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Argentina

Carrizo: “Alfredo Di Stéfano era bueno hasta jugando de portero"

Amadeo Carrizo recibió el domingo un emotivo homenaje en el River-Rafaela. AS habló con él sobre su época como jugador y destacó a Di Stéfano por encima de todos.

Buenos Aires
Amadeo Carrizo.
Amadeo Carrizo.Claudio BejaranoDIARIO AS
AStv

A dos meses de cumplir 88 años, lo homenajearon como presidente honorario delante de un Monumental lleno. ¿Qué sintió?

—Esto me produjo una felicidad plena, es el homenaje más hermoso que recibí. Algo inolvidable, que me emocionó hasta las lágrimas. No podía ni hablar cuando me dieron el micrófono. A la gente le dije: “Antes me ovacionaban sus abuelos y sus padres, ahora ustedes, sus nietos. No tiene precio”. No puedo dejar de recordar a un gran señor, parte de la gran historia del fútbol argentino y que triunfó en el Real Madrid, que es el gran Alfredo Di Stéfano. Le mando un gran abrazo, un beso muy grande, deseándole que se encuentre bien, que ande bien, que dure muchos años, que no se me vaya tan pronto. Tenemos la misma edad. Yo voy a cumplir 88 años ahora y él andará por ahí. Una vez me reemplazó en la portería...

—¿Di Stéfano fue portero?

—Sí, y en un superclásico de River contra Boca. Me dieron un pelotazo tremendo por allí abajo, viste (señala los testículos) y yo me sentí descompuesto y estuve siete u ocho minutos fuera. Y entró Alfredo a la portería. Con un buzo amarillo, de manga corta, y sin guantes, porque en esa época no existían. Lo hizo bien, eh. Hasta de portero era bueno.

—¿Le gustaría reencontrarse con don Alfredo?

—Sí, me gustaría. Fue un gran compañero, un señor. Éramos una familia. Estar con él viendo un amistoso entre River y el Real Madrid sería un reencuentro perfecto, soñado. Ojalá que los dos clubes se pongan de acuerdo y se pueda disputar algún día.

—Estuvo muchos años en la Primera de River, disputó más de 500 partidos en el ‘Millonario’, ganó siete títulos, la Copa de las Naciones contra la selección de Brasil de Pelé, estuvo casi nueve partidos invicto en River... ¿Se siente el mejor arquero de la historia del fútbol argentino?

—No. Nunca me sentí mejor que nadie. Hice lo posible para perdurar con mi estilo, así pude atajar 23 años en Primera, que sé que es mucho. Hice las cosas más o menos bien. Errores cometemos todos. La perfección no existe.

—¿Nos cuenta el secreto de sus míticas salidas a cortar los centros con una mano? ¿Cómo lo hacía?

—Yo no tenía manos grandes. Cuando venía la pelota, con una mano llegaba más alto. Entonces a la pelota le hacía un abanico y me la quedaba en la mano. Al balón lo acompañaba. En ese momento, no quería dar explicaciones para que no lo copiara alguien...

—¿Qué le parece el fútbol moderno? ¿Le gusta?

—Yo extraño un poco a los grandes cracks de antes, a los de la época de La Máquina... Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau... Alfredo Di Stéfano luego jerarquizó a esa delantera espectacular. Fue goleador. Venía, pedía la pelota, empezaba a gambetear adversarios de forma sensacional. Sería majestuoso volver a verlo. Lo recuerdo siempre, fue un súper crack. Ese día que le ganamos un amistoso al Real Madrid, pasó enojado a mi lado. Pero es un caballero y sería lindo verlo. Si Dios quiere, pronto podremos encontrarnos y darnos un abrazo.

—¿Es cierto que usted pudo jugar en el Real Madrid?

—Sí, así me dijeron, después de ese partido contra el Real Madrid que atajé por todos lados. Paré todo, a tal punto que luego Puskas siempre preguntaba por mí: “¿Y el grandote cómo anda?”, decía. Ganamos nosotros (3-2), los dos goles del Real Madrid me los hizo Alfredo. Luego fuimos a una cena de los dos equipos con los directivos y me mandan llamar de la mesa en donde estaban los presidentes de ambas instituciones. Cuando me acerqué a la mesa, don Santiago Bernabéu me gritaba “¡qué portero!”. Luego me enteré que me quiso llevar al Real Madrid. Es que le ganamos a ese equipazo imbatible que era el Real de Madrid de Kopa, Del Sol, Di Stéfano y Puskas. Recuerdo que tuve una jornada excepcional y Muñoz se acercó, me miró y me dijo: “Esta noche te vi atajar como nunca”.

—¿Pelé nunca pudo olvidar su gran actuación en la Copa de las Naciones? Usted terminó el torneo con la portería a cero...

—Siempre digo que Mesiano fue el encargado de marcar a Pelé y no lo dejó tocar una. Por eso, Pelé prefirió tirarle un golpe que le quebró el tabique nasal ¡pobre Mesiano! Yo terminé con la portería invicta y encima le atajé un penalti a Gerson ante los miles de brasileños. Esa fue mi revancha en la selección porque después de la tragedia futbolística en Suecia 1958 había estado unos cuantos años sin querer integrar el conjunto nacional.

—¿Le agradan los porteros españoles?

—Burgos es un gran muchacho, yo hice un libro y él se prestó para que le hicieran fotos de cómo se retiene la pelota. Un gran muchacho. Un buen tipo. De los de ahora, Casillas es un arquero un poco más técnico, Valdés hace todo más espectacular, como si las atajadas fueran todas más difíciles. Los dos son muy efectivos. Me gustan ambos.

—¿A qué delantero le hubiera gustado medirse? ¿A Messi?

—Con Messi hubiera sido complicado, no le voy a mentir, eh... Cristiano es muy bueno, pero Messi es más difícil para el arquero. Yo hubiese tenido muchas dificultades, tiene una técnica muy especial, es rápido mental y físicamente, se junta todo.

—¿Y usted cómo anda físicamente?

—Siempre me gustó tener una moto. En los últimos años paseo despacito por mi barrio en Devoto. Ya sé que es peligroso, pero es un placer. Yo trato de sentirme joven cuando agarro la moto, aunque siempre esté el riesgo de caerse. Mi familia se preocupa, se asusta, hasta que no vuelvo a casa no están tranquilos. Es lógico, tengo casi 88 años, pero la moto me hace feliz. La gente me grita “Amadeo!” y yo saludo a los vecinos.

—¿Qué le faltó en el fútbol?

—Meter un gol. Las veces que pedí patear un tiro libre, nunca me dejaron. A pesar de que yo sabía que la iba a meter en el ángulo, pero nunca pude intentarlo. Da igual, disfruté mucho atajando. Más o menos lo hice bien, ¿no?