron el día compartiendo mesas en los bares de la Avenida de la Libertad, cordón umbilical entre la Fan Zone rojiblanca, en el parque Eduardo VII, y la mad ldista, en la Plaza Figueira. A primera hora era más numerosa la del Atlético que la del Madrid, pero a la hora de comer se fueron igualando las fuerzas.
El punto de encuentro de las Fan Zones se inició a las 11:00 horas. Música y pantallas gigantes. La hora de cierre oficial era a las 16:30 horas, pero antes de comer los hinchas sin entrada se llevaron una alegría. A las 13:00 horas, UEFA y el Ayuntamiento de Lisboa autorizaron la retransmisión del partido en las pantallas gigantes en la plaza Figueira (Fan Zone del Madrid), Rossio y Fan Zone del Atlético (Parque Eduardo VII). Era el caso de los malagueños José Antonio, Miguel Ángel, José Luis, Fran y Ángel. Vinieron desde la ciudad andaluza en caravana y no saben dónde van a ver el partido. La misma duda tenía Juan Luengo, conserje del colegio madrileño Fray Luis de León. “Hemos venido 20 personas en autobús, entre padres y profesores y no tenemos ni idea de dónde ver la final. Lo ideal sería que el partido se viese en estas pantallas porque así la gente estaría más controlada”, aseguraba mientras hacía y repartía bocadillos. En este hervidero de aficionados, destacaban los reventas, que ofrecían la localidad más barata (70 euros) por 500, y las personas que, con cartel en mano, demandaban una localidad: “I need tickets” (“Necesito entradas”). Este era el caso de Juan Proença, que estaba dispuesto a gastarse hasta 400 euros por una entrada.