Las finales de Ancelotti
Ancelotti: “Borré contra la Juve mi fama de perdedor de lujo”
En su autobiografía ‘Prefiero la Copa’ y su libro ‘Mi Árbol de Navidad’, el entreandor italiano del Madrid explica las vicisitudes que atravesó en sus tres finales de Champions.
Ayudado por Al Pacino. “En los días previos a aquella final Milán-Juventus, opté por ponerles a los jugadores una escena de la película Un domingo cualquiera en la que Al Pacino le da un discurso a su equipo de fútbol americano: ‘Os daréis cuenta de que la vida es una cuestión de pulgadas. Porque en cada juego, la vida o el fútbol americano, el margen de error es así de pequeño. Y nos curamos ahora, como equipo, o moriremos como individuos’. Me recorrió una escalofrío por la espalda. Para la noche antes del duelo, les preparé un DVD mostrándoles cada paso hacia la gran final. Música, euforia, goles. Luego encendí las luces: ‘Sólo necesitamos una cosa más ahora’, dije. Me habría nominado a mí mismo para un Óscar al mejor guión...”.
Berlusconi, uno más... “En la última charla táctica estuvo Berlusconi. Sentado en medio del equipo, quería formar parte. Distribuí hojas de papel con las formaciones y las jugadas. Él pidió una copia (después las vi publicadas en un libro de Bruno Vespa, el presidente se las dio como si las hubiera escrito él. Pero es justo, porque en cada final nos dio un gran impulso moral). Cuando acabé la charla, estaba preocupado por si había dicho alguna idiotez y le pregunté. ‘¿Qué tal estuve, señor presidente?’. Me respondió: ‘Ha sido precioso, Carletto, estuviste magnífico. Vamos a ganar”.
Tuvo que improvisar. “Había elegido un 4-4-2, un sistema que no habíamos utilizado mucho, porque la Juventus tenía en las bandas sus puntos fuertes. No tenían a Nedved, sancionado, pero en los carriles usaban a Thuram y Zambrotta. Quería limitar al máximo su acción. Mi sorpresa fue que al llegar al banquillo, vi que el adversario había adoptado una defensa diferente. Montero jugaba de lateral izquierdo porque Zambrotta era el extremo. Visto eso, hice modificaciones. Encargué a Shevchenko, que era el segundo punta al lado de Inzaghi, la tarea de cambiar constantemente de puesto con Rui Costa para crear unos contra uno contra Montero. El uruguayo tenía un paso completamente distinto al de Sheva y no podía contener la superpotencia física del ucraniano. Aunque la Juve se reorganizó en el segundo tiempo, les hicimos muchas oportunidades. Ellos llegaron con 0-0 a los penaltis gracias a la actuación de Buffon”.
Con sabor a ‘vendetta’. “Aquellos penaltis, junto con los de la final de Estambul (pero en sentido contrario), son de los recuerdos más vívidos en mi mente. Las gradas eran dos inmensas manchas coloreadas de recuerdos. Había dejado Turín hacía poco más de un año y ahora estaba precisamente allí, contra la Juve, para borrar la fama de perdedor de lujo que había adquirido en ese club”.
Los penaltis decisivos... “Mis colaboradores y yo habíamos escogido con cuidado la lista de lanzadores, todos grandes campeones acostumbrados a las emociones fuertes. Pero los penaltis siempre son impredecibles y había incertidumbre. El primero que tira debe ser frío y capaz de superar el impacto inicial. Si marca, el gol te da confianza. Al último puede tocarle el gesto decisivo, el que consigue la victoria final. Decidí que Shevchenko debía ser el primero. Pero él quería ser el último, se lo pedía le cuerpo. Hubo tensión y una pregunta: ¿lo cambio todo? La convicción de quién tira el penalti es fundamental. Tras un corto diálogo con él y mis colaboradores, confirmé su determinación. Sheva sería el último en lanzar. Ya sabemos cómo terminó: mi equipo ganó la Champions y Shevchenko marcó el gol que quizá es el más importante en la historia del Milán”.