La fe del Sevilla se enfrenta a todos los fantasmas del Benfica

Cuatro años después de su último título (Copa 2010) y siete después de su última gran fiesta europea en Glasgow (2007), el Sevilla pelea esta noche en Turín contra el histórico Benfica por la tercera Europa League de su historia. No es un registro cualquiera. Sólo Juventus, Inter y Liverpool lo han alcanzado. Cuando empezó a jugar previas este verano, con 15 caras nuevas y un proyecto incógnita, el Sevilla ocupaba el puesto número 40 del ránking UEFA. Ahora es el 25. Discreto y como si la maldición de Bela Guttmann le inhabilitase para ser favorito, el Benfica fue avanzando rondas en silencio después de caer rebotado de la Champions. Así hasta eliminar a la Juventus, favorito indiscutible. El Benfica ocupa el puesto seis del ránking UEFA: sólo Real Madrid, Atlético, Barça, Bayern y Manchester United le superan. Es lógico, pues, que las apuestas le den como favorito.

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Al Benfica le siguen 235.000 socios, un récord mundial. Las Águilas creen, además, que se le debe algo por el desenlace de la final del 2013 (gol postrero de Ivanovic) y en general por la maldición que arrastra desde aquella declaración de Guttmann el día que se marchó. Desde entonces el Benfica ha jugado siete finales europeas y ni le bastó una visita a la tumba del técnico en Viena (víspera de su final contra el PSV, 1990) para acabar con la maldición.

El Sevilla ha conseguido lo inesperado. Una final en pleno arranque de ciclo y con una tremenda agitación institucional con el asunto Del Nido (quien, por cierto, podrá ver el partido). José Castro, hombre tranquilo, lo gestionó con poco ruido y, finalmente, éxito. Dice que en la Feria se ha hecho más fotos que Julio Iglesias y a mediodía de ayer, en el restaurante Arcadia, corazón de Turín, se abrió: “La Copa será nuestra”. Nadie ha querido más el título que el Sevilla. Para llegar al Juventus Stadium, al pie de los espectaculares Alpes, ha levantado un 0-2 del Betis, un 1-0 al Oporto y finalmente se entregó a los espíritus de Puerta, Palop y hasta al Espíritu Santo que bajó con Mbia en Valencia. Y respeta el cartel de favorito del Benfica, pero detesta el de víctima. Esta vez tampoco se lo ha colgado.

Emery conoce bien las virtudes del Benfica, equipo con una defensa muy firme (Pereira, Garay y Luisao llevan tiempo juntos y Siqueira ha sido una gran aportación), mecanismos de juego interiorizados, la explosión de Rodrigo y un viejo verdugo: Lima le marcó tres goles con el Braga en 2010. Jorge Jesús, admirador de Heynckes, cuatro millones de euros de sueldo y pretendido por el Mónaco, ya es una institución en el club. En el Sevilla preocupa que el fino Vitolo y el revulsivo Gameiro lleguen tocados. A cambio, es un volcán en la estrategia, tantas veces clave en las finales, y cree en el duende de Rakitic y Reyes. Después de ganar títulos con Arsenal, Real Madrid, Benfica y Atlético, al utrerano sólo le queda su casa. El dinero de su traspaso en 2004 abrió la puerta del mejor Sevilla de siempre. Hoy le gustaría cerrar la puerta levantando un trofeo que el sevillismo considera suyo. Doce mil sueñan con gritarlo en la grada. Suerte, Sevilla.