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Real Madrid

Pedja Mijatovic: “La Séptima fue para el Madrid una liberación”

Mijatovic está matriculado en vivir Ligas con final deprimente y cerrar la herida con la conquista de la Champions. Eso hizo en 1998. Su gol a la Juve quedó para la historia.

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Pedja Mijatovic: “La Séptima fue para el Madrid una liberación”
AStv

—El próximo día 20 se cumplirán 16 años desde que ustedes conquistasen la Séptima en Ámsterdam. No le voy a aburrir con lo de su histórico gol a Peruzzi, lo ha contado mil veces.

—Deje, no me molesta en absoluto. Es lo más grande que me ha pasado en mi carrera y con el paso del tiempo valoras más la importancia de aquello.

—¿Y si le digo que mucha gente encuentra semejanzas entre lo que hicieron ustedes en 1998 y el batacazo que se ha dado ahora el Madrid en Liga y la posibilidad de ganar la Décima como compensación?

—Existe una diferencia fundamental. Mi Madrid de Heynckes, tras un año muy complicado, tenía perdida aquella Liga con el Barça de Van Gaal casi desde su ecuador. Nunca nos conectamos. Íbamos dando tumbos. Cada partido era peor que el anterior. Todo el mundo recordaba a Fabio Capello, que ganó la Liga al Barça del mejor Ronaldo el año anterior...

—Pero ustedes levantaron la Champions rompiendo muchos pronósticos.

—Es difícil de explicar, pero lo comentaré para que lo lean nuestros actuales jugadores por si les sirve de estímulo. En Liga, mi Madrid era un equipo cansado, desmotivado, sin espíritu colectivo... Jugábamos sin ilusión.

—Entonces...

—Entonces hablamos los pesos pesados del vestuario y dijimos que por respeto a la historia del club y por la afición había que revertir eso como fuera. Alguien dijo: “¿Sabéis que hace 32 años que el Madrid no gana la Copa de Europa?”. Lo entendimos como un objetivo común. Era pasar de ser unos fracasados a entrar en la leyenda. Y cambiamos nuestros comportamientos.

—¿En qué?

—En todo. Pusimos toda nuestra fuerza y los cinco sentidos en eso que empezaron a llamar ‘La Séptima’. En Europa éramos una piña, sabíamos lo que queríamos, parecíamos otros jugadores. Le confieso la verdad. Fuimos dos Real Madrid. Uno en Liga que tenía enfadada a nuestra gente, con toda la razón, y otro en Europa que podía con todo.

—Con los alemanes no se arrugaron.

—Sí, existe una similitud con lo sucedido ahora con el equipo de Ancelotti. Nosotros eliminamos consecutivamente al Bayer Leverkusen y al Borussia Dortmund antes de llegar a la final con la Juventus. Ante el Borussia fue el famoso día de la portería caída. Estábamos enfadados ante la posibilidad de que nos expulsaran de la competición. Pero al decidir la UEFA que se jugara, salimos al Bernabéu con mucha rabia y ganamos 2-0, dejando la eliminatoria casi resuelta. No nos frenaba nada, ni siquiera un incidente tan gordo.

—Tras aquel 2-0 a los alemanes, recuerdo una derrota en Vigo ante el Celta (2-1), un pobre empate en casa ante el Athletic (0-0), un triste empate en Mérida (2-2), una derrota en el Bernabéu ante el Zaragoza (0-2), otra en Montjuïc ante el Espanyol (1-0)...

—No siga. Me sé de sobra esa historia. De verdad que no me explico cómo demonios podíamos cambiar tanto de España a Europa. Es raro y poco explicable, pero es lo que sucedió.

—Hasta Karembeu, que en la Liga fue muy criticado por sus actuaciones, marcó dos goles claves en Leverkusen y al Borussia en el Bernabéu.

—Por eso le digo que en Europa éramos otros equipo. Jugar la Champions era para el equipo una liberación. Karembeu se crecía en los partidos de Champions. La afición también era diferente. Venían muchos peñistas a vernos y al acabar los partidos nos paraban los coches y nos decían: “Por favor, conseguir como sea la Séptima”. Llegó a obsesionarnos. Pero sin presión. Íbamos tan mal en la Liga que nadie se atrevía a decir que éramos favoritos para el título. Jugar sin presión nos ayudó mucho.

—¿Y cómo lograban que el equipo no perdiera la autoestima después de pinchar ante el Celta y el Mérida, por ejemplo?

—Porque gente como Davor (Suker), Raúl, Fernando Redondo, Roberto Carlos o Hierro se miraba a la cara y nos decíamos: “Hay que arreglar este fracaso como sea. Somos el Madrid. Esto no puede quedar así”.

—Y llegó el 20 de mayo. Ámsterdam. Enfrente, la Juve de Zidane, Davids, Del Piero...

—Era un equipo imponente que acababa de ganar a lo grande la liga italiana. Igualito que nosotros. Nadie daba un duro por el Madrid. Lo sabíamos. Lo hablamos. Eso a un jugador le ultramotiva. Si defiendes el escudo del Madrid, el mejor equipo de la historia, y notas que te infravaloran, sientes una rebeldía que te da una fuerza descomunal. Piensas, “se van a enterar de lo que es capaz el Real Madrid”.

—Buena terapia.

—Imagine. Todos hablando de los goles que nos iba a meter la Juve y nosotros pensando, mientras Los del Río cantaban Macarena en el césped antes de empezar el partido, “si ganamos será maravilloso, vamos a ser leyenda. No tendremos otra oportunidad como ésta”. Y nos pusimos a ello.

—Y llegó su gol, legal como la vida misma.

—Pessotto no sé que dirá, pero fue un gol legal de la A a la Z. ¿Usted vio protestar a algún jugador de la Juve tras marcar? Pues eso.

—Me dan ganas de reunirle con los hombres de Ancelotti y que les cuente esta historia para que salgan como motos en Lisboa.

—Tranquilo, estos jugadores son grandiosos a nivel mundial y darán ante el Atleti su mejor versión. ¿Cómo va a dudar alguien de gente tan comprometida como Cristiano, Ramos o Pepe?

—Ya sabe que Cristiano, Pepe y Di María llegan tocados a esta final.

—¿Y qué? Nadie se pierde una final de Champions. Nadie va a pensar en el Mundial esa noche. Sabes que todo el mundo te está siguiendo por las televisiones. Ves a 20.000 de los tuyos en la grada y se te ponen los pelos de punta. Es un paraíso para un jugador estar en días así. Que nadie dude que Cristiano estará al cien por cien y que Pepe o Di María forzarán para jugar como sea. Esta final es el partido de la década para el Madrid. Jugarla y ganarla es pasar a la memoria. Nadie se lo perderá. Ya lo verá.

—¿No les afectará perder la Liga de una forma tan lastimosa?

—No debería. En estas dos semanas deben limpiar sus cabezas, olvidarse de estos tres partidos que han apagado la euforia por lo de Múnich e imaginar lo que vivirán en caso de conquistar la Décima. El Atleti será un rival durísimo, pero el Madrid debe hacer valer su historia, su tradición...

—¿Tradición?

—Sí. Al Madrid le va jugar finales de Champions. Ganó la Séptima, la Octava y la Novena. Sin fallo. Es la hora de la Décima.

—Así sea.

—Así sea...